Conforme crece el movimiento alimentario local y los consumidores demandan información acerca de dónde provienen sus alimentos, un mayor número de tiendas de abarrotes e instituciones están buscando un acceso mayorista a frutas y verduras locales. Para hacer la conexión entre productores y minoristas, las redes de distribución están adoptando un papel cada vez más importante en el sistema alimentario local. Con más frecuencia, los granjeros se están uniendo o iniciando su propios centros de distribución de alimentos para combinar sus productos a los de otros granjeros y moverlos más fácilmente al mercado y completar la cadena de la granja al tenedor.
Nuevos reportes dados a conocer por el Programa de la UC para la Investigación y Educación sobre la Agricultura Sostenible (UC Sustainable Agriculture Research and Education Program) conocido por sus siglas en inglés como SAREP, muestran que, mientras que los centros de alimentos ayudan a cerrar la brecha en cuanto a los esfuerzos de distribución, los granjeros deben invertir de manera cuidadosa. UC SAREP ha creado el Juego de Herramientas para el Granjero (Farmer Toolkit) para aquellos interesados en ser parte del centro de alimentos.
“Queríamos presentar algunas interrogantes sobre la mesa para que, antes de que los granjeros empezaran a participar en alguna empresa, supieran algunas cosas de las que vale la pena enterarse”, dijo Gail Feenstra, coordinador académico de la UC SAREP.
“Cuando los centros de alimentos funcionan adecuadamente”, señaló Feenstra, “el granjero obtiene un mayor precio por sus productos y lo mismo pasa con todo a lo largo de la cadena de suministros. Los consumidores obtienen la satisfacción de saber de dónde provienen sus alimentos y que son de buena calidad”.
Pero los retos que enfrentan los centros de alimentos son considerables. Los granjeros que operan sus propios centros de alimentos deben operar dos negocios paralelamente—una granja y un centro de distribución. Y mientras que con frecuencia los centros de alimentos tienen éxito en mantener los valores sociales y del medio ambiente de sus productos como algo de alta prioridad (que son orgánicos, locales o cultivados por una familia de granjeros, para nombrar sólo algunos valores), las empresas muchas veces ponen en peligro sus planes empresariales quedándose en el camino.
“Y si están tratando de crear un sistema paralelo al centro de distribución regular, no obtienen buenos resultados porque la estructura no existe”, manifestó Feenstra.
Los centros de distribución tradicionales que han sido el estándar en la distribución de frutas y verduras están increíblemente bien establecidos comparados con los nuevos centros de distribución. Al indagar sobre las redes de distribución existentes, “nos dimos cuenta que existen sociedades realmente muy antiguas entre los distribuidores”, indicó Feenstra. “Se remontan a décadas y generaciones atrás”.
Para los granjeros que buscan mantener sus valores sociales y del medio ambiente incrustados en sus productos, abandonar las redes de distribución tradicionales, no sería la forma de obtener buenos resultados. En su lugar, “un mejor modelo a seguir serían las sociedades creativas entre participantes tradicionales y alternativos. En los casos en los que se pueden formar cooperativas de granjeros en las que ellos son dueños del proceso y cuentan con una buena administración, hay que tomar en cuenta que es algo que se edifica lentamente, que no puede suceder de la noche a la mañana. Pero si pueden tener éxito”, dijo Feenstra.
El juego de herramientas tiene la intención de darle a los granjeros una mejor noción de cómo obtener ese éxito y cómo integrar el valor de producir frutas y verduras de forma sostenible en la cadena de suministros.
Usted puede encontrar el juego de herramientas para el granjero y más información sobre las cadenas de suministros de alimentos que se basan en valores, en el sitio Web de UC SAREP.