- Author: DIANA CERVANTES
Luis Espino, agrónomo graduado en Perú, es Asesor de Cultivos de Arroz en la Extensión Cooperativa del Condado de Butte de la Universidad de California (UC ANR). Su trayectoria en la agricultura comenzó con una decisión clara: "Escogí la agricultura porque quería algo práctico. No quería estudiar solo procesos biológicos y detenerme ahí", explica.
Después de completar su formación en Perú, Luis emigró a los Estados Unidos para continuar su carrera. En Texas, realizó estudios de posgrado en entomología, donde se especializó en una plaga del arroz conocida como la chinche apestosa. "Cuando postulé a la universidad en Texas, no tenía financiamiento. Pero el programa de arroz tenía fondos disponibles, así que me ofrecieron financiamiento, y así fue como llegué al arroz", comenta Espino.
A base de confianza
Luis llegó a UC ANR en 2007, aunque inicialmente no tenía experiencia en el cultivo de este cereal. "Acepté el trabajo sin saber nada sobre el arroz, pero decidí aprovechar la oportunidad", dice. Su experiencia en entomología lo llevó a enfocarse en los retos del cultivo, donde ha aprendido a adaptarse y a ganar la confianza de los agricultores a lo largo de los años.
Luis ha logrado ganarse la confianza de los agricultores a través de su dedicación. "Si ellos no están contentos, nuestro trabajo no está dando resultados", explica. Al llegar a California, se dio cuenta de que los insectos no eran el problema principal. "Necesitaba enfocarme en otros aspectos", afirma, lo que le ha permitido ampliar su enfoque en la asesoría a los agricultores.
“Es una cuestión de tiempo y aprendizaje. Nuestras posiciones son de carrera larga. A mí me tomó unos cinco años entender el sistema, los retos y sentirme cómodo para resolver las preguntas de los agricultores", confiesa.
Los desafíos
Uno de los principales desafíos que enfrentan los productores de arroz son las condiciones climáticas. "Como todos los cultivos, el arroz enfrenta retos relacionados con el clima.
Durante las sequías, los agricultores deben reducir el área de cultivo, y cuando llueve demasiado, surgen otros problemas", menciona Luis. Sin embargo, el aumento en los precios de la energía se ha convertido en uno de los obstáculos más importantes.
"El costo del petróleo y la gasolina ha incrementado, lo que encarece los insumos. Muchas veces, el precio que recibe el agricultor no sube, baja o fluctúa, y no sigue la línea del incremento de los costos de producción", señala.
"Específicamente en el arroz, el principal desafío es controlar las malezas, que son muy difíciles de manejar, por eso se cultiva en agua".
A pesar de estos retos, Luis se siente satisfecho con su trabajo. "Lo que más me gusta de mi trabajo es poder ayudar a la industria del arroz y a los agricultores. La mayor satisfacción es cuando puedo ir a un campo, identificar un problema que no saben cómo solucionar, y ofrecerles una solución. Ahí es donde siento que realmente hacemos una diferencia".
En su día a día, Luis comienza a trabajar en el campo a las 7:00 de la mañana, dedicando las primeras horas a tomar muestras y aplicar tratamientos hasta la 1 o 2 de la tarde. El resto del día lo utiliza para tareas de oficina.
Mucha dedicación
Luis se siente muy agradecido de estar en este país. "Me siento muy feliz", comenta, al referirse a su rol en la industria del arroz en California. Como hijo de padres que priorizaron la educación, él y su hermana recibieron un gran empuje desde temprana edad para alcanzar el éxito académico.
En casa de Luis, nunca falta el arroz. "A mí me encanta el grano mediano con un poco de agua. Lo puedo comer solo o con acompañamiento; podría comer arroz todos los días". El arroz que se cultiva en California es en un 90% de grano mediano, lo que coincide con su preferencia personal.
Luis Espino ha dedicado casi 20 años de su vida a la industria del arroz del Valle Central de Sacramento, convirtiéndose en un pilar fundamental en el desarrollo agrícola de la región. Su trayectoria, marcada por la pasión y el compromiso, lo ha llevado a ser un referente en la investigación y asesoramiento sobre cultivos de arroz.
Con cada día que pasa en el campo, Luis no solo cultiva arroz; cultiva relaciones de confianza con los agricultores, brindando apoyo y soluciones que impactan directamente en la calidad y la sostenibilidad de la producción. Su habilidad para combinar la ciencia con la práctica agrícola ha permitido a muchos en la industria adaptarse a un entorno cambiante, garantizando no solo la viabilidad económica de los cultivos, sino también la salud del ecosistema en el que trabaja.
A medida que el clima y las demandas del mercado continúan evolucionando, Luis sigue siendo un faro de esperanza y conocimiento. Su dedicación inquebrantable y su disposición para ayudar a otros son un testimonio de su carácter y su pasión por el arroz es también un defensor incansable de la agricultura sostenible y responsable en California.
Con su corazón siempre ligado a sus raíces peruanas y su mente enfocada en el futuro del arroz, Luis Espino es un verdadero ejemplo de lo que significa ser un líder en la agricultura. Su legado perdurará en cada grano de arroz que crece en el Valle de Sacramento, reflejando no solo su dedicación y esfuerzo, sino también su amor por el cultivo que ha hecho de su vida una verdadera vocación.
UC ANR es una presencia vital en la agricultura de California, apoyando a profesionales como Luis Espino y haciendo un compromiso duradero para mejorar las vidas de todos los californianos a través de la innovación, la educación y las prácticas sostenibles. Con el apoyo de UC ANR, podemos confiar en el futuro de la agricultura sostenible en California.
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Luis Espino: Cultivating innovation and trust in California's rice industry
By Ricardo Vela
Luis Espino, a dedicated agronomist from Peru, serves as a University of California Cooperative Extension rice crops advisor in Butte and Glenn counties. His career helping farmers is a testament to his passion for practical, impactful solutions. "I chose agriculture because I wanted something hands-on. I didn't want to stop studying biological processes," said Espino, reflecting on his early decision to pursue this path.
After completing his bachelor's degree in Peru, Espino immigrated to the United States to pursue graduate studies in entomology at Texas A&M University, where his specialization in rice pests began. "When I applied to Texas A&M, I had no funding. However, the rice program had available funds and offered me financial support. That's how I found myself working in rice," he recalled.
Building Trust in the Fields
In 2007, after earning his Ph.D. in entomology at Texas A&M, Espino joined UC Cooperative Extension, stepping into a role that presented a steep learning curve. “I took the job without knowing much about rice farming, but I embraced the opportunity,” he said. His background in entomology helped him navigate the challenges of rice cultivation. Over time, his perseverance and expertise earned him the trust of local farmers.
“Success is about ensuring farmers are satisfied with the results. If they aren't happy, we're not accomplishing our mission,” Espino explained.
Upon arriving in California, he quickly realized insects weren't the primary challenge. This discovery led him to broaden his approach to problem-solving and focus on the diverse needs of rice farmers.
“It's a matter of time and experience,” he says of his role. “This is a marathon, not a sprint. It took about five years to truly understand the system, the challenges and to feel confident in providing solutions.”
Navigating challenges with determination
Rice farmers in California face significant challenges, many of which are dictated by nature.
"Like all crops, rice is vulnerable to climate-related issues. During droughts, farmers must reduce the acreage they plant, and in seasons with heavy rain, new problems arise,” Espino noted.
Beyond the weather, rising energy costs have compounded the difficulties. “The increase in oil and gasoline prices drives up input costs, while the price farmers receive for their rice doesn't always keep pace with these rising expenses,” Espino explained. "In rice farming, weed control remains one of the toughest challenges, which is why the crop is grown in water."
Despite these hurdles, Espino finds deep fulfillment in his work. “What I love most is being able to help the rice industry and farmers directly. My greatest satisfaction comes from walking into a field, identifying an issue they haven't been able to solve, and offering them a solution. That's when I know we're making a difference.”
Espino's typical day starts at 7 a.m. in the field, where he collects samples and applies treatments until the early afternoon. The rest of his day is spent in the office, analyzing data and preparing for the next challenge.
A commitment rooted in education and passion
The Peruvian is grateful for the opportunities he's found in the United States, where his role in California's rice industry allows him to make a meaningful impact. Reflecting on his upbringing, he credits his success to his parents' strong emphasis on education.
“My parents prioritized education, and that push helped my sister and I excel academically,” said Espino, recalling the unwavering support he received throughout his journey.
At home, Espino's love for rice continues. "I love medium grain rice cooked with just a bit of water. I could eat it every day," he said with a laugh. Coincidentally, 90% of the rice grown in California matches his preference for medium grain.
With nearly two decades dedicated to the rice industry in California's Central Valley, Espino has become a pillar of agricultural development in the region. His career, defined by a blend of passion, hard work, and a commitment to problem-solving, has made him a respected rice research and advisory leader. In 2014, the Rice Technical Working Group awarded him the Distinguished Rice Research and Education Team Award.
A legacy of innovation and hope
Each day spent in the field, Espino cultivates more than just rice. He fosters relationships with farmers, offering solutions that enhance both the quality and sustainability of their production. His unique ability to merge scientific research with practical farming techniques has empowered the rice industry to adapt to evolving challenges, ensuring economic viability and environmental sustainability.
Espino remains a source of hope and knowledge as climate and market dynamics shift. His unwavering dedication and commitment to helping others define him as an expert in rice cultivation and a champion of sustainable and responsible agriculture in California.
With his heart deeply connected to his Peruvian roots and his focus set firmly on the future of rice, Luis Espino exemplifies what it means to be a leader in agriculture. His legacy, which will endure in every grain of rice that grows in the Sacramento Valley, is a reassuring testament to his dedication, perseverance and love for a crop that has become his true calling.
UC Agriculture and Natural Resources is a vital presence in California's agriculture, supporting professionals like Luis Espino and making a lasting commitment to improving the lives of all Californians through innovation, education and sustainable practices. With UC ANR's support, we can be confident in the future of sustainable agriculture in California.
- Author: Saoimanu Sope
En celebración del Mes de la Historia Negra
Muchas personas conocen sobre Compton, una ciudad ubicada en el sur del condado de Los Ángeles, gracias a la música, películas y medios de comunicación. Keith Nathaniel lo conoce por experiencia directa. Antes de que Nathaniel y su familia se mudaran a Compton en la década de los 1970, los disturbios de 1965 en el área de Watts intensificaron la tensión que se estaba gestando entre las fuerzas del orden y la comunidad negra, la cual se sentía no solo en California sino en toda la nación.
"Antes de mudarnos, Compton iba cambiando de ser una ciudad predominantemente blanca a una ciudad negra. Los disturbios de Watts cambiaron eso y de pronto, hubo blancos que salieron huyendo de Compton hacia los suburbios", mencionó Nathaniel, director de Extensión Cooperativa de UC en el condado de Los Ángeles.
Al ir creciendo, Nathaniel estaba rodeado de personas que lucían como él. "Era una comunidad típica que se apoyaba entre sí. Los adultos se conocían entre sí y los chicos se conocían entre sí”, agregó.
Nathaniel recuerda a sus maestros en la primaria y secundaria, identificándolos como la primera generación de estudiantes universitarios – la mayoría de los cuales se graduaron de la universidad tras el caso de derechos civiles Brown vs. Board of Education de 1954, el cual terminó la segregación racial en las escuelas públicas de todo Estados Unidos.
"Esos maestros tenían el deseo real de que igualáramos y hasta excediéramos su nivel educativo", expresó Nathaniel. "Estaban comprometidos a vernos convertidos en adultos saludables y prósperos".
No obstante que Nathaniel y sus compañeros tuvieron líderes negros que influyeron en ellos en sus escuelas, darle prioridad a su éxito académico fue un reto ante la introducción del crac de cocaína "Con las drogas llegó la afluencia de pandillas. Luego vimos a la comunidad desestabilizarse debido a las pandillas que querían controlar su cuadra y esa esquina", dijo Nathaniel.
"Solíamos tener balaceras en nuestra escuela. Pero las afectadas eran las vidas negras y cafés por lo que no era del interés periodístico en ese sentido. No como hoy en día en la que vemos las noticias una epidemia de tiroteos en las escuelas. Eso pasaba en otros tiempos, también", indicó, enfatizando que a él y sus compañeros se le recordaba constantemente que tuvieran cuidado cuando asistían a eventos sociales en la comunidad.
"Daba miedo pensar que te pudieran confundir con un miembro de la pandilla aun cuando no tuvieras nada que ver".
Estudiantes que una vez fueron amigos en primaria o secundaria se volvieron enemigos al iniciar la preparatoria. A pesar de que los chicos negros eran altamente preferidos como reclutas para pandillas, Nathaniel señaló que sus fuertes bases familiares y su enfoque en los estudios lo mantuvieron alejado del fuego cruzado en el que otros se metieron.
Después de graduarse de la preparatoria, Nathaniel ingresó a UC Davis, donde se cambió a sociología después de darse cuenta de que la ingeniería no era para él. "Tenía la intención de graduarme de ingeniería, pero era algo muy competitivo. Estaba en clases con estudiantes de pre-medicina y estaban subiendo la curva de calificaciones", bromeó.
Sin embargo, de lo que Nathaniel no se dio cuenta antes de la universidad, es que la aptitud académica no sería el aspecto más importante en su experiencia con la educación. Fueron también las conexiones y relaciones que construyó con otros. Al reflexionar sobre los cinco años que pasó en UC Davis, Nathaniel dijo que fueron los mejores cinco años de su juventud.
Agradecido con los maestros y consejeros que los mantuvieron a raya, Nathaniel determinó que deseaba convertirse en maestro. Después de Davis, cursó su maestría en la Universidad de Florida A&M donde estudió liderazgo educacional. A pesar de que su consejera de preparatoria instaba a los estudiantes negros a no ingresar a una universidad o colegio históricamente de negros, Nathaniel sintió la urgencia de hacer precisamente eso.
"Mi consejera era simplemente increíble. Su objetivo era que todos fueran a la universidad", mencionó Nathaniel. "Pero no le gustaba la idea de que fuéramos a HBCU porque no es como se ve el mundo real. Nos decía que lo mejor para nosotros era integrarnos en campus que reflejaran el mundo en el que vivimos".
La madre de Nathaniel murió mientras el asistía a escuela de postgrado, por lo cual regresó a California. A pesar de que su pérdida le llevó a creer que regresar a la escuela no era ideal en ese momento, Nathaniel manifestó que sus profesores lo buscaron mientras estaba lejos y su preocupación lo hizo cambiar de parecer.
"Preguntaban cómo estaba y eso me hizo darme cuenta del apoyo que tenía en Florida. Estoy seguro de que eso no hubiera pasado si no estuviera asistiendo a una HBCU", dijo Nathaniel, quien regresó a Florida a terminar lo que había empezado.
Mientras sacaba su maestría, Nathaniel recuerda que lo alentaron a estudiar un doctorado y lo consideró seriamente pero no inmediatamente. Para entonces, su visión giraba en convertirse en director o superintendente y expandir sus influencias más allá del aula. "Quería un lugar en la mesa, pero sabía que primero necesitaba tener las credenciales", agregó.
Después de regresar a California, Nathaniel solicitó un puesto de maestro y se encontró con un aviso en Los Angeles Times en donde buscaban un coordinador para el programa 4-H. No le dieron la posición que solicitó, pero le ofrecieron un puesto como coordinador en el programa de voluntarios Americorp/VISTA y lo aceptó sin dudar.
Desde 1994, Nathaniel ha formado parte de Extensión Cooperativa de UC y se inició en la gestión de los voluntarios de Americorp/VISTA, quienes eran responsables de introducir el programa 4-H a las comunidades de Los Ángeles. El programa creció rápidamente, contando con la participación de cuatro a cinco mil chicos diariamente. El poder del programa no solo radicaba en la pasión mostrada por los voluntarios, sino en el hecho de que estos vivían en las comunidades a las que servían.
Antes de su trabajo en 4-H, Nathaniel trabajó el Campfire Council y fue introducido a la educación informal como enseñar a los jóvenes sobre las destrezas de la vida y conectarse con ellos fuera del aula escolar. Esta experiencia le sirvió de mucho a Nathaniel conforme se integraba a 4-H, inspirándole a dar un giro en su meta original de enseñar en el sistema formal de kínder a grado 12.
En 1997, Nathaniel fue aceptado en UCLA en donde obtuvo un doctorado en educación mientras trabajaba a tiempo completo. "Regresar a ese lugar en la mesa… en este momento de mi carrera, sabía que quería influir en la política en beneficio de los jóvenes. Quería más que solo enseñar. Y también sabía que necesitaba de credenciales para hacerlo", dijo Nathaniel.
Hoy en día, Nathaniel inicia su trigésimo año de servicio a la comunidad a través de Extensión Cooperativa de UC. Al darse cuenta lo lejos que ha llegado, Nathaniel manifestó que la adversidad en su niñez le ayudó a formar su carácter y prepararlo para las futuras batallas.
Haciendo hincapié en la importancia de conectar con la gente, Nathaniel indicó que es satisfactorio servir a la comunidad que lo crió y le da crédito por sus triunfos a los mentores y compañeros que ha conocido en el camino.
"Si nos rodeamos de personas que tienen en sus mentes nuestros mejores intereses, creemos que vamos a llegar", dijo. "Se trata también de ser desinteresados. Que podamos ayudar a otros a que se vean asimismo de la manera en que los vemos; que se sientan empoderados a hacer cualquier cosa que quieran. Eso es lo que yo tuve y es lo que espero retribuir”.
La División de Agricultura y Recursos Naturales de UC lleva información y prácticas de UC a todos los 58 condados de California. Nuestra misión es mejorar las vidas de todos los californianos a través de investigaciones y Extensión Cooperativa en agricultura, recursos naturales, nutrición, economía y desarrollo juvenil. Para más información visite ucanr.edu.
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Adaptado al español por Leticia Irigoyen del artículo en inglés.
- Author: Saoimanu Sope
Antes de alistarse en el ejército, el padre de Díaz trabajó en el campo. Describiendo a su padre como una "persona autodidacta", Díaz dijo que su padre adquirió muchas habilidades a lo largo de su vida y podía "arreglar casi todo". Otros sabían esto del padre de Díaz, y a menudo se referían a él como "el científico".
"Mi ciudad natal está rodeada de agricultura, y veía trabajadores agrícolas todo el tiempo. Lo que hacen es un trabajo difícil, es duro", afirma. Aunque Díaz se dedica hoy a la agricultura, hizo todo lo posible por evitarla cuando estaba en la escuela.
En el instituto, Díaz se centró en las matemáticas y las ciencias, creyendo que le llevarían por otro camino profesional. Cuando se graduó en 1990, Díaz no tenía muchas opciones de educación universitaria en su zona. "Apenas había Internet en mi ciudad", recuerda, y añade que también fue un reto encontrar mentores profesionales.
"No sabía lo que quería estudiar", dijo Díaz. "Pero cuando pasé la prueba de acceso a la universidad, me decidí por ingeniería eléctrica". Como estudiante de primer año en la universidad, Díaz se encontró en un entorno diferente, con normas y expectativas a las que no estaba acostumbrado. "Perdí la concentración", dice.
De hecho, su bajo rendimiento académico llevó a Díaz a abandonar la universidad. Describió esta decisión como "el punto de inflexión que cambió el curso de su vida". Al darse cuenta de que había dado por sentada una gran oportunidad, Díaz quiso volver a la universidad. Tras aprobar por segunda vez el examen de acceso a la universidad, los resultados de sus pruebas encajaron con las siguientes opciones profesionales: ingeniería agrícola, sanitaria o química.
Como requería menos cursos de química, Díaz se decidió por la ingeniería agrícola. Cuanto más aprendía, más se interesaba por el riego, la gestión de cuencas hidrográficas y la conservación del suelo y el agua. En 1997 obtuvo el título de ingeniero agrónomo por la Universidad Nacional de Colombia y la Universidad del Valle.
La agricultura es mucho más que eso
"Siempre veía a los trabajadores en el campo desde las cuatro de la mañana hasta las seis de la tarde, incluso los sábados", dice Díaz. "Pero nunca vi lo que había detrás de la agricultura. El trabajo es una cosa, pero también está la ciencia, la educación, la gestión, la ingeniería... No vi eso cuando era más joven".
En 2001, tras dos años trabajando como instructor a tiempo parcial en colegios comunitarios de su ciudad natal, Díaz se trasladó a Puerto Rico, donde obtuvo un máster en ingeniería de recursos hídricos en la Universidad de Puerto Rico. Aunque le hubiera gustado cursar estudios de posgrado en su país de origen, las oportunidades profesionales eran limitadas.
"Consideré la posibilidad de estudiar en España y Chile, donde la gente habla español", dice Díaz, y añade que prefiere aprender en español.
A medio camino con los estudiantes
Con el tiempo, Díaz se trasladó a Mississippi, donde obtuvo un doctorado en ingeniería de recursos hídricos en la Universidad Estatal de Mississippi antes de empezar a enseñar en la Universidad Estatal de Alcorn -la institución pública de concesión de tierras históricamente negra más antigua del país-, donde su papel de mentor se convirtió fácilmente en su parte favorita de ese viaje.
Comoprofesorasistente, Díazdijoquemuchosestudiantes conlosque trabajó enAlcorn Statetuvierondificultades conloscursos deagricultura denivel superior. "Algunos demisestudiantesempezaronconmigocuandoeranestudiantes de primer año ypudeverlosprogresar a lo largo delos años",dijo Díaz.
Ahora, muchos de ellos trabajan para el gobierno federal y organizaciones no gubernamentales, y algunos incluso se han trasladado a otros estados, lejos de todo y de todos los que conocen.
"Me recuerda a mi propia gente", dice Díaz. "Lo difícil que puede ser la educación, y lo limitado que te sientes, y tener miedo de irte de casa... eso es lo que muchos de nosotros BIPOC [negros, indígenas, personas de color] experimentamos".
Una vez mentor, siempre mentor
En el condado de Imperial, donde Díaz vive actualmente, más del 80% de la población es hispana. Según Díaz, muchos de los estudiantes de Imperial pueden identificarse con los que él enseñó en Colombia, Puerto Rico y Mississippi, luchando por navegar por la educación. "Muchos de los estudiantes también piensan como yo cuando tenía su edad. No encuentran atractiva la agricultura porque es demasiado dura".
Ahí es donde Díaz interviene y les muestra un lado diferente de la agricultura, uno que le hubiera gustado que alguien le enseñara cuando era más joven. Cuando visita los colegios locales o recibe a grupos de estudiantes en Desert REC, les enseña que la agricultura ofrece un amplio abanico de oportunidades.
"La agricultura no es sólo gente en el campo, es gente en los laboratorios, en los ordenadores y en las aulas. Se trata de personas que gestionan a otras, que calculan la economía y construyen sistemas", afirma.
Dada su formación en hidrología, sistemas de riego y recursos hídricos, Díaz confía en el agua como elemento para que los estudiantes entablen conversaciones sobre las carreras agrícolas. "Para producir alimentos necesitamos agua. Las plantas necesitan agua para vivir y nosotros también. El agua es clave", dice a los estudiantes.
"Sé la diferencia que supone tener a alguien que te guíe profesionalmente. Así que quiero ser esa persona para mi comunidad, especialmente para la generación más joven".
Como director, Díaz tiene una política de puertas abiertas para fomentar la interacción frecuente con sus colegas. "Para mí es importante que la gente con la que trabajo sepa que quiero apoyarla", dice Díaz, que prefiere que sus colegas le llamen por su nombre de pila.
"A veces oyes que alguien es 'doctor', y eso crea una división enseguida", dijo.
Al reflexionar sobre su papel y su impacto, Díaz dijo que quiere que se le conozca como una persona genuinamente buena. "Quiero ser un buen colaborador, crear programas significativos y hacer crecer una industria sana".
Hoy en día, Díaz no pasa mucho tiempo en la pista de baile, pero no rehúye la oportunidad de revivir su adolescencia. "He creado mi propia trayectoria profesional con el apoyo de mi familia, mis mentores y mis amigos", afirma. "Sigo divirtiéndome, pero también me centro cuando lo necesito".
Adaptado al español por Diana Cervantes del artículo en inglés.