- Author: Alberto Hauffen
Billikopf: "Ahí es donde aparece este escuchar empático, al dejar que la otra persona hable sin que se sienta juzgada".
Según Gregorio Billikopf, especialista en administración laboral agrícola y relaciones interpersonales, el llamado lenguaje corporal, o sea expresiones no verbales, puede ayudar o estropear una comunicación para que sea realmente efectiva y productiva, tanto para la personas que habla como para la que escucha.
Billikopf: "Realmente escuchar significa que no estamos tratando de interrumpir a la persona para darle consejo ni tampoco para darle a conocer que en alguna ocasión pasamos por algo parecido".
De la Universidad de California, Myriam Grajales-Hall.
- Author: Alberto Hauffen
Desde el punto de vista
de una especialista de la UC
REDDING (UC) – Inclinada por su interés en el dibujo y las artes visuales, como adolescente Concepción Mendoza pensó que la arquitectura le permitiría desarrollar su creatividad y talentos. Pero en sus años de universitaria encontró una profesión en la que no se construyen edificios sino comunidades más sanas.
"Me gradué de biología. Y eso me sirvió muchísimo para tener la visión que tengo de la problemática nutricional", aseveró Conchita Mendoza, como la conocen colegas y las familias de escasos recursos a quienes ayuda. La problemática en cuestión es la gama de problemas resultantes de una alimentación inadecuada y cambios en el estilo de vida.
Mendoza es la asesora de nutrición y Ciencias del Consumidor de Extensión Cooperativa de la Universidad de California en los condados de Shasta y Trinity. En esa región del norte de California la inseguridad alimentaria y, paradójicamente, la tasa de obesidad son problemas graves. Tres de cada cinco adultos y uno de cada tres niños es obeso o tiene sobrepeso.
Ella dice tener una perspectiva diferente de la de otros expertos en nutrición que tratan de combatir la epidemia de obesidad que afecta primordialmente a las comunidades de bajos ingresos y particularmente a los inmigrantes latinoamericanos.
"Tengo una visión tal vez diferente de las problemáticas nutricionales y de salud de nuestros países porque soy bióloga", afirma la asesora de la UC.
Según ella, los biólogos son entrenados para abordar al sujeto de estudio de manera sistemática. En otras palabras, analizando origen, causas y eventos. Por eso piensa que para solucionar los problemas de mala nutrición y obesidad entre inmigrantes latinoamericanos debe estudiarse el entorno en que viven y otros aspectos culturales y económicos que impactan su bienestar, antes y después de la migración.
"Para mí, lo más importante es entender que el problema de nutrición de nuestros países y en cualquier país está integrado dentro de un sistema alimentario y la relación de ese sistema con el medioambiente.
Aparte de ser ella misma uno de esos inmigrantes, la experiencia que recabó como parte de su formación científica en países latinoamericanos parece darle otras ventajas sobre otros especialistas.
Recientemente, Mendoza relató a grandes rasgos su desarrollo profesional, que comenzó en su natal Cali, Colombia, luego de terminar precozmente el bachillerato, a los 16 años. "Era más joven que todas mis compañeras porque mi madre me había enseñado a leer y escribir y las matemáticas antes de entrar al colegio. Entonces, me pasaron de año en año", dijo.
Al inscribirse como universitaria, en vez de arquitectura, Mendoza quiso estudiar veterinaria, debido a su "inmenso amor hacia los animales". Pero en su ciudad la Universidad del Valle no ofrecía esa carrera.
"No era común que las niñas salieran de su casa tan jóvenes. Mi padre no me dejó estudiar veterinaria porque tenía que irme a vivir como a cuatro horas de la ciudad. Entonces empecé a estudiar química porque también tenía interés en aprender cómo funcionan los organismos vivos", explicó.
Sin embargo, en el quinto año universitario tuvo un profesor estadounidense quien, según Mendoza, sus clases resultaban demasiado difíciles para ella y la mayoría de sus compañeros, al grado que decidieron cambiar de carrera
"Casi no hablaba español y era un profesor de una materia que era muy importante. Y de acuerdo a las reglas de la universidad si perdíamos una materia nos echaban de la universidad", explicó. Mendoza tomó "una ruta más segura".
"Me pasé a biología. Y así fue como hice equivalencias y me gradué de bióloga”, dijo.
Una vez obtenida su licenciatura, Mendoza dijo haber enseñado biología en su universidad, con énfasis en alimentos, valores nutricionales y agricultura. Eso le abrió el camino para cursar estudios de maestría en Ciencias y Tecnología de Alimentos, en el Instituto de Nutrición para Centroamérica en Panamá (INCAP), que es parte de la Organización Panamericana de Salud.
Fue en esa época y circunstancias en que Mendoza dijo haber podido aplicar sus conocimientos de biología "en la definición de una visión integral” de los problemas nutricionales y de salud que afectan a la mayor parte de Latinoamérica.
Causas de problemas nutricionales en Latinoamérica
“Mi trabajo en los países centroamericanos fue una experiencia increíble en la cual aprendí que los patrones culturales originales relacionados con la alimentación realmente son los patrones que hoy se consideran ideales y se promueven en los países desarrollados”, remarcó refiriéndose a la alimentación tradicional prehispánica, basada en maíz y frijol.
“El maíz y frijol se pueden combinar en proporciones adecuadas en las cuales la proteína del maíz se complementa con la proteína del frijol resultando en una proteína complementaria de mucho mejor valor nutritivo que la proteína del frijol sólo o el maíz sólo”, explicó. “Se complementan muy bien, la proteína del maíz necesita la presencia de la proteína del frijol para poder obtener la combinación de aminoácidos buenísima”.
Al faltar el frijol, queda la proteína del maíz deficiente y no tiene el mismo valor nutritivo porque el contenido de aminoácidos va a ser muy poco", señaló. “Y todos los aminoácidos esenciales que usted necesita absorber no están. Entonces, se empieza a ver el efecto a nivel nutricional”.
Según ella, esta combinación ideal de maíz y frijol dio origen al concepto de mezclas vegetales de alto valor nutritivo que se utilizó para el desarrollo de la incaparina, un complemento nutricional creado en el instituto de investigación centroamericano. La colombiarina es otra mezcla similar usada por gobiernos latinoamericanos "para ofrecer un alimento saludable las poblaciones más necesitadas de nuestros países", añadió Mendoza.
Sin embargo, en esos países, “a causa de las políticas económicas y agrícolas las poblaciones han tenido que desplazarse de sus orígenes y de sus tradicionales cultivos y patrones alimenticios, llevándolas hacia dietas que sólo pueden calmar el hambre, con poco beneficio para su salud y nutrición", dijo.
"Con la influencia económica y con todas las políticas internacionales, los campesinos ya no pudieron tener en sus pedazos de terreno el maíz y el frijol que podían sembrar alternativamente en el mismo pedazo de terreno y fueron presionados para que esos cultivos fueran substituidos por cultivos de exportación”, agregó.
En Centroamérica, Mendoza ayudó en programas de nutrición para mejorar la alimentación de poblaciones de bajos ingresos. Promovió el cultivo local de granos para producir mezclas de harinas nutritivas y económicas para usarse en comidas tradicionales. Evaluó variedades de frijol para seleccionar los de mayor contenido nutricional y más adaptables a la dieta tradicional latinoamericana. También evaluó plantas autóctonas que son fuentes de pigmentos de los que puede producirse vitamina
Mendoza colaboró con organismos gubernamentales y no gubernamentales para mejorar la alimentación de poblaciones pobres en Guatemala y otros países centroamericanos. También apoyó la creación del programa de prevención de enfermedades crónicas de Costa Rica, en coordinación con escuelas y universidades y agencias de gobierno de ese país.
"Realicé el primer estudio, a nivel mundial, de la absorción de hierro y cinc de las primeras variedades de maíz con bajo contenido de fitatos", contó la especialista. " Los fitatos son compuestos que atrapan el hierro, cinc y calcio de los alimentos e impiden que el cuerpo los absorba. "También usé fortificantes para ver si podíamos mejorar la absorción de hierro y cinc del maíz y otras variedades mejoradas”.
Siguiendo el concepto de mezclas vegetales de alto valor nutritivo accesibles a las poblaciones más pobres de Latinoamérica, Mendoza también colaboró con el gobierno peruano en proyectos relacionados con el desarrollo de ese tipo de productos alimenticios.
“Ellos habían desarrollado un suplemento alimentario para los niños pobres del Perú. Yo hice la evaluación de cuánto hierro y cinc se absorbía y lo mejoré usando diferentes fortificantes", explicó.
Mendoza continuó su especialización en la Universidad de California en Davis. Ahí obtuvo su doctorado, con énfasis en nutrición internacional, en 1998. Luego coordinó la formulación e implementación de la primera evaluación clínica del efecto de suplementos de hierro en la absorción de este mineral y de cinc en la dieta de mujeres durante el embarazo y la lactancia. Mendoza fungió como consultora con UNICEF, el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia, en la evaluación de alimentos fortificados en Latinoamérica.
Desde mayo del 2008, Mendoza forma parte del cuerpo de asesores de nutrición de Extensión Cooperativa de la UC. Su interés en mejorar las condiciones de vida en comunidades de escasos recursos, principalmente entre los inmigrantes, va mucho más allá de simplemente mejorar hábitos alimenticios.
“Eso es sólo una partecita de todo un sistema. Y, como dije, gracias al Señor tuve esa fortuna de estudiar biología”, recalcó haciendo alusión al enfoque sistemático que ella atribuye a la investigación biológica.
"Para una persona que se orienta específicamente en una área le cuesta mucho trabajo mirar el bosque, digamos. Solamente miran el arbolito porque así han sido formados de acuerdo a su especialización", anotó la investigadora. "Pero una persona como yo, que haya estudiado primero biología, la especialización la identifica dentro del sistema”.
Impacto del cambio de los valores culturales
Además de las presiones publicitarias que hacen que los inmigrantes abandonen sus patrones alimenticios tradicionales por hábitos menos sanos, hay otras presiones económicas que afectan su bienestar en general, según Mendoza.
“Vienen con la esperanza de tener una vida mejor. Pero, realmente para mí, depende de qué es lo mejor para usted” anotó la nutricionista, “Ellos, en sus países vivían muy sencillamente en base a sus principios de familia y con lo que podían producir. Pero eran una familia integrada que tenía su propio lugar y su propia identidad”.
Entre la mayoría de los inmigrantes esos valores culturales e identidad se pierden relativamente en muy poco tiempo, según ella.
“Y se pierden, ¿por qué? Por que llegan a un lugar donde hay barreras del lenguaje, barreras culturales, barreras de valores y una demanda extrema por tratar de alcanzar niveles económicos que les permita conseguir todas las cosas materiales, que les permitan comportarse "como una familia americana”, recalcó.
Aunque el impacto es más obvio en los patrones alimenticios, el gran énfasis en la obtención de bienes materiales, de acuerdo con Mendoza, roban mucha de la atención maternal y paternal del cuidado y formación moral y educacional de los hijos y de otros aspectos básicos del núcleo familiar. “Entonces, hay una presión altísima sobre las familias", agregó.
La integridad familiar se pierde a medida que los padres, en su afán de conseguir el dinero para compensar la demanda material, en algunos casos se ven forzados a trabajar día y noche. Dejan a sus hijos solos en casa y eso suele resultar en la pérdida de valores morales tradicionales, según ella, "incluyendo sus valores tradicionales y el respeto por sus padres y familia".
Ella atribuye el alto índice de embarazos entre adolescentes hispanas y los índices elevados de delincuencia entre adolescentes hispanos en gran parte a esa falta de atención de los padres. Mendoza enfatiza que la responsabilidad de vigilar por el bienestar familiar recae igualmente en los padres y madres inmigrantes.
"Como trabajan todo el día y muchas veces en las noches, y en su afán de llevar comida a su casa empiezan a usar todos los alimentos baratos. Y ahí es de donde viene todo el efecto fundamental en el terrible deterioro del estado nutricional y de salud de la familia", indicó.
En estudio tras estudio, los inmigrantes latinos figuran entre los más afectados por el sobrepeso y obesidad en Estados Unidos. El consumo excesivo de comidas procesadas, con demasiada sal, grasas y azúcar, en vez de las tradicionales que preparaban en casa, los predispone en mayor proporción a la diabetes, problemas cardiovasculares y otras enfermedades propiciadas por la obesidad.
Sin embargo, Mendoza recalca que, en general, para mejorar las condiciones de vida en comunidades inmigrantes se necesita más que sólo enfatizar la necesidad de cambiar hábitos alimenticios.
“Lo más importante es tener la capacidad de mantener nuestros valores culturales. Eso significa mantener el valor tradicional de la familia, balancear nuestros esfuerzos de estabilidad económica con la eminente necesidad de cumplir nuestras funciones como padre y madre, compartiendo tiempo con nuestros hijos y acompañándolos en su desarrollo físico, moral y espiritual", aseveró la especialista.
Igualmente, ella aconseja dar mayor atención a la alimentación consumiendo, juntos, comidas tradicionales preparadas en casa, y compartir una vida activa y saludable. Según Mendoza, los estudios han demostrado que en las familias que comen juntas hay menos riesgos de que los adolescentes se vuelvan delincuentes.
"Entonces, ¿por qué no comemos juntos?, como lo hacíamos en nuestros países, valorando nuestra maravillosa combinación de frijol, maíz y algunos vegetales, ¡como lo hacían nuestros abuelos!. Eso es fundamental", concluyó la nutricionista de la UC.
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- Author: Norma De la Vega
ALAMEDA – (UC) – En marzo, se celebra el Mes Nacional de la Mujer, fecha en la que se rinde homenaje a la mujer por sus invaluables contribuciones a la familia, la comunidad, la educación, la economía y las ciencias, entre otros campos.
Y es evidente, de igual manera, que en Extensión Cooperativa de la Universidad de California hay latinas que se destacan por su trabajo de investigación y educación y por sus esfuerzos para mejorar el bienestar de sus comunidades.
Una de ellas es Lucrecia Farfán-Ramírez, mujer emprendedora y multifacética a cargo de la oficina de Extensión Cooperativa de la UC en el condado de Alameda, y organizadora de muchos proyectos encaminados a proteger y mejorar la salud y bienestar de las comunidades de bajos ingresos.
Farfán-Ramírez, especialista en salud y nutrición y quien está terminando un doctorado en educación y salud pública, hizo una pauta en sus muchas actividades para compartir sus experiencias personales respecto a dos temas cruciales para los latinos: la educación superior y la salud.
La investigadora peruana relató que llegó a los Estados Unidos a los 17 años de edad con el sueño de graduarse de una universidad. “Mi padre nos inculcó que la educación es el arma más grande; la herramienta necesaria para poder determinar mi futuro”.
Recién llegada a este país, lo primero que hizo fue inscribirse en una escuela donde daban clases de inglés como segundo idioma. Luego ingresó a un colegio comunitario donde estudió una carrera vocacional en enfermería pues planeaba trabajar y ahorrar dinero para pagar la universidad. Pero los planes que tenía se le truncaron por falta de recursos económicos. Nadie le había informado que había ayuda financiera, y le tomó varios años ingresar a la universidad. “Yo no sabía que había consejeros escolares, no sabía qué clases tomar y tomaba clases sólo por tomarlas así que me llevó un buen tiempo entrar a la universidad”, expresó Farfán-Ramírez
Así, por experiencia propia, la investigadora sabe que la barrera más grande que tienen los estudiantes inmigrantes, no es el inglés porque éste se aprende. Ni la falta de recursos económicos pues hay programas de ayuda financiera, sino el complejo sistema educativo de este país en el cual es fácil perderse.
“Para ir a la universidad, no debes preocuparte si no tienes dinero porque hay una abundancia de recursos; el problema es que la ayuda está muy escondida, muy burocratizada y es fácil quedarse afuera”, puntualizó la especialista.
Farfán-Ramírez añadió que aunque la mayoría de los programas de ayuda financiera para la universidad se brindan también en español, eso no es suficiente puesto que lo que hace falta es aprender a navegar el sistema educativo y, para lograrlo, se necesita de un guía.
“Yo les digo a los estudiantes que desde que están en la secundaria se busquen un mentor, una persona que conozca el sistema; es casi seguro que esa persona ya pasó por los mismo problemas que tú y podrá enseñarte qué hacer”, dijo.
La educadora manifestó que la obligación moral de los padres no es sólo proveer lo básico; también es vital que fomenten en los hijos una cultura o amor por la educación.
“Los padres son muy importantes; ellos deberían inspirar a sus hijos y, la manera de hacerlo, es platicando con ellos” observó Farfán-Ramírez. Sugirió que en las comidas y reuniones familiares los padres aprovechen ese tiempo que es muy valioso para hablar con los hijos sobre su futuro. “Siempre hay que preguntarles a nuestros niños ¿qué quieres estudiar?, ¿dónde quieres estudiar?”
Farfán-Ramírez sostuvo que los padres no deberían negar a sus hijas el apoyo para ir a la universidad, lo cual dijo le ha tocado ver con frecuencia entre muchas familias de inmigrantes latinos; y añadió que la mujer también debe educarse y ser económicamente independiente.
“Yo vengo de una familia donde las mujeres son jefas, son las que han llevado a sus esposos adelante y eso se lo debemos a la abuela paterna que aunque se dedicó al trabajo doméstico le enseñó a todas las tías que para triunfar era necesario educarse”.
Y hablando de la mujer, Farfán-Ramírez se enfocó en un segundo tema que le apasiona: el cuidado de la salud.
La educadora en nutrición dijo que el tesoro más valioso de un ser humano es la salud, y para alargar la vida y evitar enfermedades crónicas hay que tener una buena alimentación. De hecho, la investigadora es la titular del programa Community Nutrition y Movilization en el Condado de Alameda, un programa que enseña a niños y padres a comer saludable.
Farfán-Ramírez compartió estas otras recomendaciones:
- "Enfócate en la salud y no en el peso". - Cuando no se come saludablemente, esto a largo plazo acarrea enfermedades crónicas. “Casi el setenta por ciento de las enfermedades crónicas están relacionadas con las cosas que comemos y con la falta de actividad física”, enfatizó la investigadora, y sugirió que no se debe comer sólo por calmar el hambre, sino para dotar al cuerpo de los nutrientes necesarios para gozar de buena salud; de ahí la importancia de comer más frutas y vegetales.
- "No le digas a tu hijo que haga ejercicio, ¡ponle el ejemplo!" - Es importante implementar un programa familiar de ejercicio para brindar apoyo al niño o niña que tiene problemas de sobrepeso. “Si ves que tú niño está gordito, no le digas ¡corre!; mejor haz un esfuerzo por caminar y salir juntos en familia”, precisó Farfán-Ramírez. Y agregó que el ejercicio en familia es más divertido y la mejor manera de incorporar este hábito saludable en la rutina familiar.
- "Mujeres, hay que ser un poco egoístas". – La organizadora comunitaria reiteró que las mujeres deben aprender a dedicarse tiempo a sí mismas para cuidarse, platicar con las amigas y hacer ejercicio juntas; estas son cosas simples pero muy valiosas que no se deben dejar perder aún cuando estén muy ocupadas cuidando del hogar y de sus seres queridos.
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- Author: Alberto Hauffen
HOLLISTER (UC)- Desde muy joven, María de la Fuente aprendió de la importancia de aprovechar cualquier oportunidad que ofrece la vida y de dedicar esfuerzo y talento para obtener el mayor beneficio posible. Como asesora agrícola de Extensión Cooperativa de la Universidad de California, De la Fuente se esmera en compartir esa filosofía con quienes viven de la agricultura, especialmente los inmigrantes latinos.
"Claro, requiere a veces sacrificio y esfuerzo. Pero con tesón y con perseverancia, casi todo, si no es que todo, se puede conseguir en esta vida", anota la especialista agrícola.
Ella atribuye esa convicción a su padre, entomólogo de profesión, lo que influyó en la vocación por las ciencias agrícolas de tres de sus hijos.
"Mi papá murió muy joven y era yo muy niña. Pero él era mi héroe; él siempre nos enseñó que la mejor herencia que cualquier padre podía dejar a sus hijos era la educación", contó De la Fuente. "Porque las cosas materiales van y vienen, pero lo que aprendes y se queda en tu subconsciente y en tu cerebro y en tu corazón es para toda la vida".
También les heredó la convicción de vencer obstáculos. "Mucho de mi empuje ha sido también porque desde pequeña mi papá, el doctor Jesús Mario de la Fuente Villarreal, siempre nos enseñó que no había diferencia entre la capacidad que puede tener un varón con la que puede tener una hembra".
Esto puede reflejarse a lo largo de la vida profesional de María de la Fuente.
"Crecí sin barreras. Y como yo admiraba tanto a mi padre, por eso seguí sus pasos", dijo. "Desde chiquitos nos llevaba al campo a ver sus experimentos y luego a los laboratorios. Entonces yo me enamoré de su profesión".
De la Fuente dedicó su atención a la fitopatología, una ciencia que, a diferencia de la su padre que se enfocaba en combatir plagas, ahonda en las enfermedades y patógenos microscópicos que amenazan los cultivos agrícolas. Siendo muy joven, ella obtuvo su licenciatura como ingeniera agrónoma parasitóloga en 1979 del Instituto Tecnológico de Monterrey, en su natal México.
"En mi generación, nos recibimos más o menos 450 ingenieros agrónomos; fuimos 7 mujeres", rememoró recientemente la especialista de la UC. Lejos de amedrentarle la disparidad en esa profesión, que todavía sigue dominada por hombres, De la Fuente comenzó así una impresionante cadena de logros profesionales.
Aun siendo estudiante, fungió como profesora asistente de su universidad. Casi inmediatamente después de su graduación, aprovechó la oportunidad cuando le ofrecieron formalmente una posición académica como instructora de los cursos prácticos de laboratorio.
"Luego me dieron beca para empezar a estudiar mi maestría. Pero cuando estaba estudiando mi maestría me salió una oportunidad para irme a estudiar a Holanda", dijo. "Me ayudaron a negociarla por ser catedrática del Tecnológico de Monterrey".
En 1985, no sólo concluyó sus estudios de maestría, en Wageningen, Holanda, sino que también aprovechó esa oportunidad para obtener una especialización en Horst en el Centro de Entrenamiento para Productores de Champiñones en ese país.
A su regreso de Europa, De la Fuente se reincorporó al cuerpo docente del instituto localizado en la capital del estado de Nuevo León. Surgió otra oportunidad.
"En cuanto regresé, me dieron un puesto administrativo". De la Fuente se convirtió en la primera mujer en dirigir uno de los departamentos académicos de su universidad, el Programa de Investigación y Desarrollo, impartiendo cátedra y al mismo tiempo sirviendo de enlace entre esa institución y el sector agropecuario.
"Yo negociaba con los catedráticos de la universidad y la industria para proporcionar apoyo a la agricultura en el país", explicó.
De la Fuente tiene gratos recuerdos de sus experiencias como catedrática. Pero lamenta que, no obstante su capacidad científica, no encontró el mismo grado de aceptación entre sus colegas universitarios y, sobre todo, en el sector agrícola al que ella trataba de ayudar.
"Aquí no tengo ningún problema. Allá sí tenía problemas porque los agricultores, los dueños de las propiedades, pues eran varones. Y no les gustaba que una joven, una mujer, viniera a decirles cómo hacer las cosas", dijo. "El problema más que todo es que la gente no está acostumbrada a ver mujeres en el campo allá en México. Aquí sí. Aquí, el trabajador hispano es muy sencillo, acepta inmediatamente una autoridad femenina".
Lejos de desistir, De la Fuente siguió aprovechando las oportunidades que le surgieron para avanzar en su campo académico. "Estando de catedrática en el Tecnológico de Monterrey terminé un doctorado en el '87 y luego me salió otra oportunidad para venirme a hacer un doctorado a Estados Unidos. El Consejo Mundial de Biotecnología me dio una beca y me fui a la Universidad Estatal de Iowa".
En esa universidad conoció a Zak Mousli, un estudiante de Damasco, Siria, con quien se casó y tiene dos hijas: Farrah Mayela (18 años) y Leyla Maria (16). "Si te fijas, un nombre árabe y otro hispano" anota De la Fuente, orgullosa de la etnicidad de su familia.
Con sus respectivos títulos de doctorado, De la Fuente regresó a México junto con su esposo en 1990 para reintegrarse como catedrática en el Tecnológico de Monterrey; él encontró la limitante del idioma para enseñar a nivel universitario y trabajó como profesor de ciencias en la Preparatoria Internacional, que es parte de la misma institución y donde todas las clases eran en inglés.
"Era muy difícil para él trabajar porque la gran mayoría de las clases, sobre todo a nivel de universidad, son en español y él no dominaba muy bien el español", explicó. "Pero no se sentía que estaba realizando toda su capacidad; él tiene un doctorado en física de suelos".
Ambos solicitaron y obtuvieron empleo con la Universidad de California en 1996 y residen en el condado de Santa Clara, donde ella estuvo a cargo de Extensión Cooperativa de la UC de1999 a 2009.
Desde su llegada a California, De la Fuente se ha esforzado por hacer llegar los servicios de Extensión no sólo a los productores sino también a los trabajadores y sus familias, especialmente durante su gestión como directora de Extensión en su condado.
"Me aseguraba de que se los dábamos a las familias de los trabajadores de los ranchos con los que yo trabajaba. Era como un matrimonio de nuestros programas muy bueno porque yo sentía que ayudaba a la fuerza laboral a educarse un poquito más en la industria en la que están trabajando", dijo. De esa forma, otros educadores de Extensión "venían y les daban las clases de nutrición a las familias".
"Algo por lo que siento especial, pero especial orgullo es que si no más del 70% de mis servicios de Extensión están planeados y dirigidos hacia todas las minorías, especialmente los hispanos", añadió.
La especialista dice haber encontrado un motivo especial de inspiración en un gran número de inmigrantes latinos con deseos de convertirse en productores. Pero está consciente de los obstáculos que enfrenta el agricultor inmigrante en comparación con el nativo quien, según ella, tiene varias ventajas que le provee el sistema educativo. Por ende, está expuesto a todos los servicios que le pueden ser de utilidad y una serie de oportunidades usualmente fuera del alcance de muchos inmigrantes.
"Por ejemplo, desde muy chicos, los hijos de los agricultores anglosajones se enteran de que hay oportunidades para pedir préstamos aquí, que hay apoyo acá, que hay esto más allá. Apoyo al negocio simple y sencillamente. Y el inmigrante, uno- no tiene ese entrenamiento, y dos- desconoce todas esas oportunidades", explicó.
De ahí que De la Fuente y sus colegas de Extensión se esmeren en ayudar a que más latinos puedan triunfar como agricultores, aun cuando la mayoría no posee terrenos cultivables.
"La gran mayoría de los hispanos que tienen operación aquí rentan la tierra. Pero al menos ya es su propio negocio, ya son productores. Ellos hacen el trabajo y ellos tienen las ganancias", explicó.
Sin embargo, De la Fuente lamenta que la contribución de los inmigrantes latinos a la agricultura de California es principalmente como fuerza laboral y en condiciones poco deseables, especialmente entre las mujeres.
"Es obvio que la contribución es increíble. Lo que parece todavía, a mí, más doloroso es que cuando menos el 20 por cientode la fuerza laboral en el campo, de sol a sol, son mujeres", dijo. "Vengo de mi casa a aquí a Hollister, paso por la carretera 25, que son campos y campos y hay mucha fresa y mucha lechuga y muchos chiles y muchos tomates. ¿Y a quiénes ves pepenando o cosechando? ¡Mujeres!".
Ese es quizás el único punto en el que De la Fuente está en desacuerdo con respecto a la igualdad de capacidad que ella percibe entre hombres y mujeres.
"Desde el punto de vista de mujer sí, es cierto, no hay nada que un hombre pueda hacer que yo no pueda hacer como mujer. Sin embargo, también tengo que admitir que, en cuanto a mi resistencia, somos el sexo débil", remarcó. "Y entonces es penoso ver eso, que están ahí, sobre todo en la cosecha de la fresa, que cosa tan espantosa que están ahí, ¡caminando encorvadas todo el día!"
Por eso María de la Fuente recalca la importancia de aprovechar oportunidades de superación personal que según ella están al alcance de la mayoría de mujeres y hombres inmigrantes latinos.
"En esta tierra de oportunidades, que a veces son oportunidades que no tenemos necesariamente en nuestros países de origen, debemos aprovecharlas. Hay muchísimas instancias de apoyo a la mujer y a los latinos. Entonces, como mujeres deberíamos de enfocarnos un poquito más en ver cómo podemos sacar provecho de eso", afirmó.
Pero ella enfatiza que, en última instancia, el éxito depende del deseo y esfuerzo para lograrlo.
"A veces no nos damos cuenta de las grandes bendiciones que hemos tenido en la vida. Y yo, sinceramente, estoy muy agradecida por tenerlas", dijo. "Es como la parábola de los talentos: Dios te da y Dios te va a pedir. Entonces, yo sé que a mí me dio esta capacidad y me dio estas oportunidades; las tengo que aprovechar al máximo porque si no estoy desperdiciando talentos que se me han otorgado”.
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- Author: Alberto Hauffen
Bianchi: “But it's going to be a joint effort on the part of both urban and rural residential, and agricultural…
Pero tiene que ser un esfuerzo conjunto de las comunidades urbanas, rurales y agrícolas de California para aprovechar mejor el agua que tenemos disponible".
Entre otras cosas, Bianchi enfatiza evitar el desperdicio de agua en el mantenimiento del jardín. También aconseja seleccionar plantas que requieren menos agua.
Se predice que la producción agrícola de California se reducirá notablemente por falta de agua y con eso podrían eliminarse unos 40 mil empleos en comunidades rurales.
De la Universidad de California, Alberto Hauffen.