Trabajadores agrícolas evitan comer frutas y verduras por su aparente costo alto

El alto costo aparente de frutas y verduras contribuye a comprender por qué los trabajadores agrícolas en el condado de Fresno consumen cantidades tan pequeñas de estos alimentos, según un estudio de la Universidad de California en Berkeley. Investigaciones anteriores apuntan a una relación entre la desnutrición y tasas altas de sobrepeso, obesidad, presión arterial y colesterol altos en la población generalmente joven y activa de trabajadores agrícolas.

Christy Getz, especialista de UC Berkeley en trabajadores y comunidades dependientes de recursos naturales, y sus colegas en el Instituto de Estudios Rurales de California en Davis, llevaron a cabo encuestas y grupos de discusión en el 2005 con trabajadores agrícolas del condado de Fresno. Encontraron que más del 40 por ciento comen menos de tres porciones diariamente de frutas y verduras durante todo el año, mucho menos de las 9 a 13 porciones de frutas y verduras recomendables para la buena salud por las normas del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA por sus siglas en inglés).

La poca disponibilidad de tiempo libre durante los atareados meses de verano es una de las razones que dieron varios trabajadores agrícolas participantes en el estudio para explicar por qué no comen de manera más saludable.

“En el verano, trabajamos 10 horas diarias en el campo o en la empacadora, y no tenemos tiempo para cocinar. Comemos en restaurantes de comida rápida dos o tres veces a la semana”, precisó uno de los participantes del estudio.

Otras razones reportadas con frecuencia para el pobre consumo de frutas y verduras incluyen no creer que pueden preparar alimentos saludables, la mala calidad de frutas y verduras en tiendas locales y el hecho de que ellos, sus hijos o cónyuges simplemente no disfrutan de comerlos.

Sin embargo, al hacer en análisis estadístico que relaciona la cantidad de frutas y verduras consumidas con las razones que ofrece el participante para explicar su pobre consumo de frutas y verduras, los investigadores encontraron que la única barrera real a consumirlas está relacionada a la percepción de que su costo es demasiado alto.

“El ingreso no está relacionado directamente con el consumo de frutas y verduras; sin embargo, el precio de las mismas y el que se les considere ‘demasiado costosas’ aparentemente sí tiene un impacto importante en el consumo de frutas y verduras”, apunta Getz.

Algunos de los comentarios recabados como parte de la encuesta reflejan también esta conclusión. “Necesito comer más frutas y verduras, pero no podemos comprarlas”, dice uno.

Se lee en otro: “No tengo dinero para comprar verduras, por lo que comemos muchos frijoles y papas”.

La inseguridad alimentaria es un problema en la población de trabajadores agrícolas

Los resultados de la encuesta se encuentran relacionados a la inseguridad alimentaria en general, que puede presentarse de muchas maneras. La inseguridad alimentaria comprende desde la dolorosa sensación del hambre como el punto más severo hasta el que las familias sólo puedan comprar unos cuantos alimentos básicos de costo bajo como frijoles, arroz y manteca que por sí solos no conforman una alimentación nutritiva y variada. La disponibilidad inconsistente de los alimentos, la falta de transporte a tiendas o supermercados y el reducir la cantidad de alimentos consumidos para controlar el gasto de los mismos forman también parte de la inseguridad alimentaria.

El Valle de San Joaquín en California es la principal región agrícola en el país y tiene la mayor incidencia de inseguridad alimentaria de cualquier región en el estado. El condado de Tulare, con una tasa de inseguridad alimentaria del 41 por ciento, tuvo la mayor tasa en el estado, seguido por el condado de Fresno, cuya tasa es del 36 por ciento, según la Encuesta de Entrevistas de la Salud de California llevado a cabo en el 2001 por el Centro de Investigaciones de Políticas de la Salud de la Universidad de California en Los Angeles (UCLA por sus siglas en inglés).

Geta y sus colegas llevaron a cabo sus investigaciones en el condado de Fresno por ser el principal condado agrícola en el país y por su alto nivel de inseguridad alimentaria. Entrevistaron a 454 trabajadores agrícolas en español y en mixteco, lengua indígena mexicana, en cinco comunidades con concentraciones altas de trabajadores agrícolas: Huron, Parlier, un campamento laboral en Five Points y dos comunidades en la ciudad de Fresno. Para poder reflejar la variación estacional, la mitad de las encuestas se llevaron a cabo en los meses de invierno (de enero a abril del 2005) y la mitad en los meses de verano (de junio a septiembre del 2005). Hubo grupos de discusión con los trabajadores agrícolas antes y después de las encuestas para recabar información para desarrollar encuestas y dar seguimiento a cuestiones de interés que se obtuvieran de los datos de la encuesta.

El peso, presión arterial y colesterol de trabajadores agrícolas es mayor que el de la población en general

La tasa tan alta de indicadores físicos de mala salud en la población de trabajadores agrícolas reportada por la Encuesta de Salud de los Trabajadores Agrícolas (CAWHS por sus siglas en inglés) en 1999 llevó a los investigadores a suponer una incidencia enorme de inseguridad alimentaria en las personas que encuestaron. Según CAWHS, 81 por ciento de los hombres y 76 por ciento de las mujeres que trabajan en el campo tienen sobrepeso, y 28 por ciento de los hombres y 37 por ciento de las mujeres son obesos. Más del doble de trabajadores agrícolas, tanto hombres como mujeres, entre los 20 y 34 años de edad tienen presión arterial alta en comparación a la tasa de hipertensión en la población adulta en los Estados Unidos. Entre los trabajadores agrícolas, los hombres también tenían el colesterol más alto que el promedio de los adultos en los EE.UU.

“En consideración de estos indicadores de mala salud, además de niveles muy bajos de ingresos, nos sorprendió no encontrar niveles mayores de inseguridad alimentaria entre los trabajadores agrícolas según lo indicado por nuestras incuestas”, precisa Getz. “Parece que los trabajadores agrícolas han desarrollado estrategias para lidiar con la situación y sería interesante darles seguimiento en una investigación futura. Supusimos también que la inseguridad alimentaria de los trabajadores agrícolas variaría entre los meses de verano y de invierno por la naturaleza estacional del trabajo agrícola. Sin embargo, nuestras encuestas revelaron algo diferente”.

El porcentaje de participantes que presentan inseguridad alimentaria fue casi idéntico en el verano y en el invierno. De los trabajadores agrícolas de Fresno entrevistados, 48 por ciento reportan inseguridad alimentaria, en comparación al 36 por ciento de la población en general en el condado de Fresno.

Las encuestas de verano e invierno efectivamente revelaron diferencias en una variedad de factores económicos para los trabajadores agrícolas, incluso en ingreso, costo de alquiler, cantidad de dinero enviado a sus familiares fuera del país y uso de estampillas para alimentos. En el verano, son mayores los ingresos y mayor la probabilidad de pagar más en alquiler y de enviar una cantidad mayor de dinero a familiares en México.

“Es posible que la mejoría en su condición económica durante el verano es suficiente para evitar el hambre en los trabajadores agrícolas mas no para evitar la inseguridad alimentaria”, observa Getz.
En general, las encuestas indican que la calidad de la alimentación es peor durante el verano que en el invierno. En el verano, 90 por ciento reportaron un perfil alimenticio con un contenido mayor de grasa que lo recomendable según las normas alimentarias de la USDA, 41 por ciento consumieron menos de tres porciones de frutas y verduras al día y 25 por ciento comieron en restaurantes de comida rápida por lo menos una vez cada semana. En el invierno, 83 por ciento reportaron un perfil alimenticio con un contenido alto de grasa, 42 por ciento consumieron menos de tres porciones de frutas y verduras al día y 15 por ciento comieron en restaurantes de comida rápida por lo menos una vez a la semana.

Los trabajadores agrícolas hacen poco uso de estampillas para alimentos

Getz y sus colegas investigaron también el uso de estampillas para alimentos en la población de trabajadores agrícolas que encuestaron. Un poco más de la mitad de los participantes que tenían derecho al programa de estampillas para alimentos las recibieron en el invierno, y sólo 37 por ciento de quienes tenían derecho a ellas las recibieron en el verano. (Se determinó el derecho a recibir estampillas para alimentos según el ingreso del hogar, si por lo menos un adulto en la familia era inmigrante documentado o si la familia incluye algún hijo nacido en los Estados Unidos.)

“Cierto número de participantes reportó un malentendido común acerca del programa de estampillas para  alimentos: el de temer que recibir estampillas para alimentos podría comprometer su estatus migratorio y probabilidad de obtener estatus de residente en el futuro”, precisa Getz. “Pero aún en los casos en que estaban aprovechando este programa, nuestra investigación encontró que el nivel del beneficio resulta demasiado bajo”.

Es posible que muchas familias de trabajadores agrícolas sólo tengan derecho a recibir ayuda para sus hijos nacidos en los Estados Unidos. Sin embargo, es poco probable que el dinero recibido en estampillas para alimentos se use únicamente para comprar alimento para ese hijo. Al dividir el total del monto recibido por una familia en estampillas para alimentos por el número de personas en el hogar, el beneficio mensual resultaba de apenas $20 por persona en el invierno y $10 por persona en el verano.

“Es triste que trabajar en los campos agrícolas más productivos del mundo no sea suficiente para asegurar que los trabajadores agrícolas y sus familias puedan comer una alimentación saludable y suficiente durante todo el año”, apunta Getz.