- Author: Myriam Grajales-Hall
By W.R. "Reg" Gomes
UC Vice President,
Agriculture and Natural Resources
The state budget
crisis will force drastic reductions in University of California Cooperative
Extension and UC agricultural research programs, unless spending cuts proposed
by the governor are reduced. We're facing a 25-percent cut to Cooperative
Extension's budget, and a 10- percent cut to agricultural research. These are in
addition to a 5-percent reduction for UCCE and a 10-percent cut for research
already taken this year.
Reductions of
this magnitude force us to put everything on the table--closure of Cooperative
Ex-tension county offices, downsizing or elimination of statewide programs, loss
of research capacity and significant layoffs of advisors, specialists,
researchers and staff. The cuts will seriously restrict our ability to deliver
the new technologies and practical information that Californians rely on to
remain competitive in world markets, ensure a safe and secure food supply,
improve environmental quality, contribute to family values and protect public
health and safety.
California's
growers and ranchers will feel the effects of our downsizing. As an industry,
California agriculture has increased yields and gained market share over the
years by adopting new technologies, planting improved varieties and becoming
more efficient. Farmers have
implemented new management practices that make their operations the most
environmentally compatible in the world.
UC has been a
major contributor to agriculture's success through our research and Extension
programs. Here are some examples:
·
Creation of new varieties of strawberries, walnuts,
citrus and many other high-value, nutritious specialty crops enjoyed by
California consumers.
·
Development of integrated pest management, biological
controls and other programs with significant reductions in chemical use in
agriculture.
·
Control or eradication of invasive plants and insects
that otherwise would have caused significant economic and environmental
damage.
But production
agriculture isn't the only beneficiary of UC's research and Cooperative
Extension system. In fact, much of what we do in the Division of Agriculture and
Natural Resources directly benefits youth, families, consumers and the quality
of life. For example:
·
Farmworker health and safety programs track work-related
illnesses and injuries, teach the proper handling and use of pesticides, promote
access to medical care in rural communities, and design new equipment to reduce
repetitive stress injuries during harvest and other farm activities. Much of
this information is in Spanish.
·
Low-income families and food stamp recipients receive
nutrition education and learn food safety, food budgeting and cooking skills
through UC Cooperative Extension programs. We also work with families in rural
communities and inner cities to teach money management and family skills.
·
Food safety and animal health experts provide diagnostic
services to identify sources of food contamination and disease, and develop
educational materials on food handling and food safety. They are part of a
statewide network monitoring new diseases, such as West Nile virus, and ready to
respond to bioterrorism threats involving the state's food supply.
·
UC's 4-H program reaches 144,000 urban and rural youths
around the state, helping them develop leadership, citizenship and life-serving
skills. Some 27,000 volunteers assistUCCE 4-H advisors and program
representatives.
The proposed
budget cuts, if enacted, will change all of this and many programs will be
eliminated or substantially downsized. Nothing is protected as we look for ways
to continue as a viable and effective organization with substantially fewer
resources.
There is still
time for people who feel that UC Cooperative Extension and agricultural research
are valuable to them and to their communities to make their voices heard.
This article
first appeared in Ag Alert, May 14, 2003.
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- Author: Myriam Grajales-Hall
DAVIS - (UC)-Un análisis comprensivo de 65 comunidades
rurales en California encontró una relación directa entre la disponibilidad de
trabajos agrícolas, el aumento de inmigrantes y la pobreza en zonas rurales.
Se halló también que los agricultores no están muy
interesados en invertir capital que pudiese mejorar las condiciones económicas y
que ha aumentado su interés en nuevos programas de braceros, a pesar de no
faltar trabajadores de campo. Se encontró asimismo un aumento en beneficencia
social, sin que haya una conexión directa a la pobreza o a la inmigración.
J. Edward Taylor y Philip L. Martin, profesores
del Departamento de Economía y Recursos Agrícolas de la Universidad de
California en Davis, llegaron a tales conclusiones al estudiar datos del censo
de 1990 sobre el Valle Central de California, que comprende la región de
Sacramento, el norte del Valle de Sacramento y el Valle de San Joaquín. Señalan
que al aumentar la inmigración durante las décadas de los 1980s y 1990s, hubo
nuevamente una fuerza laboral agrícola dispuesta a trabajar por salarios bajos,
contribuyendo no sólo al aumento en contratistas de trabajadores sino también
causando la pérdida de ganancias salariales resultantes de la terminación del
conocido programa de braceros y de previos esfuerzos
sindicales.
Taylor y Martin encontraron poca evidencia de
falta de trabajadores agrícolas durante la década pasada. Sin embargo, a pesar
de que el promedio de desempleo en el Condado de Fresno apenas hace un año fue
de 12%, los agricultores han aumentado sus peticiones de un nuevo programa de
braceros. Los investigadores precisan que la pobreza continuará en el Valle
Central de establecerse este programa, pudiendo aumentar la desigualdad
económica. Se halló que 28% de la población en las comunidades rurales
estudiadas viven en hogares cuyos ingresos están por debajo del nivel de
pobreza. Aproximadamente 29% han emigrado de otros países y, una tercera parte
de este grupo llegó en la década de los 80. Su participación laboral es
relativamente baja, con sólo 36% trabajando o buscando empleo.
Los investigadores hallaron una relación directa
entre la inmigración y la pobreza: por cada incremento de 100 trabajadores que
laboraron en el campo en los 80, se vió un aumento de 139 personas viviendo en
la pobreza. Es decir que por cada nuevo trabajador agrícola que comenzó a
laborar en la década de los 80, el nivel de pobreza se incrementó en 1.39%.
El reto de crear suficientes trabajos buenos para
los residentes es especialmente difícil en la zona. Se espera que su población
se duplique para el año 2025 debido a altas tasas de
natalidad, particularmente entre inmigrantes, así
como a la continua llegada de extranjeros y otros que se mudan al Valle Central
desde Los Angeles y zonas aledañas a la Bahía de San Francisco.En el Condado de
Fresno, el cual ocupa el décimo lugar en cuanto a población, el número de
personas elegibles para recibir asistencia social es casi el doble que en el
resto del estado. Sin embargo, muchos residentes y casi todos los recién
llegados no son elegibles, por lo que los investigadores no encontraron una
relación directa entre la pobreza y la distribución de asistencia social.
Apuntan que esto pone en duda el argumento de la Proposición 187 que alude a que
el deseo de recibir beneficencia social motiva la llegada de los
inmigrantes.
Quienes sugieren un nuevo programa de braceros
quieren evitar su establecimiento permanente en EE.UU. Precisan Taylor y Martin
que, en realidad, ese tipo de programas no previenen tal acción, son difíciles
de hacer cumplir en una economía agrícola llena de violaciones migratorias y
laborales y no resultaría en mejoras a la economía del Valle
Central.
La economía actual requiere de educación y
capacitación que no tienen la mayoría de los inmigrantes ni sus hijos. Es
difícil también lograr la entrada a la agricultura de personas que reciben
asistencia social pues los contratistas de trabajadores agrícolas encuentran
poco incentivo en contratarlas por temor de que presenten quejas de violaciones
que se cometan a leyes laborales. Además, al generalmente no faltar
trabajadores, los agricultores no tienen razón de invertir en reclutamiento y
entrenamiento de quienes reciben asistencia social ni de tolerar malos hábitos
de trabajo.
Otros proponen la sindicalización y un mejor
cumplimiento de las leyes laborales y tributarias. Apuntan Taylor y Martin que
no hay prospectos para la sindicalización generalizada y que ha bajado la
disponibilidad política de hacer cumplir tales leyes. Se ha perdido además
personal encargado de tal vigilancia por reducciones presupuestales
previas.
Preocupa a muchos que se desarrolle una nueva zona
de pobreza rural en el Valle Central al inmigrar mexicanos pobres a zonas
agrícolas. La cantidad de dinero que realmente queda disponible a los
trabajadores se ha reducido significativamente en las últimas dos décadas. Sin
embargo, aunque ganen poco y existan oportunidades limitadas, ven mayor
posibilidad de avance que en su país y sus ingresos son mayores de lo que serían
en zonas rurales mexicanas. La mayoría deja de trabajar por temporada al cabo de
10 a 15 años. Sus hijos, educados en California, generalmente no trabajan en el
campo.
El Valle de San Joaquín tiene el sistema agrícola
más productivo del mundo. Tiene también cuatro de las zonas metropolitanas más
pobres del país. El círculo vicioso que encontraron los investigadores - una
mayor cantidad de trabajos agrícolas fomenta más inmigración, lo cual contribuye
a más pobreza - amenaza con condenar esta región a condiciones aún más difíciles
de resolver.
El Servicio de Inmigración y Naturalización (INS)
apoya su estrategia de mayor control en la frontera. Empero, el análisis de
Taylor y Martin indica que el único impacto que se ha tenido es en el lugar por
donde cruzan los inmigrantes y no en el número de indocumentados que deciden
cruzar la frontera. Es más, el Estudio Binacional sobre Inmigración halló un
aumento de inmigrantes indocumentados, no sólo que llegan sino que se quedan. La
mayor vigilancia fronteriza hace que muchos que anteriormente pensaban regresar
a su país al terminar la temporada de cosecha decidan quedarse en EE.UU. y criar
aquí a sus familias. Esto crea mayor demanda de servicios públicos en las
comunidades rurales de California y contribuye a la citada pobreza.
Avances tecnológicos han mejorado la productividad
de la tierra pero no la productividad de los trabajadores agrícolas. La falta de
inversión en maquinaria contribuyó al aumento del 17% en trabajos agrícolas
durante los años 80, atrayendo a más inmigrantes tanto de México como del sur de
Asia. Esto facilitó la expansión de métodos dependientes de la labor manual y
redujo el incentivo de mecanizar los procesos.
Según los investigadores, esto, aunado a la
disponibilidad de mano de obra dispuesta a trabajar por salarios bajos, hace que
los ingresos de los trabajadores agrícolas no mejoren ni puedan disfrutar de
empleos más estables. Por lo tanto, la prosperidad agrícola de California se
refleja en el valor de la tierra y no en el valor de la mano de
obra.
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- Author: Myriam Grajales-Hall
SANTA BARBARA - (UC)- Muchas comunidades agrícolas, lejos de ser campos
de trabajo empobrecidos donde hay pocas posibilidades de prosperar, en realidad
son dinámicos centros de desarrollo económico y político gracias a la
perseverancia de sus inmigrantes en hacerse de un hogar. Lugares como el pueblo
de McFarland, en el condado de Kern y Guadalupe, en el de Santa Barbara son
excelentes ejemplos de la transformación que está ocurriendo en muchas
comunidades en el Valle Central de California.
Juan Vicente Palerm, antropólogo de la Universidad
de California, ha estado documentando durante 15 años el asentamiento de
agricultores inmigrantes, la mayoría proveniente de zonas rurales de México, y
quienes anteriormente eran trabajadores de temporada en constante movimiento. A
pesar de que los investigadores continúan encontrando condiciones innegables de
pobreza concentrada y persistente, éstas no logran opacar señas palpables de
crecimiento y expansión, tales como mejoras en parques, iglesias, escuelas y
demás instituciones comunitarias, gracias al empuje de nuevas organizaciones
civiles.
Señala Palerm que muchos colonos se han convertido
en propietarios y están transformando en moradas atractivas estructuras
anteriormente abandonadas y en mal estado. Ahora ciudadanos norteamericanos, un
número importante está participando en mucha mayor medida en la vida política.
"Difícilmente se encuentra algún concilio municipal en el centro de la zona
rural de California que no incluya a varios funcionarios latinos", observa.
Tiendas de abarrotes, lavanderías, panaderías,
carnicerías, agencias de viajes, restaurantes y tiendas de descuento se
encuentran entre los negocios registrados a nombre de personas de origen hispano
en el pueblo de Guadalupe. Estos comercios representan casi 45% del total de
todos los negocios en el área. Los demás son propiedad de anglosajones,
portugueses, italianos, japoneses, coreanos y filipinos. Además de convertirse
en comerciantes, algunos inmigrantes hispanos han logrado obtener empleos
estatales como inspectores de cultivos, maquinistas, aplicadores de
agroquímicos, mecánicos y contratistas. Otros han tenido éxito como empresarios,
logrando convertirse en agricultores independientes.
El pueblo de McFarland ha cambiado, de igual
manera: su población aumentó en casi 50% entre 1970 y 1986, satisfaciendo así la
demanda de trabajadores para las industrias vitivinícolas, de almendras, algodón
y empacadoras de frutas y verduras. La presión que ejerciera tal desarrollo
sobre la vivienda local, escuelas y servicios
comunitarios llevó a que el lugar se asemejara, en opinión de algunos, a un
campo sobrepoblado de trabajadores agrícolas pobres y transitorios.
Trece años después, los muchos inmigrantes de
Huanusco y Jalpa, pueblos del estado mexicano de Zacatecas, han logrado reparar
y pintar muchas de las modestas casas en el este de McFarland, dándole una
apariencia casi suburbana. Además de una nueva y gran iglesia dedicada a Nuestra
Señora de Guadalupe, la renovación de esta comunidad refleja también aspectos
culturales de sus habitantes. Un lienzo charro atrae espectáculos y competencias
a paisanos de todo el sur del Valle de San Joaquín.
Esta vibrante comunidad, poblada por trabajadores
agrícolas con muchas metas y sueños y la voluntad de realizarlas, cuenta con
organizaciones cuyos planes incluyen revitalizar la zona del centro,
estableciendo una variedad de comercios nuevos, como el banco Kaweah National,
McDonald's y un supermercado. Entre las nuevas fuentes de empleos se encuentra
también una nueva prisión de seguridad máxima en el sur de la localidad.
La exitosa participación de los hispanos en todas
las fases es algo que se puede palpar en McFarland, al igual que en otros
pueblos del Valle. La preparatoria local ha generado 50 maestras y maestros en
la última década y el equipo de atletismo a campo traviesa ha ganado el
campeonato estatal siete veces, enorgulleciendo con creces a sus habitantes. Son
latinos el alcalde y el resto de los miembros del concilio municipal, a
excepción de uno, así como la mayoría de los miembros del comité de planeación
de la ciudad.
Precisa Palerm que el panorama futuro para las
comunidades rurales de inmigrantes en California es todavía incierto y difícil
de predecir. "A pesar de entender muy bien las fuerzas externas sociales,
políticas y económicas que las genera, se está lejos de comprender su dinámica
interna para apreciar a estos poblados como verdaderas comunidades humanas,
lugares legítimos en el horizonte político actual del estado. Lo que sí queda
claro es que si las granjas californianas continúan deseosas de su contribución,
la población de esta zona continuará echando raíces e impulsando el desarrollo
de la región."
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- Author: Myriam Grajales-Hall
DAVIS-(UC)--Han
pasado más de tres años desde que el Congreso aprobara la Ley de Responsabilidad
Personal y Oportunidad de Trabajo la cual hizo cambios drásticos a los programas
de asistencia pública, más comúnmente conocidos en inglés como "welfare". En
California, la ley se implementó en Agosto de 1997, bajo el nombre CalWORKS.
El
Programa de Comunidades en California, con sede en la Universidad de California
en Davis, ha venido evaluando el progreso alcanzado en seis condados en
California. Los hallazgos muestran que las reformas implementadas han logrado
reducir en un 30% el número de personas que reciben asistencia pública gracias a
programas establecidos con este fin. Pero para que los cambios sean duraderos
deben ir acompañados por la creación de nuevos empleos y estrategias de
desarrollo laboral a largo plazo.
David
Campbell, director del programa, indica que los empleos que han encontrado más
de la mitad de los beneficiarios pagan poco, sólo $6.50 por hora, y no incluyen
beneficios o prestaciones, lo que hace difícil que puedan solventar sus gastos a
pesar de estar trabajando. Para que un trabajador pueda salir de una situación
de pobreza y dejar de ser elegible para recibir asistencia económica del
gobierno, se calcula que se requiere de un salario de por lo menos $8.36 la
hora. Hay otros expertos quienes consideran que, para poder vivir, se tiene que
ganar de $10 a $12 la hora.
Sorprende
a algunos la flexibilidad que han mostrado las agencias de asistencia pública en
hacer adaptaciones para servir a sus clientes, tomando en cuenta las
características del mercado y fuerza laboral local.
"Lo
que falta en algunos casos es concordancia entre políticas gubernamentales",
precisa Campbell. "En California, el 27% de los niños viven en familias donde
por lo menos uno de los hijos es nacido aquí pero la madre o el padre no son
ciudadanos norteamericanos. Desgraciadamente, por la complejidad y yuxtaposición
de las metas que rigen los programas de asistencia pública e inmigración, se
niegan beneficios a muchos niños, hijos de inmigrantes que cumplen con los
requisitos para recibirlos".
Según
la corporación RAND, más del 50 por ciento de lo individuos que ya no reciben
asistencia pública no ha encontrado trabajo, y han perdido su derecho a recibir
la porción de ayuda para adultos para la cual eran elegibles al no participar en
las actividades establecidas para ayudarles en la búsqueda de empleo.
Campbell
y su grupo, quienes realizaron más de 200 entrevistas e hicieron una extensa
revisión de literatura relacionada, encontraron indicios de que parte de la
reducción de casos en zonas rurales se debe a migración a otros estados.
Se
sabe, por ejemplo, que la Oficina de Educación y el Ejército de Salvación
(Salvation Army) del condado de Tulare ofrecen programas que incluyen
entrenamiento y transporte para obtener empleo fuera del estado, y aprovechar
así oportunidades laborales en otros mercados.
En
general, en los condados rurales y semirurales del estado el promedio de
personas que han conseguido empleo es un 5% más bajo que a nivel nacional. Por
su parte, los condados urbanos han excedido tal promedio en un 1%. "Al reducirse
las listas de beneficiarios, la población con que trabaja CalWORKS incluye un
porcentaje cada vez mayor de clientes que cuentan con menos recursos lo que
explica las diferencias en el éxito obtenido en condados urbanos y rurales",
observa Campbell. "La falta de recursos en las zonas rurales es un impedimento
para que éstas sigan el ejemplo de regiones tan ricas en oportunidades laborales
como el Valle del Silicón".
Sin
embargo, la opinión pública es favorable en cuanto a los resultados obtenidos,
en parte seguramente gracias a programas como "Hacia una vida mejor" (Gateway to
a Better Life), desarrollado por especialistas de Extensión Cooperativa de la
UC. Disponible en español y en inglés, el programa ayuda con la transición del
sistema de asistencia pública al mercado laboral; entre los temas que se tratan
están: cómo conseguir y retener un empleo, cómo prepararse para una entrevista
de trabajo, cómo ser buenos padres, economía familiar, y otros temas de mucha
utilidad para personas que han estado recibiendo asistencia pública y ahora
buscan empleo.
En
cuanto al futuro, Campbell advierte que de continuar enfocandose solamente en la
obtención de empleo y la reducción de beneficiarios de asistencia pública,
CalWORKS podría ocasionar injusticias preocupantes dado que los participantes en
programas pueden recibir cuidado subsidiado de los niños, entrenamiento laboral,
empleo realizando servicios comunitarios y ayuda en el manejo de su caso. El
resto de la población que trabaja, pero que no logra salir de la pobreza, no es
elegible para recibir tal apoyo.
"Para
que estos programas rindan el fruto esperado, es necesario tomar en cuenta el
desarrollo a largo plazo de la fuerza laboral e incluir estrategias para el
desarrollo económico regional, la creación de nuevos empleos y mejoras en
indicadores del bienestar de niños y familias. El éxito de estos esfuerzos
radica en que las diferentes organizaciones locales estén dispuestas a trabajar
en conjunto y con miras a suplir las necesidades particulares de la fuerza
laboral de cada localidad. También será necesario conseguir el apoyo de las
entidades gubernamentales para que establezcan cambios en el mecanismo de
obtención de fondos y reglamentos que permitan trazar metas cooperativas",
sostiene Campbell.
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- Author: Myriam Grajales-Hall
ALAMEDA
- (UC)
-La crianza de los niños por los abuelos no es fenómeno nuevo. Sin embargo, la
frecuencia y las condiciones bajo las cuales algunos asumen tal responsabilidad
preocupa a agencias estatales y nacionales. Los abuelos en cuestión pueden tener
problemas de salud y experimentar niveles muy altos de tensión al enfrentarse a
los gastos y responsabilidades resultantes. Sus nietos con frecuencia sufren de
problemas emocionales, físicos y del aprendizaje. Las ciudades, condados y
estados se esfuerzan por desarrollar programas que suplan las necesidades de los
niños y los abuelos que los crían.
En
los Estados Unidos hay más de 2.5 millones de hogares donde los responsables del
hogar son los abuelos. En California, casi medio millón de niños viven en esta
situación. Datos recopilados por Mary L. Blackburn, especialista en nutrición y
asuntos de la familia y del consumidor de Extensión Cooperativa del condado de
Alameda, así como varias encuestas y actividades de grupo, revelaron problemas
de los abuelos relacionados con el abuso de drogas y alcohol por parte de los
padres de los niños tales como falta de empleo y falta de hogar,
encarcelamiento, homicidio, descuido, abuso y falta de servicios de cuidado de
niños. Según el censo de 1990, aproximadamente 60% de los niños criados por sus
abuelos tienen menos de 10 años de edad y 52% tiene problemas físicos,
emocionales y de desarrollo.
En
años anteriores se han realizado investigaciones y encuestas para determinar las
necesidades de los abuelos y sus nietos que puedan suplirse por programas
educativos y de entrenamiento. Varios de estos han sido puestos en práctica y
otros están en proceso de desarrollo.
Blackburn
reporta que la frecuencia con la cual los abuelos obtienen la responsabilidad
principal de criar a sus nietos ha ido en aumento, desde 3.2% en 1970 a 5.5% en
1997, siendo mayor la incidencia entre personas pobres que viven en o cerca de
centros urbanos. Muchos de estos abuelos son de edad avanzada y tienen ingresos
fijos.
Según
diversas fuentes, 39% de abuelos en California responsables por la crianza de
sus nietos reportaron tener tres o más problemas de salud, 29% reportaron tener
dos y 13% reportaron un problema crónico de salud. Las descripciones de las
condiciones de vida de 42% incluyeron niveles muy altos de tensión y muchos
abuelos reportaron necesitar apoyo para tratar con sentimientos conflictivos
relacionados con sus responsabilidades de crianza.
La
especialista encontró los problemas a continuación a los que se enfrentan los
nietos:
·
problemas
de hiperactividad o dificultad para prestar atención
·
serios
problemas de aprendizaje
·
problemas
emocionales
·
haber
estado expuestos a las drogas
·
problemas
de nacimiento tales como el síndrome de Down y la parálisis
cerebral
·
problemas
respiratorios y de asma
·
problemas
de enojo excesivo y socialización deficiente
En
una encuesta, Blackburn halló que más del 51% de los abuelos reportaron haberse
vuelto responsables del cuidado de sus nietos como resultado del abuso de drogas
y alcohol por parte de los padres de sus nietos, algunos de los cuales viven en
el mismo hogar. Sin embargo, el que los padres compartan el hogar no significa
necesariamente que contribuyan económica ni emocionalmente al cuidado de los
niños. Muchos abuelos reportaron tratar de prevenir que el estado tomara
custodia de sus nietos.
Al
ser entrevistados, algunos abuelos reportaron sentirse malentendidos y poco
apreciados, así como tristes ante las percepciones de familiares, vecinos y la
comunidad en torno a su papel en la crianza de sus nietos. Muchos reportaron
necesitar apoyo moral, ánimo y reconocimiento. En un programa, por lo menos 87%
dijeron necesitar ayuda con el cuidado de los niños, la disciplina, el trato de
los adolescentes, cómo explicar la ausencia de los padres biológicos y maneras
de ayudar a sus nietos con sus tareas escolares. Casi 51% pidieron programas
educativos sobre nutrición, planeación de comidas poco costosas, modificación
positiva del estilo de vida y habilidades de manejo del dinero para lidiar con
problemas económicos. Otro 33% dijo necesitar servicios de apoyo legal,
suspensión temporal de responsabilidades y entrenamiento sobre tutela legal y
derechos legales de los abuelos.
En
California, el porcentaje mayor de niños menores de 18 años viviendo con sus
abuelos fue de 10.62% en el condado de San Francisco. El porcentaje menor fue de
2.22% en el condado de Mono, según datos recabados durante la Oficina del Censo
en 1990. En promedio, los abuelos reportaron cuidar de sus nietos por seis
años.
Programas
tales como "Familias unidas contra la cocaína crack" (siglas FUACC en inglés) de
Oakland y "Los abuelos también son dignos de consideración" (Grandparents Are
People, Too) de Extensión Cooperativa de la Universidad de California
encontraron necesario realizar esfuerzos educativos y de entrenamiento sobre
salud y bienestar, crianza de los niños, tutela y otras cuestiones legales,
incluso cambios en la ley, ayuda económica, búsqueda y uso de recursos,
necesidad de técnicas de reducción de tensión, asesoría sobre el duelo, ayuda
con el cuidado de los niños y transporte, así como la necesidad de entrenar a
los niños en maneras de comunicarse con los mayores, autoestima y apoyo entre
sí. La extensa cobertura recibida por la prensa ayudó a enfocar la atención
sobre estos problemas en el ámbito local y nacional.
Las
diversas oficinas de Extensión Cooperativa de la Universidad de California
tienen mucha experiencia en programas sobre crianza de los niños, nutrición,
prevención y manejo de enfermedades crónicas, uso de recursos familiares y
manejo del dinero, seguridad infantil y aumento de la autoestima. El Programa
Ampliado sobre Nutrición y Alimentos y ocho oficinas en condados en California
han acordado recaudar fondos para un programa de apoyo a los abuelos así como
otros para reducir su aislamiento y mejorar la nutrición, salud y bienestar
familiar.
Expertos
de la UC consideran que se pueden desarrollar programas adicionales que suplan
las necesidades educativas y de entrenamiento de los abuelos en la crianza y
cuidado de sus nietos y recomiendan investigación adicional sobre maneras
efectivas de mejorar la calidad de vida de los niños y sus abuelos en
California.
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