La mayoría
de los padres de familia hacen hasta lo imposible por complacer a sus hijos.
Pero cuando se trata de la alimentación, conviene ser un poco más estricto y no
ceder a todos sus antojos, como hacer ver una especialista. Diana Cosío-Sandino,
del programa de nutrición de Extensión Cooperativa de la Universidad de
California, pone como ejemplo la afición de los niños por la comida rápida, algo
que ellos comerían a diario, si se les dejara.
Cosío-Sandino: “Si los niños deciden que
ellos quieren comida rápida, no tienen que darles el dinero, no tiene que
llevarlos. Ustedes tienen el derecho a decir no; no vamos a ir cada día o tan
frecuentemente porque no está bien. De vez en cuando sí. Pero no
frecuentemente”.
La gran
mayoría de las agencias de salud coinciden en que consumo elevado de comida
chatarra, como hamburguesas y papas fritas, juega un papel importante en la
incidencia de la obesidad infantil. Pero también culpan a la falta de actividad
física entre la niñez, que pasa cada vez más tiempo frente al
televisor.
De
la Universidad de California, Myriam Grajales-Hall.