VENTURA–(UC)-- La mayoría de los estadounidenses viajan a México y a otros países latinoamericanos para vacacionar en sitios idílicos, rodeados de comodidades y bellezas naturales. Curiosamente, a un especialista de la Universidad de California le apasiona ir en busca de algo absolutamente indeseable: plagas de insectos que anualmente cuestan miles de millones de dólares por pérdidas en cultivos agrícolas.
En vez de los hoteles de lujo en sitios paradisíacos, a Phil Phillips le interesa más ir a casas comunes y corrientes. Más específicamente, poder entrar a los patios traseros donde crecen árboles frutales en su estado natural.
Esto le permite al especialista del Programa de Control Integrado de Plagas de la UC observar insectos, bacterias y otros organismos dañinos y, sobre todo, cómo sobreviven las plantas sin más tratamiento que el agua que reciben, en algunos casos sólo esporádicamente.
“Lo mejor que podemos hacer es ir al lugar de origen de las plagas y ver cuáles son sus enemigos naturales”, afirmó Phillips. El especialista se propone continuar ese tipo de excursiones para tratar de proteger, entre otros, los cultivos de aguacate de California de una plaga originaria de Latinoamérica.
“Queremos ver las ventajas y desventajas con que se desarrolla esa plaga en su ambiente nativo”, explicó el científico de Extensión Cooperativa de la UC. Por los últimos cinco años, ese tipo de excursión le ha llevado a México, Guatemala, Honduras, Nicaragua, Costa Rica y Panamá. También ha estudiado plagas en Chile y Argentina.
El uso de insectos y organismos que son enemigos naturales de insectos dañinos es la base del control integrado de plagas en la agricultura, una tecnología creada por científicos de la UC hace 25 años con la meta de reducir el uso de sustancias tóxicas.
Gran parte del éxito en las excursiones al extranjero en busca de métodos de control biológico depende de las habilidades de comunicación de Phillips y sus colegas. Con un tacto digno de diplomáticos, consiguen el apoyo de las familias que les permiten entrar a sus hogares para realizar sus investigaciones científicas.
“Tratamos de tener muy en cuenta las diferencias culturales. Y de hacerles ver que no somos investigadores locos de la Universidad de California cuando andamos por ahí preguntando qué plantas tienen en sus casas”, dice jocosamente Phillips. “La cultura hispana es cálida, muy hospitalaria. La mayoría de las personas en México y Guatemala son muy cordiales y nos invitan a entrar a sus casas”.
De la misma forma, Phillips y sus colegas obtienen los permisos correspondientes de autoridades fitosanitarias de México, Estados Unidos y California para traer, bajo medidas de control estrictas, los insectos u organismos que usarán para contrarrestar plagas que amenazan los cultivos del estado.
Ellos constantemente buscan maneras de controlar plagas con métodos biológicos para evitar, o por lo menos reducir, el uso de agroquímicos de amplio espectro cuyos efectos van más allá de las plantas en que se aplican.
“Más específicamente, en las personas que trabajan directamente en la agricultura, que serían muchos de nuestros trabajadores del campo, y en especial las personas mismas que aplican los pesticidas”, sostiene el especialista.
El control biológico de plagas ayuda además a proteger al resto de la población al reducir la contaminación del medioambiente.
“Algunos de los pesticidas que usamos en la agricultura van a dar a riachuelos y otras fuentes acuáticas”, como lagos y mantos acuíferos subterráneos, y eliminan otras especies animales, explicó. “Estas podrían ser camarones y otros artrópodos que se encuentran en los arroyos y que son parte de la cadena alimenticia del ciclo de vida”.
En 1999, Phillips y Serguei Triapitsyn, especialista en insectos y organismos parasíticos de la UC en Riverside, viajaron a los estados mexicanos de Tamaulipas y Nuevo León; fueron en busca de un enemigo natural de la chicharrita de alas cristalinas, que sigue causando estragos en los viñedos californianos y en otros cultivos de frutas y plantas ornamentales.
En sus investigaciones en las áreas de Ciudad Victoria y Valle Hermoso, en la parte sur y norte de Tamaulipas respectivamente, Phillips y Triapitsyn identificaron una avispa diminuta que ataca los huevecillos de la chicharrita de alas cristalinas, lo que ayuda a disminuir su reproducción. Desde entonces, esa avispita se reproduce en grandes cantidades en uno de los seis centros de experimentación agrícola de la UC, para luego esparcirlas de manera controlada en cultivos que son atacados por la chicharrita.
Phillips está tratando de obtener fondos para continuar sus exploraciones en busca de enemigos naturales de plagas que ponen en peligro la agricultura de California; este año él planea visitar la República Dominicana, Puerto Rico, Trinidad y Tobago y Venezuela.
Pie de foto: El investigador de la UC Phil Phillips inspeccionando un árbol de aguacate, en Costa Rica, en busca de depredadores naturales de un insecto que ataca los cultivos de esa fruta en California. Foto cortesía de Dana Phillips.
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