- Author: Ricardo Vela
STOCKTON-(UC)— Los expertos recomiendan que tanto niños como adultos hagan actividades físicas durante por lo menos una hora al día, dividido en varios períodos de actividad, algunos más activos que otros. Animan a los miembros de la familia a hacer estas actividades juntos, no sólo para inculcar en los niños hábitos saludables de por vida, sino también por lo divertido que es ser una familia activa.
“El mantenerse activo es parte importante de un estilo de vida saludable”, observa Anna Martin, asesora en nutrición y asuntos de la familia y del consumidor con Extensión Cooperativa de la Universidad de California. “Los padres deben alentar a sus hijos a estar activos dándoles el buen ejemplo y planeando actividades físicas en las que pueda participar toda la familia”.
Los especialistas sugieren que el ejercicio diario incluya un total de media hora de actividad moderada y otra media hora de actividades que requieran mayor esfuerzo físico. Recomiendan también limitar la cantidad de tiempo que se pasa frente a la televisión, computadora y videojuegos a no más de 2 horas diarias; asimismo, apuntan a la necesidad de beber suficiente agua al estar activos y comer alimentos saludables.
“Las actividades en familia no tienen que costar mucho dinero, pues hay muchas actividades gratis o a bajo costo en las que puede participar toda la familia”, señala Martin. Sugiere hacer una lista en familia de actividades físicas que todos disfruten, algunas al aire libre y otras en casa, para poder mantenerse activos en familia en toda época del año.
Entre las actividades bajo techo que las familias pueden disfrutar se encuentran:
- Bailar.
- Hacer ejercicios de estiramiento.
- “Formar una banda familiar” y hacer música tocando “instrumentos” hechos de artículos de cocina como cacerolas y sartenes como tambores y arroz en botellas de plástico como maracas.
- Actuar como los personajes de cuentos o libros favoritos.
- Esconder objetos por toda la casa y hacer un “mapa del tesoro” para dar pistas para encontrar los objetos escondidos.
- Hacer de los quehaceres diarios una actividad divertida pretendiendo que se trata de baloncesto y “encestando” los juguetes o ropa sucia en la caja de juguetes o canasta de la ropa.
- Jugar al boliche con pinos caseros hechos de envases de leche, botellas de jugo o cajas de cereal vacíos y una bola pequeña de hule.
- Hacer esculturas con masa casera: Mezcle 2 tazas de harina, 1 taza de sal, 4 cucharaditas de cremor tártaro, 2 tazas de agua y 2 cucharadas de aceite. Caliente a flama media hasta que se forme una bola pequeña. Retire del calor y amase hasta que quede sin grumos. Almacene en un envase con cierre hermético. Si desea, puede congelarla.
Actividades que pueden hacer en familia al aire libre:
- Salir a caminar o llevar al perro a caminar.
- Hacer burbujas de jabón y correr tras ellas tratando de atraparlas. Mezcle una taza de champú para bebé con 3 tazas de agua y use un popote o alambre delgado para soplarlas.
- Ir a nadar en familia si viven cerca de una alberca pública, río o lago.
- Organizar unas olimpiadas familiares donde todos compitan en diferentes actividades, como salto y carreras.
Los materiales necesarios para muchas actividades al aire libre sólo cuestan unos cuantos dólares. Por ejemplo, pueden:
- Trazar con gis o tiza un campo de tejo o rayuela en la acera o patio.
- Patear una pelota grande y suave.
- Llenar una bolsa de tela con frijoles secos y jugar a pasarla de una persona a otra sin dejar que caiga al suelo.
- Brincar la reata o saltar a la cuerda o lazo.
- Jugar en familia al fútbol, voleibol, baloncesto, etc.
- Montar en bicicleta o en patines.
Cuando se trata de mantener activa y divertida a la familia, ¡su mejor aliado es la imaginación!
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- Author: Ricardo Vela
DAVIS-(UC)— La obesidad juvenil ha alcanzado proporciones alarmantes. La Universidad de California se ha propuesto ayudar a jóvenes de 11 a 14 años de edad a tomar decisiones sensatas acerca de su condición física para contrarrestar el mensaje con que las industrias de la publicidad, cine y música bombardean constantemente a los jóvenes: adelgazar y ser fuerte.
Las especialistas y consejeros en nutrición de Extensión Cooperativa de la UC han creado la revista “Eatfit” (Coma bien, siéntase bien) orientada a jóvenes, así como un sitio web que incluye una variedad de información para los adolescentes; también se ofrece un paquete de información para maestros.
La revista incluye los elementos que podrían encontrarse en revistas tan conocidas como Seventeen o Teen People: reseñas de interés, pruebas cortas, colores vivos, consejos de belleza, patinetas, comida y expresiones faciales irrespetuosas. Pero el mensaje es uno de moderación en la alimentación y uso del sentido común en cuanto a la condición física. En particular, la revista indica que “cualquiera puede incorporar a su vida más actividades “, “el aumento de la fuerza es importante tanto para las niñas como para los niños”, y “tener buena condición física trae muchas ventajas, incluso sentirse más contentos, tener más energía y enfermarse con menos frecuencia”.
Antes de desarrollar los materiales, los investigadores de la UC llevaron a cabo entrevistas con jovencitos y maestros de escuelas intermedias o middle schools.
“Fue así como supimos que teníamos que estar 'en la onda', precisa Marilyn Townsend, especialista en nutrición con la UC en Davis y líder del grupo de trabajo que creó Eatfit. “Por eso decidimos usar el formato de una revista para muchachos. También nos dijeron que definitivamente querían tener acceso a información en la computadora”.
El resultado se encuentra en el sitio en inglés en Internet http://www.eatfit.net. Recetas, juegos y anécdotas del éxito personal proporcionan maneras divertidas de obtener información y motivación. Un análisis computarizado de hábitos alimenticios ayuda a los adolescentes a evaluar sus costumbres alimenticias y trazarse metas saludables que quieran alcanzar. Como parte del análisis alimenticio, los usuarios teclean los alimentos que comieron en un período de 24 horas. El sitio les ayuda a enfocarse en tipos específicos de alimentos y tamaño de las porciones. Al pulsar en “terminé de teclear los alimentos”, el programa da un análisis breve y recomienda dos metas para hacer más saludable la alimentación. El adolescente escoge una y luego recibe una variedad de cambios pequeños para ayudarle a alcanzar esa meta.
Ayuda para alcanzar las metas
“Establecemos metas y luego ofrecimos opciones dentro de esas metas”, explica Marcel Horowitz, investigadora en el proyecto. “Sabemos que comer demasiada azúcar refinada es un problema entre los jóvenes. Sabemos que las jovencitas no están consumiendo suficiente calcio. Les presentamos esas metas como opciones. Tal vez no las escojan, pero una vez que aprenden el proceso y experimentan el éxito, tal vez estén dispuestos a examinar otro aspecto de su alimentación que sería bueno que cambiaran”.
Los investigadores usaron opciones de metas en el sitio web que los mismos estudiantes sugirieron.
“Les preguntamos a los muchachos, “Si fueras a incrementar el calcio, ¿cómo lo harías?” “, indica Townsend.
Sus sugerencias conforman ahora las opciones de metas en el sitio web. Para aumentar el calcio, por ejemplo, pueden escoger tomarse la leche que queda al fondo de su tazón de cereal tres veces a la semana.
“En vez de simplemente decir, “toma más leche”, hicimos de cada meta fuera específica, pequeña, un reto y algo que pudieran hacer de inmediato”, apunta Townsend. “Si permitimos que los muchachos establezcan sus propias metas, las metas tienden a ser demasiado generales, demasiado fáciles o demasiado difíciles”.
Eatfit se enfoca en la actividad física
En la revista Eatfit, también se hace un análisis de actividades físicas. Se analizan cuatro aspectos de la actividad física: ejercicios aeróbicos, de estiramiento, para fortalecer los músculos y actividades que son parte del estilo de vida. Cada una tiene opciones de metas mayores y menores para que los estudiantes escojan según sus intereses.
“Es en el aspecto de estilo de vida donde creemos que vamos a tener un impacto mayor en la obesidad”, observa Horowitz. “Es algo que las personas pueden hacer consistentemente, pero no requiere la motivación que se necesita para participar en sesiones organizadas de condicionamiento físico”.
La idea es hacer de la actividad física parte de la vida cotidiana.
“Les enseñamos que no tienen que encontrar un lugar cerca de la puerta para estacionar su coche,” agrega Horowitz. “En vez de tomar el ascensor, pueden usar las escaleras. Arrancar hierbas y maleza en el jardín quema más calorías que ver televisión”.
El paquete de información y actividades para maestros, que incluye ejemplares de la revista, está disponibles sin costo alguno para escuelas intermedias donde se dedique un mínimo de seis horas a la educación acerca de la nutrición y donde 50 por ciento o más de los estudiantes sean elegibles para comidas gratuitas o a costo reducido. Otras escuelas pueden comprar los materiales del catálogo en Internet de publicaciones de la UC (http://anrcatalog.ucdavis.edu/). El programa de estudios cuesta $18 e incluye nueve lecciones, material adicional para reforzar cada lección, recetas, fuentes de referencia y hojas de respuestas. La revista cuesta $10 por un paquete de 10 ejemplares.
El paquete para maestros también se puede obtener en las oficinas de Extensión Cooperativa de la UC en los condado donde hay educadores en nutrición disponibles para entrenar a maestros sobre el uso del programa de estudio y brindarles apoyo. Visite esta página, http://ucanr.org/spanish/spce.cfm, para encontrar la oficina local de Extensión Cooperativa más cercana o busque “UC Cooperative Extension” en el directorio telefónico en la sección dedicada al condado o municipio.
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BERKELEY-(UC)— La obesidad, generalmente asociada al consumo excesivo de alimentos, afecta a más del 50% de madres en hogares donde el acceso a alimentos saludables es tan limitado que se pasa hambre, según un estudio de la Universidad de California.
“Si bien no se sabe el porqué de ésto, es probable que esté relacionado con el papel de la mujer de cuidar de la familia y proteger su salud a través de la distribución selectiva de los escasos recursos alimenticios”, apunta Patricia B. Crawford, especialista en nutrición con la Universidad de California en Berkeley.
Crawford y Lucía Kaiser, especialista en nutrición con Extensión Cooperativa de la UC, junto con colegas del Grupo de Trabajo del Peso Corporal y la Salud de Extensión Cooperativa, llevaron a cabo entrevistas bilingües con 561 mujeres latinas de pocos recursos con hijos entre 3 y 6 años de edad y quienes en su mayoría llevan poco tiempo viviendo en los EE.UU. Las entrevistadas residen en los condados rurales de San Benito, San Joaquin, Stanislaus y Tulare, y otras en los condados urbanos de Contra Costa y Sacramento.
Las investigadoras hallaron que casi 8 de cada 10 de las madres entrevistadas tenían sobrepeso u obesidad y 22% de sus hijos pequeños tenían sobrepeso. En 60% de los hogares había inseguridad alimentaria, es decir la falta de acceso, en diversos grados, a alimentos nutritivos durante algunos días cada mes.
“El sobrepeso ha reemplazado a la desnutrición como el problema nutricional de mayor incidencia entre los pobres”, apunta Kaiser. A pesar de que la obesidad y el sobrepeso han aumentado entre la población estadounidense durante los últimos 30 años, en décadas recientes se ha registrado el mayor aumento de peso en adultos y niños en hogares con pocos recursos.
Crawford y Kaiser hallaron una relación directa entre la obesidad en las madres y la inseguridad alimentaria. Entre mayor era la falta de acceso a alimentos saludables, mayor era la probabilidad de obesidad en la madre, condición que se encontró en 37% de las madres. Otro 40% tenía sobrepeso, un porcentaje similar a la tasa nacional entre mujeres mexicoamericanas, de las cuales 32% tiene sobrepeso y 40% obesidad.
“El sobrepeso no es sólo función de la cantidad de alimento que se consume y puede ocultar otros problemas nutricionales que se presentan cuando las familias no tienen suficiente dinero para alimentarse”, precisa Crawford.
Las especialistas y su equipo consideran que el fenómeno de la obesidad, aun cuando persiste el hambre, se debe a cambios mensuales, temporales y cíclicos relacionados con la fluctuación de ingresos, el acceso a asistencia pública, la disponibilidad de alimentos y otros cambios en las circunstancias de la familia y del hogar que posiblemente favorecen patrones alimenticios que fomentan el incremento de peso.
“Por ejemplo, durante períodos cuando hay dinero disponible para la compra de alimentos, puede haber ocasiones en que la familia come en exceso para compensar por los tiempos de escasez”, observa Kaiser. “Cuando hay alimentos y dinero disponibles, las familias pueden comer más entre comidas y en restaurantes de servicio rápido. Y durante períodos de inseguridad, el patrón de las comidas puede quedar alterado y se tiende a comer alimentos más baratos y con un alto contenido de grasa”, señala.
En un análisis detallado de la despensa familiar, las investigadoras encontraron que las fluctuaciones en las provisiones de alimentos afectan a toda la familia, incluso a los niños de edad preescolar. Al aumentar la inseguridad alimentaria en los hogares participantes, disminuyeron las provisiones de alimentos saludables como plátanos, yogur y jitomate mas no los productos menos nutritivos y costosos como el Kool-Aid, los hot dogs y cereales endulzados para el desayuno.
Entre los niños del estudio, se encontraron 22% con sobrepeso, el doble de la tasa nacional en niños mexicoamericanos entre los 2 y 5 años de edad. Las investigadoras creen que hay una mayor probabilidad de que las madres que sufrieron niveles severos de inseguridad alimentaria en la niñez estén criando a niños con sobrepeso. “Es decir que el haber estado expuesto a la inseguridad alimentaria puede influenciar a la siguiente generación”, apunta Crawford.
Además de padecer enfermedades crónicas en la infancia, estos niños pueden convertirse en adultos obesos o con sobrepeso y sufrir problemas de la vesícula, incontinencia, problemas respiratorios, depresión, degeneración de las articulaciones, cáncer, diabetes, presión arterial o colesterol altos, enfermedades del corazón y hemorragia cerebral. En las mujeres, las complicaciones pueden incluir irregularidades del ciclo menstrual, infertilidad o complicaciones durante el embarazo.
”La obesidad es un problema extremadamente complejo en el que influyen muchos factores”, precisa Kaiser, “y las intervenciones exitosas deben incluir una variedad de métodos y participación con otras agencias”. Las integrantes del Grupo de Trabajo del Peso Corporal y la Salud consideran que deben incluirse cambios en los programas de asistencia pública alimentaria, la industria de los alimentos, las escuelas y la comunidad en general. “Se debe brindar un respaldo efectivo para mejorar la seguridad alimentaria de poblaciones de pocos ingresos que incluya estrategias educativas y provisión de alimentos nutritivos para fomentar una buena alimentación tanto en casa como fuera de ella”, apunta Kaiser.
Los programas de asistencia pública alimentaria pueden ayudar a los bancos de alimentos y despensas de ayuda emergente a ofrecer provisiones de alimentos saludables; asegurarse que el uso de estampillas para alimentos sea sencillo para quien compra, vende y cultiva los alimentos; patrocinar y promover programas que unen a fuentes de alimentos saludables con poblaciones de recursos escasos; mejorar la distribución de estampillas de alimentos para incluir a las personas mayores y los trabajadores de ingresos limitados y asegurar la disponibilidad de educación sobre nutrición a toda familia que experimente inseguridad alimentaria.
Datos preliminares indican que la participación en programas de asistencia pública alimentaria pueden mejorar la selección de alimentos y reducir la incidencia del sobrepeso. Por ejemplo, un estudio hecho por el Centro de Control y Prevención de Enfermedades concluyó que el programa WIC para hijos de adultos con ingresos limitados provee alimentos con los nutrientes esenciales sin contribuir al sobrepeso.
Asimismo, las escuelas pueden aprovechar su posición como el mejor lugar, aparte del hogar, donde los niños aprenden buenos hábitos alimenticios. Pueden enseñar los beneficios de una alimentación saludable y de la actividad física; aumentar la duración de clases de educación física que promuevan actividades que pueden hacerse de por vida como bailar, ejercicio aeróbico, levantamiento de pesas y natación; promover a clubes o grupos de apoyo mutuo donde los estudiantes puedan estudiar y poner en práctica lo aprendido acerca de la alimentación saludable y la actividad física; patrocinar eventos de actividades físicas para la familia y crear un ambiente de seguridad emocional donde se anime a todos a participar en actividades físicas sin importar su tamaño o habilidad.
Los grupos comunitarios pueden trabajar para establecer zonas limpias y seguras en la comunidad que propicien las actividades físicas y recreativas fácilmente al haber banquetas, cruces marcados, caminos para bicicletas o peatones, parques y áreas verdes; educación física y nutrición en las escuelas y porciones más pequeñas y más saludables en los restaurantes.
“Poner en práctica estas recomendaciones puede dar a los miembros de una comunidad la confianza de elegir un estilo de vida saludable”, asevera Kaiser.
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Este artículo se basa en una investigación publicada en la revista California Agriculture, http://calag.ucop.edu/, edición de enero-marzo del 2004, Vol. 58, No. 1.
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Por Joanne Ikeda y Patricia Crawford
Los Estados Unidos encaran una crisis de salud bien documentada que empeorará si no se logra dar marcha atrás a las tendencias actuales de sobrepeso y obesidad infantil y juvenil. Cálculos nacionales de la Encuesta Nacional de 1999-2002 de la Salud y Nutrición indican que más del 15% de niños y jóvenes entre 6 y 19 años de edad tienen sobrepeso. Las tasas de obesidad infantil van en aumento en todos los grupos sociales y étnicos, pero son más elevadas entre la niñez de descendencia latina y entre grupos de indios norteamericanos y niñas afroamericanas. Si bien algunos niños pueden sufrir de una susceptibilidad genética mayor al desarrollo del sobrepeso, todos los niños corren el riesgo de consumir una alimentación inadecuada y llevar un estilo de vida sedentario.
Estas tendencias son especialmente alarmantes porque los grupos étnicos más vulnerables a la obesidad también son los más susceptibles genéticamente a la diabetes tipo 2. En correlación con las tendencias de obesidad, las tasas de diabetes también han aumentado de manera espectacular en la década pasada. Mientras que la preponderancia total en los EE.UU. aumentó un 33% durante este período, el número de casos de diabetes en California aumentó un 67%. Este aumento en la tasa se debe en parte al “envejecimiento de la población” así como a mejoras en pruebas que detectan personas con riesgo de desarrollar la enfermedad y quienes ya sufren de ella. Por otra parte, se están encontrando niños y jóvenes con diabetes tipo 2. Los expertos consideran que este aumento se debe principalmente a los mismos factores que fomentan la obesidad: el estilo de vida sedentario, exceso en el consumo de alimentos y una alimentación poco saludable.
Las consecuencias económicas de estas tendencias son profundas. Un reporte del ex-director de la Dirección General de Salud Pública de los Estados Unidos calculó el costo económico de la obesidad en los EE.UU. en aproximadamente $117 mil millones en el 2000, ocupando el segundo lugar después del uso del tabaco como causa del aumento en gastos nacionales de cuidados de la salud. De este gasto, el costo directo e indirecto de la diabetes a la nación, según cálculos actuales, es de más de $105 mil millones anuales o más del 10% del gasto nacional de cuidados de la salud. La diabetes es una enfermedad progresiva, crónica y costosa que no tiene cura, puede causar daño a casi todos los órganos principales y puede disminuir el largo de la vida por un promedio de 10 a 15 años. La epidemia de obesidad y diabetes es una crisis en la salud sin precedente en California y en el país.
Las nutricionistas pueden identificar ciertos cambios ocurridos durante los 30 años pasados que han contribuido a que se iniciaran estos problemas. El consumo de calorías diarias ha aumentado tanto en niños como en adultos. Es fácil encontrar comida “rápida” económica disponible. Los tamaños de las porciones son de dos a cuatro veces los tamaños “estándar” recomendados por la agencia gubernamental USDA. Las escuelas recaudan fondos al vender bocadillos con muchas calorías y ponen en los pasillos máquinas expendedoras, compitiendo así con el almuerzo escolar regular. Se diseñan campañas de mercadeo agresivas y sofisticadas para convencer a niños y jóvenes que consuman alimentos que no promueven una alimentación con los nutrientes necesarios.
Si bien el consumo de alimentos ha aumentado, hay ahora menos oportunidades en la vida cotidiana para quemar calorías. Las escuelas han reemplazado o reducido los cursos de educación física y los deportes. Algunos consideran los parques comunitarios como lugares peligrosos donde jugar. Algunas comunidades ni siquiera tienen aceras. Asimismo, los lugares de trabajo cuentan con más automatización y los quehaceres del hogar se realizan con equipo que ahorra esfuerzo físico. Los niños ven televisión un promedio de 3 a 4 horas diariamente. Cuando no ven televisión, muchos juegan juegos en la computadora. Caminar y andar en bicicleta han sido reemplazados por el uso del automóvil para todo, menos para las distancias más cortas.
Sin embargo, existe evidencia científica que se puede dar marcha atrás a la diabetes a través de cambios en el estilo de vida, tales como hacer ejercicio con moderación y perder peso. La mejor solución a largo plazo para este problema es crear un entorno en el hogar, el trabajo y la escuela que fomente la selección de alimentos saludables y actividades físicas practicadas regularmente. Esto puede lograrse únicamente a través de la colaboración y esfuerzo de todas las agencias y organizaciones que tratan con la salud nacional.
En apoyo de esta meta, científicos en la Universidad de California en Davis y en Berkeley investigan una multitud de cuestiones fundamentales. Nutricionistas en UC Davis preparan información para ayudar a individuos a tratar la obesidad de manera más efectiva, realizando estudios acerca de actividades no relacionadas a la alimentación y esclareciendo los procesos fisiológicos que son la base de la diabetes, tales como maneras de aliviar las últimas etapas de la falla renal.
En el Centro Occidental de Investigación de la Nutrición Humana en UC Davis, los estudios que se realizarán en los próximos 5 años desarrollarán métodos para reducir los efectos secundarios negativos al hacer dieta, tales como reducción en el funcionamiento mental e inmunológico y en la densidad de los huesos. Otros científicos en este centro identificarán factores que predisponen a individuos a pasar por períodos de aumento excesivo en el peso corporal y que dificultan que bajen de peso.
Investigadores en Berkeley analizan el grado al cual los patrones alimenticios continúan desde el inicio hasta el final de la infancia y la manera en que contribuyen a la obesidad en la niñez. Otro estudio se enfoca en lo que contribuye el embarazo juvenil al cambio en grasa corporal y su distribución. Se investiga también el efecto de eliminar las bebidas muy dulces de las máquinas expendedoras y puestos de bocadillos en las preparatorias. Nutricionistas en Berkeley usan una variedad de métodos, incluso genéticos, alimenticios y farmacéuticos para tratar de esclarecer lo que contribuyen al cáncer del colon la obesidad y la producción alta de insulina.
Los talleres que ofrece Extensión Cooperativa de la Universidad de California llevan los resultados de investigaciones a la población que los necesita. Un estudio en ocho condados investiga la relación paradójica entre el sobrepeso y la percepción del riesgo de no tener suficiente alimento entre familias latinas de pocos ingresos. Los resultados se usarán en el desarrollo de programas de intervención y, a la larga, podrán emplearse para evaluar el efecto de programas estatales y nacionales contra la pobreza y aquellos que proveen asistencia alimentaria.
La Universidad de California está tomando un papel de liderazgo en el ámbito estatal y nacional al llevar a cabo investigaciones básicas y aplicadas, y en atraer a grupos y agencias comunitarias para realizar esfuerzos para evitar la obesidad. Si continuamos ampliando nuestras estrategias para la prevención, tomando en cuenta tanto las necesidades individuales como la problemática de nuestra sociedad, podremos fomentar un ambiente que ayude a nuestra población diversa a adoptar estilos de vida saludables.
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Joanne Ikeda y Patricia Crawford son co-directoras del Centro para el Estudio del Peso y la Salud en UC Berkeley.
Este artículo se basa en el estudio, “Californians face weight and health care crisis,” publicado en la revista California Agriculture, Volume 57, Number 1, edición de enero-marzo, 2003.
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BERKELEY-(UC)— Con el ímpetu de estudios que revelan que los casos de obesidad en la niñez se han triplicado en los EE.UU. desde 1980, Extensión Cooperativa de la Universidad de California, en colaboración con el Proyecto WIC California Fit (California en óptimo estado físico), ha preparado una colección de recursos para animar a las comunidades a tomar medidas, a nivel local, con el fin de revertir esta alarmante tendencia.
“Children and Weight: What Communities Can Do” (Los niños y su peso: Lo que pueden hacer las comunidades) es una guía práctica para líderes comunitarios que quieran establecer una coalición para prevenir problemas de sobrepeso en los niños. La filosofía en que se basa esta guía es que la mejor manera de retardar o detener el aumento de peso excesivo en los niños es creando ambientes propicios que les ofrezcan más oportunidades para comer saludablemente y realizar actividades físicas. Las investigaciones más recientes demuestran que uno de cada cinco niños tiene sobrepeso o corre el riesgo de tenerlo.
“Debemos cambiar los entornos en las comunidades para que sean más propicios a seguir estilos de vida saludables o no podremos comenzar a resolver este problema”, precisa Joanne Ikeda, especialista en educación sobre nutrición con Extensión Cooperativa de la UC en Berkeley, y durante más de 30 años, reconocida nacionalmente como una experta en obesidad infantil. Anteriormente, Ikeda había preparado una guía y un video en español (Qué deben hacer los padres de los niños que pesan mucho) para ayudar a padres de niños con problemas de sobrepeso.
La nutricionista indica que según un reporte reciente de la Asociación Médica Norteamericana, casi 9 millones de niños entre 6 y 9 años tienen sobrepeso excesivo. La guía y materiales educativos fueron diseñados para profesionales de la salud y servicios sociales, consejeros de Extensión Cooperativa y administradores de escuela, entre otros.
“Nuestro método, enfocado en la comunidad, usa un modelo de intervención llamado “Espectro de prevención”, explica Pat Crawford, especialista en nutrición con Extensión Cooperativa de la UC y quien además es la principal investigadora del Proyecto California Fit. “Es mucho más probable que intervenciones diseñadas por grupos comunitarios pensando en su comunidad tengan un impacto mayor y sean más sustentables que programas creados por personas ajenas a la comunidad”.
“Esta colección de recursos incluye lo esencial para establecer coaliciones comunitarias, ayudar a grupos a establecer metas, formular planes de acción y mantener el enfoque y la energía”, precisa Kirstin Siemering, estudiante graduada quien realiza estudios superiores en UC Berkeley y quien ayudó a desarrollar los materiales. “Con frecuencia, lo más difícil para establecer una coalición es darle inicio, por lo que nos concentramos en los pasos a seguir para organizar las primeras cinco reuniones y en ofrecer materiales sencillos y fáciles de usar”.
La colección en ingles “Children and Weight: What Communities Can Do” incluye:
- Investigaciones recientes sobre obesidad infantil, así como formas de prevenir la obesidad y aspectos relacionados con la preocupación por la apariencia física.
- Pautas para obtener recursos comunitarios y desarrollar un plan de acción.
- Instrucciones para organizar y llevar a cabo juntas.
- Actividades, hojas educativas para copiar y distribuir y transparencias que se incluyen en un CD-ROM.
- Hojas de datos sobre la obesidad infantil y recomendaciones de profesionales que han usado estos materiales en sus comunidades.
- Recursos impresos y en internet acerca de la obesidad en la niñez y el desarrollo comunitario.
- “Make a Change” (Haz cambios), un video en inglés que muestra cómo algunas comunidades se han movilizado para mejorar el acceso de los niños a alimentos nutritivos y a maneras divertidas de mantenerse activos. Estos programas modelo presentan comunidades multiétnicas en zonas urbanas y rurales en California.
El recurso “Children and Weight: What Communities Can Do”, disponible en inglés solamente, se puede pedir a ANR Communication Services al (800) 994-8849 ó a través del catálogo de publicaciones en línea: http://anrcatalog.ucdavis.edu/. La publicación y video en español “Qué deben hacer los padres de los niños que pesan mucho” (#5367sANR y V91-M) también están disponibles para la venta a través de ANR Communication Services.
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