Antes de que los estadounidenses de descendencia europea comenzaran a labrar las tierras y construir en la hermosa costa de clima templado de California, vastas extensiones de tierra desde San Francisco hasta la frontera con México estaban cubiertos de una planta bajita y aromática llamada salvia costera. El ecosistema era propicio para una gran variedad de flores silvestres de la temporada, como la amapola californiana, lupinas, cebollas silvestres y lirios de sego.
Sin embargo, debido a su suave topografía y su proximidad a ciudades costeras, dos terceras partes de los matorrales de salvia costera han sido convertidas en fraccionamientos o granjas, dijo Edith Allen, especialista de Extensión Cooperativa de la Universidad de California en el Departamento de Botánica de UC Riverside. El resto de la salvia costera corre peligro de ser invadida por especies exóticas y depósitos de nitrógeno.
“El depósito de nitrógeno es causado por las emisiones de óxido de nitrógeno proveniente de los autos e industria. Además, otro fertilizante para plantas, el amoniaco, es producido por la agricultura y las operaciones ganaderas”, señaló Allen. “Las emisiones aéreas eventualmente se asientan en la superficie de la tierra, causando un desequilibrio en el frágil ecosistema de la salvia costera, aún cuando se encuentre a cien millas de distancia de las fuentes de contaminación”.
El depósito combinado de nitrato y amoniaco alcanza hasta 30 kilogramos por hectárea de terreno en la cuenca atmosférica de Los Ángeles. En contraste, en áreas donde no hay problemas de calidad del aire en la cuenca, se depositan dos kilogramos por hectárea al año.
“Los cultivadores fertilizan pequeños campos de granos con 30 kilogramos por hectárea, así que esto representa un depósito sustancial de nitrógeno”, mencionó Allen.
Como si fuera poco el peligro en que se encuentra la salvia costera, algunas especies de pastos del mediterráneo han sido accidentalmente introducidas al ecosistema de la costa por actividades asociadas con una floreciente industria agrícola, una creciente población, pastoreo y construcción de carreteras. Los altos niveles de nitrógeno favorecen a estos pastos exóticos anuales.
“Hemos empeorado el problema”, manifestó Allen. “Los pastos exóticos tienen la capacidad de absorber el nitrógeno a un mayor ritmo, crecer más rápido que las platas nativa y desplazarlas”.
En años recientes, Allen trabajó junto con los estudiantes de postgrado Robert Cox y Kristine Preston para poder entender el ritmo de conversión y recuperación de los matorrales de la salvia costera al oeste del condado de Riverside. Ellos compararon información recopilada por el Servicio Forestadl hace 85 años con mapas del Departamento de Pesca y Vida Silvestre de California del 2002 que fueron actualizados en el 2009 por Google Earth. El análisis incluyó mediciones del clima, topografía, vegetación, utilización del suelo, depósitos de nitrógeno y fuegos en 151 sitios estudiados.
La investigación reveló que el 34 por ciento de los matorrales de salvia costera al oeste del condado de Riverside se han convertido en pastos exóticos entre 1930 y 2009. Los sitios convertidos tienen un depósito mayor de nitrógeno, pendientes menos pronunciadas que, con mayor frecuencia, dan hacia el oeste.
El análisis mostró que un 24 por ciento de los sitios que se identificaron como pastos anuales en 1930 han recobrado su estado de matorrales de salvia costera.
“En esas partes del condado que no recibieron mucho nitrógeno, la vegetación nativa pudo recuperarse”, mencionó Allen. “En general, el estudio muestra que los esfuerzos para la conservación y restauración de los matorrales de salvia costera tienen mayores posibilidades de tener éxito en lugares con depósitos de nitrógeno más bajos y menor invasión de pastos exóticos”.
Por esa razón, tiene sentido tratar de restaurar la salvia costera solo en áreas donde el depósito de nitrógeno es bajo. Para una conservación más amplia, la mejor opción es mejorar la calidad del aire.
Esta investigación determinó que las regiones donde el depósito de nitrógeno rebasa el nivel de los once kilogramos por hectárea por año se convertirán espontáneamente en pastizales.
“Contamos con datos que pueden ser usado por las agencias reguladoras”, dijo Allen. “Por ahora, las regulaciones de la contaminación del aire no son lo suficientemente estrictas para proteger el medio ambiente”.
Hoy en día, la mayoría de los vehículos para pasajeros emiten cantidades muy bajas de óxidos de nitrógeno. El mayor problema en la cuenca de Los Ángeles son los camiones de diesel y la contaminación generada por los puertos de Los Ángeles y Long Beach.
“Nuestra población está creciendo. El volumen en los puertos también. A pesar de que estamos creando tecnologías mejores y más limpias, estamos manteniendo los mismos niveles de contaminación”, señaló Allen. “La población tiene que darse cuenta que necesitaremos de niveles de emisión de nitrógeno más bajos para proteger nuestras vegetación natural.”
El estudio fue publicado el otoño pasado en el diario Global Ecology and Conservation.
Una iniciativa para mantener y mejorar los ecosistemas naturales es parte de la Visión Estratégica 2025 (Strategic Vision 2025) de la División de Agricultura y Recursos Naturales de la UC.