California es sede de 4 de 8 impuestos que se imponen a las bebidas azucaradas en los Estados Unidos para desalentar su consumo, pero, en realidad ¿se ha reducido el consumo?
Una investigación en UC Davis indica que, en la mayoría de los casos, los impuestos a los refrescos NO redujeron las ventas al menudeo y aunque si han tenido éxito en recaudar fondos para financiar los programas para la reducir el consumo y mitigar los efectos negativos sobre la salud, una cantidad desproporcionada de estos ingresos fue generada por familias de bajos ingresos.
A nivel mundial, el costo de la atención médica debido a las enfermedades por la obesidad, asciende a más 2 billones de dólares, razón por la que muchos gobiernos analizan qué hacer para reducir su consumo y los problemas que generan en la salud y la economía.
La Organización Mundial de la Salud (WHO) recomienda el impuesto a las bebidas azucaradas como medida para desalentar el consumo y prevenir las enfermedades causadas por el sobrepeso como diabetes, alta presión, alto colesterol, problemas del corazón y más.
A fin de evaluar si ese enfoque ha tenido éxito en California, economistas de UC Davis analizaron los precios y los efectos en las ventas del impuesto de un centavo que se aplica a las bebidas endulzadas, por cada onza fluida, en tres ciudades de área de la bahía: Berkeley, Oakland y San Francisco.
“Los impuestos a las gaseosas en las comunidades del área de la bahía en California, por lo general, han tenido poco impacto en la venta de las bebidas azucaradas” manifestó Richard Sexton, coautor del estudio y profesor del departamento de Agricultura y Recursos Económicos en UC Davis.
Asimismo, tras analizar la compleja fórmula que se adoptó en California, en la implementación de los impuestos a las sodas, se encontró que hay varios factores que evitan que el peso total de la carga fiscal se transfiera directamente al consumidor para no ahuyentarlo.
Después de analizar la “tasa de transferencia del impuesto” encontraron que en la mayoría de los casos era bastante baja, al principio, aunque fue aumentando paulatinamente, y citan como ejemplo, el caso de Berkeley, la primera ciudad en el país donde se impuso este impuesto y donde el gravamen al principio era bastante bajo, pero con el tiempo creció de 45 a 77 por ciento y paralelo al aumento del impuesto se fue dando una reducción importante en la venta.
De ahí que se concluyó que se requiere más tiempo para que los impuestos a las bebidas azucaradas cumplan con su propósito de desalentar el consumo. Aún más, debido a que las familias de bajos ingresos tienden a consumir más sodas, los autores también evaluaron la forma en la que los impuestos afectan el precio y el volumen de las ventas en vecindarios de ingresos bajos, medios y altos.
“Los impuestos a las sodas afectan más duro a los consumidores de bajos ingresos y hay pocas pruebas que demuestren que el gravamen ha desalentando el consumo”, sostuvo Kristin Kiesel, codirectora del programa Diversidad e Inclusión en la Investigación, Educación y Capacitación Profesional en UC Davis. “Lo que significa que la carga fiscal más pesada recae en las familias de bajos ingresos y no les beneficia en su salud.”
Otros Recursos en inglés: ¿Qué tan bien funcionan los impuestos a las bebidas azucaradas en California? escrito por Lang, Kiesel y Sexton, publicado por la UC Giannini Foundation of Agricultural Economics en ARE Update 26(3): 1–4, gratis en línea en https://giannini.ucop.edu/filer/file/1676490133/20606.
ARE Update es una revista bimensual publicada por la Fundación Giannini de estudios económicos en agricultura. Visite su sitio en la red https://giannini.ucop.edu.
Adaptado al español por Leticia Irigoyen del artículo en inglés
Editado para su publicación por Norma De la Vega