El Proyecto de Ley Agrícola de Estados Unidos va a ser renovado este año y lo que pase con esta legislación de 400 mil millones de dólares y más de 5,000 páginas afectará lo que comerán decenas de millones de estadounidenses — y también lo que no comerán — en los próximos años. El pasado 5 de abril, la Facultad de Recursos Naturales de UC Berkeley proporcionó comentarios muy útiles, con un panel de reconocidos expertos en el tema, al instar al público a hacer oír sus voces en la búsqueda de la forma de, como la panelista Karen Ross, Secretaria del Departamento de Alimentos y Agricultura de California, lo indicó “acercar más a agricultores y consumidores”.
Al mirar la historia de la iniciativa de ley, no es sorprendente que los dos grupos se hayan separado. La ley agrícola fue implementada durante la Gran Depresión en la década de los 30 con el fin de incrementar los precios de los productos y el ingreso de los granjeros, dijo Gordon Rausser, profesor de economía y recursos agrícolas y moderador del evento. Los productos en los que se enfocó — granos comestibles, granos de pienso, productos lácteos, tabaco y cacahuates — se convirtieron en fuerzas políticas arolladoras mientras que muchos de los alimentos en nuestras mesas — frutas, verduras y nueces — fueron relegados a la categoría de “cultivos especializados”.
El brócoli y las naranjas….¿cultivos especializados? “Eso es lo que cultivamos aquí en California”, mencionó Ross. Y eso es lo que se encuentra en el plato de alimentos del Departamento de Agricultura de EUA. La funcionaria manifestó que en los últimos 15 años estos cultivadores han tomado un papel más activo en el proyecto de ley agrícola para asegurarse que no se les margine más.
Durante ocho décadas, el proyecto de ley se ha transformado de un proyecto de ley de granjas a uno de alimentos, según mencionaron los panelistas. Un 77 por ciento del proyecto de ley ahora apoya al Programa Federal de Asistencia de Nutrición Suplementaria (Supplemental Nutritional Assistance Program), conocido por sus siglas en inglés como SNAP, la reinvención del programa de estampillas o cupones de alimentos.
Ken Hecht, quien se acaba de jubilar de su cargo como director de Promotores de Políticas Alimentarias de California (California Food Policy Advocates), ofreció algunos datos sobre los beneficiarios de SNAP:
- 50 por ciento pertenecen a hogares de trabajadores
- 93 por ciento viven por debajo del nivel de pobreza
- 50 por ciento son niños
- 75 por ciento son hogares con niños
“Hay 1.3 millones de niños que están recibiendo suficientes alimentos debido a este programa”, dijo Hecht, agregando que el programa “evita todas esas consecuencias provocadas por la inseguridad alimentaria que todos conocemos: falta de nutrición y salud adecuadas, y falta de oportunidades, rendimiento académico y desarrollo social”. El programa no sólo ayuda a sus participantes, indicó Hecht, sino también al resto de las personas en la comunidad.
Además de SNAP, durante la presentación también surgió el tema del apoyo a la agricultura sostenible. Con el fin de que se entendiera, el autor de In Defense of Food (En Defensa de los Alimentos) y profesor de periodismo en UC Berkeley, Michael Pollan, ofreció a la audiencia la perspectiva de un marciano: nosotros los terrícolas estamos en este momento comiendo petróleo en lugar de luz solar. A lo que él se refirió como el “almuerzo gratuito de fotosíntesis” fue intercambiado a partir de la década de los 40, por una agricultura industrializada y de alta producción que depende de pesticidas, maquinaria y grandes corrales de engorde. Pollan señaló que mientras que los agricultores tuvieron un enorme éxito en la obtención de sus metas de producción, los costos vinculados al medio ambiente colocan a la agricultura en la segunda posición, después de los automóviles, en producir combustible fósil y en la productora de un 20 a 30 por ciento de los gases de efecto de invernadero de todo el país.
Pollan recomienda que debería aplicarse un criterio simple a cada provisión del proyecto de ley agrícola, desde el apoyo a los mercados de granjeros, hasta el programa SNAP y las estructuras de pago poco claras: “La pregunta que debemos hacernos a nosotros mismos es ¿está esto empujando a la agricultura de regreso al sol o la está dejando para que siga dependiendo del combustible fósil?”, perguntó el experto. “Creo que ese es el estándar que necesitamos aplicar”.
Luego hizo énfasis en la conexión que existe entre buenas prácticas alimentarias y buenas prácticas del medio ambiente, y llamó a SNAP la prioridad número uno de EWG. “Estamos tratando de inyectar el tema de buena alimentación al proyecto del ley agrícola como una preocupación legítima de la política pública”, indicó. Enseguida citó un programa piloto de botanas saludables, en el que los evaluadores conocieron a estudiantes que nunca antes habían visto una piña, un apio o zanahorias. “Deberíamos estar dedicando miles de millones a este programa ... para que los niños se interesen en frutas y verduras".
Cook manifestó que mucho de lo que mueve al proyecto de ley es la política de los miembros de los comités que desean asegurar subsidios para sus estados de origen y conjuran el espectro de la reciente debacle de “la baba rosa” o pink-slime para mostrar lo efectivo que un poco de activismo puede ser. Si no participa es bajo su propio riesgo, dijo Cook. “Te garantizo que obtendrás más de lo mismo o peor”.
Pollan les ofreció el consejo de uno de los empleados de Cook: “Todo lo que necesitas hacer es simplemente llamar a tu representante legislativo y decirle que deseas más alimentos saludables y ambientalmente sostenibles”.
El evento fue una presentación de la Conferencia sobre Conservación Horace Albright de la Primavera 2012 de la Facultad de Recursos Naturales de UC Berkeley.