COVID-19, oportunidad para cambiar aspectos disfuncionales del sistema alimentario.

Farmworkers

Los trabajadores agrícolas han sido sistemáticamente excluidos de los programas de seguridad. Históricamente han trabajado en condiciones peligrosas e insalubres, sin acceso al cuidado médico, ni días por enfermedad, pero la pandemia amplificó aún más la injusticia.

Con COVID-19 sufrieron una pérdida de empleo sin precedente, y quedaron sin sueldo, sin dinero, con miedo a la enfermedad y sin alimentos en la mesa. 

Indica el estudio COVID-19 entre trabajadores agrícolas ejecutado por 6 organizaciones comunitarias que abarcó 1,000 entrevistas telefónicas con trabajadores en todo el estado y cuyos resultados se analizaron en un seminario convocado por SAREP, el Programa de Investigación y Educación sobre Agricultura sostenible.

Expertos y defensores de los agricultores ven en la crisis de la pandemia una oportunidad para cambiar aspectos disfuncionales del sistema alimentario.

SAREP COVID-19 Farmworkers

California es líder en agricultura en el país, es una industria que genera 50 mil millones dólares y emplea a 800 mil trabajadores. Sin embargo, la mayoría de los trabajos son temporales y el ingreso es menor a los 18 mil dólares anuales. En mayoría los trabajadores son inmigrantes, con escolaridad promedio de 4o año y muchos hablan dialectos indígenas. Noventa por ciento son nacidos en México y sesenta por ciento indocumentados.

“El estudio tienen información que realmente abre los ojos sobre todo las condiciones de vida insalubres y de trabajo peligrosas. Además de la falta de acceso a la red de programas de seguridad y otras cosas que realmente se amplificaron durante la crisis de COVID-19”, dijo Bonnie Bade profesora médico antropólogo en la Universidad de California en San Marcos, una de las autoras del estudio. “Los trabajadores perdieron los salarios y el trabajo, y la educación en el hogar creó un problema masivo entre las familias de trabajadores agrícolas en todo el estado por la falta de acceso a internet.”

Datos sobresalientes de este estudio indican que: 

  • Hubo una perdida sin precedentes del empleo. Casi la mitad de los encuestados 46% informaron una disminución de trabajo con la consiguiente pérdida de ingresos. “Soy indocumentado, no califico para ninguna ayuda y tengo una familia que sí necesita ayuda, eso me preocupa,” dijo un trabajador agrícola en Santa María  durante las entrevistas. 
  • La mayoría no tiene seguro médico, y por su condición de indocumentados sienten miedo de usar los servicios públicos de salud. “No tengo seguro y es muy caro recibir tratamiento o ser hospitalizado. No tengo muchos ingresos y en caso de muerte por coronavirus los gastos serían mayores.” dijo un trabajador del Valle de Coachela. 
  • Los trabajadores agrícolas reportaron que pocos empleadores ofrecieron cubre bocas. “Nos entregaron cubre bocas, pero no lo suficiente para 80 personas. Solo nos dieron para 10 personas”, dijo un trabajador agrícola en el condado de Madera. 
  • La educación a distancia generó alto nivel de angustia en las familias de los trabajadores agrícolas por problemas de hacinamiento, carencia de computadoras, internet y otros recursos necesarios. 

“Inseguridad alimentaria es un problema mucho más grave en la población de campesinos. Potencialmente se da 2 o 3 veces con más frecuencia que entre la población en general,” indica Susana Matías Medrano experta en nutrición de Extensión Cooperativa quien colaboró con este estudio que encontró que 70 por ciento de los encuestados dijeron que tenían dificultad para pagar los alimentos.  

El hambre y la obesidad, están relacionados porque la comida chatarra, alta en azúcar, grasa y sal, es más barata, pero causa obesidad, diabetes y con COVID-19 el peligro aumentó.  

Investigaciones han mostrado que más del 80% de los trabajadores del campo tienen sobrepeso u obesidad. “Eso era muy preocupante para mi cuando empezamos a entender que las personas con obesidad estaban en mayor riesgo de complicaciones y muerte por COVID y  lo que más me sorprendió es que también tienen más riesgo de infectarse comparado con personas que no tienen obesidad,” dijo Matías.  

De ahí la importancia de los talleres de nutrición que imparte Extensión Cooperativa por todo el estado. “Mis colegas, que están en los condados, son una fuerza laboral masiva que provee educación nutricional a través de las escuelas y otras organizaciones,” dijo Matías. 

Sin embargo, para llevar a los trabajadores agrícolas la educación de nutrición hay barreras como el lenguaje y el miedo, por lo que es crucial trabajar con las organizaciones comunitarias que conocen a los trabajadores agrícolas para empezar a crear puentes. Otra idea que se presentó es trabajar con promotoras de salud que son personas en las mismas comunidades agrícolas que entienden el lenguaje y la cultura para que ayuden a llevar educación preventiva. 

“California Institute for Rural Studies tiene una lista de organizaciones de base comunitaria en todo el estado que están muy ansiosas por trabajar con entidades grandes como Extensión Cooperativa para poder acceder a un público más amplio de trabajadores agrícolas, “dijo Bade durante el seminario. 

Así empiezan a proyectarse lo que podrían ser los primeros pasos hacia un reto mayor: la inclusión hacia el bienestar para los trabajadores agrícolas.


By Norma De la Vega
Author - Broadcast Communications Specialist III