- Author: Alberto Hauffen
RIVERSIDE (UC)- Beber un refresco gaseoso para calmar la sed en días calurosos parece ser la solución ideal. Pero expertos de la Universidad de California advierten del impacto que el consumo excesivo de bebidas endulzadas tiene en la epidemia de obesidad que amenaza a niños y adultos.
"No tienen nada bueno: mucha sal, mucha azúcar, y muchas calorías", indica la educadora de nutrición Liz Armijo, de Extensión Cooperativa de la Universidad de California en el condado de Riverside.
Armijo y sus colegas enfatizan que el consumo excesivo de gaseosas, o sodas, como se les conoce comúnmente a los refrescos carbonatados, contribuye en gran medida al aumento de obesidad, junto con el consumo también excesivo de comidas procesadas y la falta de actividad física.
Los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades, CDC por sus siglas en inglés, señalan a los refrescos embotellados como la fuente principal del azúcar agregada en la alimentación de menores de 19 años; lo mismo ocurre entre los adultos. Eso los expone a enfermedades degenerativas como la diabetes y problemas cardiovasculares desde una edad más temprana.
Un estudio conjunto de la Universidad de California en Los Ángeles y el Centro Defensor de Políticas de Salud Pública indican que el consumo de sodas continúa elevándose entre niños y adultos de todos los sectores de la población de California. El aumento es más notorio entre las minorías étnicas, sobre todo entre inmigrantes latinos.
Por eso Armijo y sus colegas se esfuerzan en hacerles ver a lo que se exponen al beber sodas en vez de agua, en las clases de nutrición que ellas ofrecen en escuelas y centros comunitarios.
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“La soda es muy común en nuestra comunidad hispana, lamentablemente, porque sabemos que la obesidad trae otras enfermedades crónicas como la diabetes, la hipertensión”, señaló la educadora comunitaria de la UC.
Según los CDC, las tasas de obesidad se han triplicado en los últimos 30 años, en gran parte a causa del consumo excesivo de sodas. En sondeos recientes se encontró que los muchachos de 12 a 19 años beben como promedio 22 onzas de soda diariamente, más del doble de la cantidad de leche que consumen por día. Las muchachas en esas edades beben 14.3 onzas de soda y 6.3 onzas de leche como promedio.
El aumento de obesidad ha crecido a la par del consumo de sodas y refleja la forma en que han aumentado también los tamaños en que se venden esas bebidas, según Robert Lustig, catedrático en endocrinología de la facultad de medicina de la UC en San Francisco.
En sus conferencias, Lustig pone como ejemplo a la Coca Cola, la marca más famosa y que inició la industria de refrescos embotellados. Se vendía en botellas de 6.5 onzas en 1915. En su estudio, "Azúcar: amarga verdad", Lustig hace ver que con tan sólo consumir esa cantidad de bebida diariamente, una persona puede ganar ocho libras de peso al año.
El científico hace ver que el contenido en los envases de ese producto se elevó a 10 onzas en 1955, y a 12 onzas en 1960. Desde 1992, se ofrece también en botellas de 20 onzas. Según Lustig, consumir esa cantidad podría resultar en 26 libras de peso al año.
El consumo de soda quedó prácticamente fuera de control cuando la industria de comida rápida comenzó a ofrecerla en vasos desechables que han ido creciendo en tamaño en los últimos 30 años. Ahora usualmente el cliente puede llenar esos envases a su antojo y cuantas veces lo desee.
Las gaseosas se elaboran básicamente como agua carbonatada para hacerlas efervescentes y se les agrega color y sabor artificial; esto último se logra al añadir sal (sodio), y azúcar o sirope de maíz y otros endulzantes, pero en cantidades que a largo plazo resultan nocivas para la salud. Un envase de 12 onzas de soda puede contener hasta 40 gramos de azúcar.
Lustig también hace ver los efectos de los ingredientes típicos en ese tipo de bebidas: el exceso de azúcar se acumula en el organismo y se convierte en grasa, de ahí que la obesidad sea uno de los resultados más obvios. La cafeína, por ser diurético, obliga al cuerpo a desechar líquido. Según él, eso se confabula con el efecto de otro ingrediente básico en las sodas: el sodio.
"¿Que ocurre cuando consumimos sal?", pregunta Lustig en sus ponencias. "¡Nos da más sed!", es la respuesta generalizada.
El endocrinólogo de la UC en San Francisco recalca que la acumulación de azúcar en el organismo es la causa principal de la epidemia de obesidad y el aumento de diabetes y enfermedades cardiovasculares, que en proporción cada vez mayor afecta también a los niños.
Por eso en sus clases Armijo y sus colegas tratan de convencer a los niños y a sus padres del efecto del consumo excesivo de sodas.
“No queremos que los niños comiencen a sufrir con esas enfermedades desde chicos, porque algunos ya comienzan con diabetes", explicó. "Los encontramos en las edades de secundaria. Y también con los jóvenes de la preparatoria”.
A manera de ilustrar el problema atribuido a las sodas, en una mano Armijo sostiene uno de los vasos desechables usados en la venta de esas bebidas en los restaurantes de comida rápida y tiendas de autoservicio. En la otra mano, sostiene una bolsita de plástico transparente con una cantidad equivalente al azúcar en ese envase.
"Este vaso, de 32 onzas, tiene 24 cucharaditas de azúcar. Usted puede ver cuanta azúcar es", dice Armijo. "Lo demás agua, algo de sal y color de caramelo". También usa uno de los vasos tamaño "súper", de 44 onzas en las que el contenido de azúcar llega a 33 cucharaditas.
“No necesitamos toda esa azúcar porque, como expliqué, son calorías vacías. No tienen nada de nutrición", recalca la educadora. "No tiene nada de vitaminas, nada de mineral. Nada bueno para nuestro cuerpo, sólo dañino”.
No obstante su impacto en la salud, el consumo de sodas va en aumento. Según el Instituto de Mercadeo de Alimentos, las bebidas carbonatadas son el artículo de mayor venta en supermercados. Las venden en una gran variedad, cantidad y a precios relativamente muy bajos.
El consumo de sodas aumenta considerablemente durante el verano, porque se les encuentra prácticamente en cualquier sitio público, como parques de diversión. especialmente donde se ofrece comida. Pero Armijo enfatiza que no son la mejor opción para calmar la sed. Beber agua es la mejor alternativa, afirmó al recalcar el impacto que el consumo elevado de soda puede tener en la salud.
"Juega un papel muy importante", señala Armijo. "Muchas veces, la gente cree que lo que toma no se va a traducir en calorías. Y, sí, lo que tomamos puede tener muchas calorías. Y tenemos que estar conscientes de eso".
Para más información relacionada con la obesidad, visite este sitio Web del Servicio de Información en Español la UC: http://espanol.ucanr.org. En la sección Temas Especiales seleccione La Prevención de la Obesidad. Encuentre también más información y consejos para prevenir la obesidad en www.asistel.org, también de la Universidad de California.