El desbroce de hábitats cercanos a campos de cultivos no redujo los niveles de patógenos
Los esfuerzos por mejorar la seguridad alimentaria removiendo la vegetación silvestre que rodea los campos de cultivo no están siendo efectivos y, en algunos casos, hasta podrían ser contraproducentes, según un nuevo estudio encabezado por investigadores de la Universidad de California en Berkeley.
Los resultados, reportados el pasado 10 de agosto en el diario Proceedings de la Academia Nacional de Ciencias, puso en duda la efectividad de remover la vegetación no comestible como una forma de reducir la contaminación de campos de cultivo de frutas y verduras producida por patógenos que causan enfermedades. Esta práctica llevó a una extensa pérdida de hábitats en una región que es globalmente importante para la producción de alimentos y recursos naturales.
La práctica fue implementada ampliamente en respuesta al brote de E. coli en el 2006 en espinacas empaquetadas que provocó la muerte de tres personas y enfermó a cientos más en Estados Unidos. El brote fue rastreado hasta una granja en la Costa Central de California, una región que suministra más del 70 por ciento de las verduras para ensaladas. La cepa de la E. coli fue encontrada en todo el entorno de la granja, incluyendo la heces de ganado vacuno y jabalíes que se encontraban cerca, pero la causa del brote nunca ha sido oficialmente determinada.
"Mucha de la culpa de ese brote se le adjudicó a la vida silvestre, aun cuando las tasas del E. coli entre la misma son por lo general muy bajas", señaló Daniel Karp, estudiante de posgrado de NatureNet del Departamento de Ciencias del Medioambiente, Políticas, Manejo y Conservación de la Naturaleza de UC Berkeley, quien encabezó el citado estudio. "Ahora, los granjeros son presionados por los compradores para que implementen prácticas para ahuyentar a la fauna silvestre de los campos de cultivo. Esto incluye limpiar las áreas de arbustos, plantas y árboles que podrían servir como hábitat o fuente de alimentos para animales silvestres. Nuestro estudio encontró que esta práctica no ha logrado la reducción de E. coli y Salmonella que la gente esperaba".
En cambio, los autores del estudio notaron que la presencia de diversos hábitats en las inmediaciones de los cultivos de alimentos puede, realmente, aportar beneficios agrícolas.
"Existe una fuerte evidencia de que los hábitats naturales que rodean a los campos de cultivo fomentan el crecimiento de la población de abejas silvestres y ayudan a que los cultivos sean polinizados", indicó la también autora principal del estudio Claire Kremen, profesora de ciencias del medioambiente, políticas y administración de UC Berkeley. "También han habido otros estudios que sugieren que un paisaje con una vida vegetativa diferente puede ayudar a filtrar el escurrimiento agroquímico y hasta la bacteria. Este tipo de dinámica no debería tomarse a la ligera".
‘No hay razón para continuar la remoción de hábitats
Los investigadores analizaron alrededor de 250,000 muestras de frutas y verduras, aguas de riego y roedores, conducidas por industrias y académicos entre el 2007 y 2013. Las pruebas se hicieron en muestras de 295 granjas de los Estados Unidos, México y Chile en busca de la presencia de las bacterias patogénica E. coli, Salmonella y cepas genéricas de la E. coli. Los investigadores combinaron la información de las pruebas con un mapa de escala sobre el uso de tierras para identificar características de los parajes que rodean los campos agrícolas.
Los investigadores descubrieron que la remoción de vegetación ribereña o de otro tipo no resultó en una menor detección de patógenos en las frutas y verduras, agua o roedores. En general, la prevalencia de la bacteria patogénica E. coli en verduras de hoja verde se ha incrementado desde el brote, aun cuando los granjeros han removido la flora de los cultivos. De hecho, con el paso del tiempo, los granjeros que removieron más vegetación experimentaron el mayor incremento de la bacteria patogénica E. coli y Salmonella en sus verduras.
"Deshacerse de la vegetación de áreas circundantes es una práctica costosa, de mucho trabajo físico que amenaza el hábitat de la vida silvestre", dijo Karp. "Puesto que no mejora la seguridad alimentaria, no hay razón para continuar con esta práctica".
Sin embargo, el estudio sí encontró que las posibilidades de detectar la bacteria patogénica E. coli era mayor cuando los campos de cultivo se encontraban a una distancia de 1.5 kilómetros de tierras de pastizales que cuando se encontraban más alejadas.
"No está claro si fue el ganado o el pastoreo silvestre lo que elevó los niveles de patógenos en esas tierras, pero hay varias maneras en las que las granjas y ranchos pueden coexistir en un sistema diversificado”, mencionó Karp.
Entre las sugerencias se incluyen:
- Dejar franjas de vegetación entre pastizales y áreas de cultivo de frutas y verduras.
- Colocar bardas para prevenir que los escurrimientos de desecho de ganado en áreas altas fluyan hacia las partes bajas
- Plantar cultivos que por lo general se deben cocinar antes de comerse, como elotes, alcachofas y trigo, entre los campos de frutas y verduras frescas y los pastizales
Reformar prácticas agrícolas
Después del brote de E. coli del 2006 en las espinacas, la industria agrícola de California implementó un programa de certificación voluntaria llamado Leafy Green Products Handler Marketing Agreement. A nivel federal, el presidente Obama firmó en el 2011 la Ley de Modernización de la Seguridad Alimentaria (Food Safety Modernization Act), considerada una de las reformas más extensas sobre prácticas agrícolas. Ambos esfuerzos se enfocaron en la prevención de brotes, en lugar de como reaccionar en caso de un brote.
En particular, ni las leyes federales ni el programa estatal establecen la remoción de hábitats de vida silvestre en torno a los campos de cultivo, pero la insistencia de los compradores particulares que quieren mantener la confianza del consumidor en sus productos, podría requerir a los granjeros que tomen medidas que van más allá de las regulaciones gubernamentales.
"Mi verdadera preocupación es que las leyes federales puedan ser interpretadas como el suelo y no el cielo de lo que los granjeros deben hacer. Existe esta idea equivocada que los campos agrícolas deben ser ambientes desinfectados y esterilizados, como un hospital, pero la naturaleza no funciona de esa manera".
El Centro para la Diversidad de los Sistema Agrícolas de la UC Berkeley, el Instituto de Alimentos de Berkeley, The Nature Conservancy NatureNet Fellowship y el Nature Conservancy of California ayudaron a financiar esta investigación.