- Author: Norma De la Vega
SAN JOAQUIN – (UC) - Cuando no hay dinero suficiente para comprar alimentos, la necesidad inmediata es calmar el hambre, y la salida fácil es la comida chatarra. Es barata, satisface el apetito y se consigue fácilmente. Pero a la larga, esta solución resulta más cara, pues el consumo de esa comida genera problemas de salud como sobrepeso, diabetes, enfermedades crónicas, del corazón y hasta algunos tipos de cáncer.
El bajo ingreso económico está asociado a la obesidad y ésta es una preocupación para los expertos de nutrición de Extensión Cooperativa de la Universidad de California, especialmente en estos días de crisis económica en que millones de trabajadores han perdido su empleo y el presupuesto familiar para los alimentos se ha visto mermado.
Anna Martin, especialista en nutrición de la UC dice que el problema radica en que algunas veces los alimentos saludables son más caros o, por lo menos, la gente piensa que lo son.
“Cuando las personas no tienen suficiente dinero para alimentar a sus familias a fin de mes recurren a las comidas gratuitas, que reparten agencias comunitarias, y las cuales algunas veces incluyen alimentos saludables y otras veces no, ya que los bancos de alimentos regalan cosas como pan, donas, dulces. Pero ahora lo que se está tratando de hacer es que los grupos de lucha contra el hambre distribuyan más frutas y verduras", indica Martin.
"Otra cosa que sucede cuando no hay suficiente dinero, agrega la especialista, es que los padres tratan de comprar comestibles para llenar el estómago de los niños pero no son alimentos saludables, como bebidas azucaradas en lugar de jugos 100 por ciento de néctar de fruta, o van a restaurantes de comida rápida donde hay menús de un dólar y los niños están felices; pero ese tipo de comidas no tiene ningún valor nutritivo, y en cambio tiene muchas calorías y es posible que esto contribuya a crear problemas de sobrepeso”, explica la especialista.
Otro problema, según Martin, es que con frecuencia en las comunidades de bajos ingresos las familias no tienen acceso a frutas y verduras a buenos precios y en lugares convenientemente ubicados.
La especialista observa que para que las personas disfruten de buena salud se debe empezar por transformar esos vecindarios. “El reto más grande es crear comunidades sanas pues sin acceso a comidas saludables, por falta de dinero y transporte, las familias no podrán realizar los cambios positivos que requiere una dieta sana”, enfatiza Martin una de las creadoras del Programa de Prevención contra la Obesidad en el condado de San Joaquín y quien a principios de este año recibió un reconocimiento por su labor.
La especialista habló de las iniciativas que un grupo de expertos de la Universidad de California ha implementado para combatir el círculo vicioso que hay entre la pobreza, malnutrición y obesidad.
Es un tema importante, pues estadísticas recientes a nivel nacional indican que poco se ha podido hacer en la lucha contra la obesidad. El Centro para el Control de las Enfermedades (CDC) indica que ninguna entidad en el país ha logrado la meta de reducir al 15 por ciento el problema de obesidad. California se encuentra en el promedio general que registra que entre 20 y 29.9 por ciento de los residentes del estado están obesos.
La obesidad es una epidemia nacional que está causando un enorme derrame de recursos, y gastos médicos y propiciando una baja calidad de vida, indica el nuevo estudio. Destaca que la obesidad es un problema complejo que requiere de la acción a nivel individual y comunitario.
Martin, nos ofrece algunas ideas que ya se han puesto en marcha en el condado de San Joaquín y que han arrojado algunos resultados positivos:
Promover los cambios que requiere su vecindario.- “Si las tiendas de la esquina de su vecindario no venden frutas y verduras a precios al alcance de su bolsillo, entonces debería organizarse y solicitar a los encargados y dueños de las tiendas que ofrezcan más comida saludable a precios módicos”, dice Martin. Ella sugiere a los residentes hacer una lista de sus necesidades y presentarla a los líderes comunitarios para empezar a hacer los cambios indispensables para que la gente pueda adoptar un estilo de vida sano. Por ejemplo, si en su vecindario no hay parques ni rutas seguras para caminar, y en cambio hay mucho graffiti y delincuencia, esto se debería reportar a las autoridades para que trabajen en el cambio.
También sugiere algunas opciones que se pueden practicar a nivel personal:
Buscar ofertas, consumir frutas y verduras de temporada o comprar alimentos congelados.- “Con frecuencia las frutas y verduras que a los niños les gustan se pueden comprar congeladas y son, por lo general, tan saludables como los alimentos frescos y no son caras. Es más, en muchas ocasiones los alimentos congelados se procesaron en el mismo sitio donde se cultivaron y no estuvieron a la intemperie por largos periodos; por lo tanto estos alimentos pueden tener igual o más vitaminas que los frescos. También las verduras en lata tienden a ser más baratas pero hay que tener cuidado que no se les haya añadido mucha sal”, sostiene Martin. Además los alimentos congelados no tienen el riesgo de echarse a perder y eso ayuda a economizar y cumplir con la recomendación de comer cinco o más tipos de frutas y verduras diferentes cada día para obtener las vitaminas y minerales que el cuerpo necesita.
La especialista enfatiza que cambiar los hábitos alimenticios es un proceso largo y para lograrlo los expertos han implementado diferentes técnicas. Por ejemplo, en un programa de cuidado infantil "Después de la Escuela", personal de Extensión Cooperativa de la UC le enseñó a los niños que es importante comer alimentos sanos, como lo señala el sitio en español de Mypyramid.gov.
Martin recuerda que en uno de esos talleres se presentaron “doscientos padres de familia; entonces queda claro que siempre que se involucra a los niños en algún proyecto, los padres también van a participar”, subraya la especialista.
Acuda al mercado de granjeros de su vecindario.- La experta también sugiere que si en su vecindario no hay un mercado de granjeros, en donde muchas veces se ofrecen frutas y verduras a precios más baratos, que los residentes se organicen y promuevan su implementación, y que traten de consumir frutas y verduras de la temporada que suelen ser mucho más baratas.
Busque los programas gratuitos sobre nutrición que se ofrecen en su comunidad. -Expertos de la UC ofrecen programas educativos sobre nutrición en casi todas las comunidades en donde también se ofrece información sobre los programas gubernamentales de alimentos gratuitos que están disponibles para ciertas familias de bajos recursos. Ahí podrá aprender: qué hacer para mejorar su alimentación, cómo hacer rendir el dinero, cómo preparar y preservar los alimentos de una manera segura y otros temas.
“Tenemos educadoras que van a los vecindarios de bajos ingresos, ya sea para entrenar a personal de agencias comunitarias como Head Start o para educar a las familias sobre qué es saludable. Tenemos las lecciones, los folletos. Hacemos demostraciones de comidas y la gente aprende y se divierte”, enfatiza Martin.
La especialista reitera que cambiar los malos hábitos alimenticios toma tiempo, pero paso a pasito más gente está aprendiendo. “Las personas saben que deben comer más frutas y verduras y menos alimentos con sal y harinas. Que no deben consumir bebidas azucaradas y que deben beber más agua. También se puede hacer ejercicio sin gastar dinero pues se pueden crear clubes de caminatas en el vecindario“, dice Martin y concluye que siempre habrá alternativas para comer saludablemente y cuidar uno de los bienes más preciado que posee un ser humano: la salud.
Para conocer qué programas hay disponibles en su condado vaya al sitio en Internet de la División de Agricultura y Recursos Naturales de UC, haga clic en "Qué es ANR", y luego, haga clic en "Oficinas de Extensión en California" donde encontrará su condado.