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La diabólica bacteria….me hizo hacerlo
Estudios realizados por la Universidad de California en San Francisco muestran que también debemos prestar atención a lo que está dentro de nuestros intestinos.
Las bacterias intestinales pueden afectar tanto los antojos como nuestro estado de ánimo para hacernos comer lo que ellas desean, y con frecuencia nos lleva a la obesidad, según un artículo publicado este mes en el diario BioEssays.
Los investigadores concluyeron, a partir de una revisión de literatura científica, que los microbios influyen en la conducta alimenticia y elecciones dietéticas de los humanos a favor del consumo de ciertos nutrientes con los que se desarrollan mejor, en lugar de vivir simplemente de manera pasiva de los nutrientes que nosotros elegimos mandarles.
“Las bacterias intestinales son manipuladoras”, dijo Carlo Maley, autor del artículo señalado, quien además es director del Centro para la Evolución y Cáncer del Centro Integral Familiar de Oncología Helen Diller de la UCSF. “Existe una diversidad de intereses representados por el microbioma, algunos de ellos alineados con nuestros propios objetivos alimenticios y otros no”.
Nosotros también podemos influir en esta diversa comunidad de microbios, a los que colectivamente se les conoce como microbioma, alterando lo que ingerimos, dijo Maley, con cambios considerables en el microbioma dentro de las primeras 24 horas de dieta.
“Nuestra alimentación tienen un gran impacto en las poblaciones microbianas del intestino”, dijo Maley. “Es todo un ecosistema y se desarrollan en minutos”.
Los intestinos son un creciente campo para la de investigación.
Michael Fischbach, profesor adjunto de bioingeniería y ciencias terapéuticas de UCSF, estudia las bacterias intestinales y cómo podría ayudar a revelar las causas y nuevos tratamientos para la enfermedad de Crohn y la obesidad.
“Cuando veo una persona, no solo veo a un agradable y brillante ser humano”, señaló Fischbach. “Veo las bacterias subiéndosele por todas partes y viviendo en cada superficie expuesta y no expuesta en todo su cuerpo. Y usted tiene suerte que estén allí porque estas bacterias son muy importantes para usted. Hacen que su sistema inmunológico funcione apropiadamente. Le ayudan a digerir los alimentos y producen importantes químicos que sirven como vitaminas para su cuerpo”.
Ayudados por los avances en la tecnología de secuenciación genética, Fischbach y sus colegas están explotando la bacteria intestinal para productos naturales – pequeñas moléculas de los microbios – que podrían contener la clave para el tratamiento de enfermedades.
“Antes, se solía viajar hasta la costa de Palau para extraer los sedimentos del océano en busca de medicamentos”, indicó Fischbach. “!Ahora, solo basta con revisar nuestros intestinos!”
Fischbach habló de su investigación acerca de los intestinos junto con su colaborador Justin Sonnenburg, un microbiólogo de la Universidad de Stanford con especialidades de la UC Davis y UC San Diego, durante la reciente New York Times Health for Tomorrow conference (Conferencia del New York Times para la Salud del Mañana), realizada en el Centro de Conferencias Mission Bay de la UCSF.
“La belleza de iniciar una investigación es que no sabe dónde vas terminar”, manifestó Fischbach después de su presentación en el panel. “Es agradable ir a bordo de una travesía en la que no se sabe donde desembarcará la nave. Espero que ello mejore la salud humana”.
Si desea leer más:
-Do gut bacteria rule our minds?, ¿Gobierna la bacteria intestinal nuestra mente?, UCSF
-Our microbiome may be looking out for itself, Nuestro microbioma podría estarse, preocupando por si mismo, New York Times
-The next frontier of medicine, La próxima frontera de la medicina, Slate
-Culturing for cures, Creando cultivos para las curas, UCSF
¿Eran aquéllos buenos tiempos?
"La gente tiene una imagen romántica de las granjas de antaño", dijo Alison Van Eenennaam, especialista de Extensión Cooperativa de UC en el Departamento de Zootecnia. "Puede que se le recuerde como algo idílico, pero entonces no se producía suficientes alimentos para hacer frente al crecimiento poblacional del mundo".
Van Eenennaam, experta en genómica animal y biotecnología, re escribió la canción y planteó la pregunta, ¿Eran aquéllos buenos tiempos?, con fotos históricas de estadounidenses ordeñando vacas manualmente una por una, preparando la tierra con un arado jalado por caballos y lanzando puños de comida a las gallinas desde un balde.
La nueva versión de Van Eenennaam declara,
Esos eran días largos, mi amigo
Pensamos que nunca terminarían
Aramos y trabajamos duro siempre y todos los días
No es la vida que elegimos
Trabajábamos y nunca cabeceábamos
Esos eran días duros, oh sí, esos eran días duros.
Hay estadísticas intercaladas en el video que revelan lo lejos que ha llegado la agricultura moderna. Por ejemplo, la población de ganado lechero de Estados Unidos llegó a los 25.6 millones de animales en 1944. Para 1997, una mejoría en genética y en el manejo de las lecherías incrementó la producción de leche por vaca en un 370 por ciento, reduciendo en más de la mitad el número de vacas necesarias para producir leche para los consumidores estadounidenses.
El video destaca que, en 1923, se tomaba alrededor de 112 días para producir un pollo para asar. En el 2000, se logró producir un pollo mucho más grande en 48 días.
"Si se van a gastar recursos para alimentar y albergar una vaca feliz”, señaló Van Eenennaam, "tiene sentido que el alimentar a una vaca eficiente, que rinde un alto nivel de producción, reduce la cantidad de alimento necesario y desechos que se generan al producir un vaso de leche o una libra de carne".
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Siguiendo el rastro de las reses
Investigadores de la UC pueden rastrear reses, desde su nacimiento hasta la muerte, mediante la asignación de un simple número de identificación de 15 dígitos. Esto les permite obtener valiosa información para las investigaciones del ganado sobre fertilidad, genética y salud. Además les ayuda a seleccionar ganado para cría con las características de la carne deseadas como sabor y terneza.
En el mercado actual de la carne, una sola vaca puede cambiar de propietario muchas veces durante su vida al ser trasladada de su rancho de nacimiento, a los corrales de engorda, al rastro y finalmente al supermercado o carnicería. Durante este proceso se pierde información muy necesaria y, junto con esto, la capacidad de rastrear de qué vaca proviene originalmente algún filete.
Durante varios años los investigadores de UC Davis han estado usando etiquetas redondas electrónicas en las orejas de cada becerro que nace en la manada de investigación en el Centro Sierra Foothill de Investigación y Extensión de la UC, en las estribaciones del noreste de Sacramento.
Las etiquetas de orejas contienen un número de identificación de radiofrecuencia específico para cada vaca, el cual es escaneado con una varilla electrónica; este es un sistema similar al que se usa para rastrear los paquetes que son transportados de un día para otro o los libros en las bibliotecas. Los vaqueros usan un dispositivo portátil en donde ponen toda la información cuando el ganado bovino es procesado; esta es luego transmitida, vía una antena de acceso a distancia, a los bancos de datos en la computadora principal.
El sistema integrado de recolección de datos se está usando para emprender estudios sofisticados sobre genética del ganado, con el propósito de mejorar su reproducción”. El genotipo de cierto ganado vacuno y lechero se adapta mejor a sistemas de producción que dependen de pastos y heno”, escribieron en la edición de abril-junio del 2010 de la revista científica California Agriculture, los investigadores de Extensión Cooperativa de la UC Alison Van Eenennaam y sus colegas. “Esto puede incluso hacer posible la selección de animales para que puedan crecer a un tamaño determinado con menos alimento ó que sean menos susceptibles a ciertas enfermedades”.
“Estas tecnologías también brindan un gran potencial para hacer posible una producción de productos animales más nutritivos y seguros. También pueden ayudar a que los consumidores seleccionen carne de animales, con una huella ecológica reducida – es decir criados de tal manera que se tiene muy en cuenta su impacto en el medioambiente – y, a la vez, mejorar el bienestar de los animales dada la disminución en enfermedades”.
Preparado por Janet Byron
Adaptado al español por Norma De la Vega
Dan Myers