Debido a que los trabajadores agrícolas han sido calificados como esenciales desde el inicio de la pandemia, no han dejado de trabajar. Ellos continúan plantando, cosechando y procesando los alimentos de la nación durante incendios y la pandemia.
"... Deberían darnos apoyo salarial en la agricultura. Nos exponemos todos los días a este virus, y no tenemos la suerte de poder trabajar desde casa. No se puede cosechar de una computadora. Declara Martin, un trabajador agrícola de 49 años del sur de California.
La falta de una respuesta adecuada de los empleadores y del gobierno federal ha hecho que los trabajadores agrícolas se sientan utilizados y abusados. Ellos aseguran que esta falta de respuesta los deja vulnerables a diversos problemas de salud: Eliseo, un trabajador agrícola de 40 años del Valle de San Joaquín comenta "Se supone que somos indispensables y esenciales, pero parece que no somos esenciales, como si fuéramos basuras inútiles que puedes tirar, y entonces contratarán a más gente. Así es como me siento".
Los ochocientos mil trabajadores agrícolas de California han sido duramente golpeados por COVID-19. Clara, una trabajadora agrícola de 53 años del Valle de San Joaquín, explica, "Las cosas han cambiado drásticamente porque tuvimos que dejar de trabajar. Porque no había habido un buen trabajo como lo habría habido. Porque a veces no nos dejaban venir a trabajar porque a veces no querían mucha gente".
"Casi nos quedamos sin trabajo casi dos meses sin trabajo. Sólo Dios sabe cómo nos las pasamos porque ni siquiera entendemos. Nos las pasamos con la ayuda de Dios y amigos que nos dieron comida".
El informe afirma que los trabajadores agrícolas tienen que seguir trabajando debido a la inseguridad alimentaria y laboral, incluso mientras están enfermos. Aquellos que no pudieron trabajar no pueden permitirse el lujo de tomarse muchos días libres por temor a no tener el dinero suficiente para pagar el alquiler y llevar comida a sus familias. Ese fue el caso de Eliseo.
"El [su jefe] no dio 14 días. Sólo me dejó tomarme tres días como si no estuviera tan enfermo. Y me dijo 'estás bien, tienes que seguir trabajando y volver al trabajo'... No me pagaron ni nada... Fue difícil debido al costo [de tomar días de enfermedad no remunerados]".
Las condiciones bajo las que realizan sus labores y el transporte son dos de los factores de alto riesgo para que los trabajadores agrícolas contraigan el COVID-19. A menudo viajan a los campos en grupos grandes hacinados en un camión. Y ya en el trabajo, todos ellos se toman su descanso bajo una tienda de campaña, sin que se impongan medidas de salud como la distancia social o el cubre boca. Pedro, un trabajador agrícola de 45 años de la región del Desierto, explica.
"La preocupación es que estamos llenos de transporte. En el almuerzo, instalaron una tienda de campaña 4x8 [pie] [para proporcionar sombra]. El capataz nos grita que el trabajo debe continuar y que no le importa si uno tiene COVID-19 o no. Ni siquiera usan máscaras. El jefe guardó silencio y no se lo dijo a nadie hasta que algunos de ellos murieron."
Durante encuestas realizadas en la investigación de las condiciones de los trabajadores del campo, ellos denunciaron la aplicación incoherente de la política de salud pública en los lugares de trabajo agrícolas. El informe añade que sus preocupaciones sobre la seguridad en el lugar de trabajo no fueron reconocidas o, en algunos casos, fueron abiertamente desestimadas y burladas por los empleadores, supervisores y organismos gubernamentales encargados de proteger la salud de los trabajadores. Eliseo, un trabajador agrícola del Valle de San Joaquín, declaró.
"... Informamos que ellos [jefes] no nos dieron máscaras faciales. En otras palabras, les pedimos máscaras faciales, y ellos [los jefes] simplemente se rieron. Y pedimos jabón para lavarnos las manos porque había muchos lugares donde no podíamos lavarnos las manos, y ellos [los jefes] simplemente se rieron. Y varios de mis compañeros de trabajo y yo llamamos Cal/OSHA, y nos reunimos para pedir ayuda antes de que pudiéramos infectarnos. Y ellos [Cal/OSHA] nos dijeron que iban a enviar cartas y que iban a hablar con nuestro jefe, pero nunca hicieron nada."
Otra gran preocupación reflejada en el reporte es la salud mental de los trabajadores agrícolas y sus familias durante la pandemia. Según el informe, sus principales ansiedades son el miedo a enfermarse o infectar a otros, perder ingresos y empleos, y ser desalojados de sus hogares. Marcos, un trabajador agrícola de 45 años del Valle de San Joaquín, explica.
"Si no trabajamos, no pagamos cuentas, no compramos comida, no pagamos el alquiler, y entonces ¿dónde vamos a vivir?"
Eduardo, un trabajador agrícola de 31 años también del Valle de San Joaquín, declaró; "Tengo miedo de enfermarme, pero lo que me mantiene despierto por la noche es la idea de que soy infeccioso pero sin síntomas, y me hace pensar que tal vez es mi culpa que cerraron nuestro lugar de trabajo porque infecté a todos mis amigos. Ese es un gran miedo que invade mis pensamientos".
Peor aún agravando el problema, las redes de apoyo social, incluida la familia extendida,iglesias y otros espacios comunitarios se han limitado para los trabajadores agrícolas, como se han hecho para el resto de la población.
Sobre las pruebas y la vacunación, el reporte señala que la propagación de la desinformación debido a las teorías de la conspiración y la falta de visión de las agencias gubernamentales para ofrecer a los trabajadores agrícolas pruebas en sitios cercanos ha creado una alta desconfianza entre estas familias. Para los hablantes de lenguas indígenas, el conocimiento sobre dónde realizar pruebas, cómo realizarse pruebas y cómo interpretar y actuar sobre los resultados fue aún más frustrante. Lupe, un trabajador agrícola oaxaqueño de 30 años del sur de California, dijo.
"No lo sabemos, o no vamos. No hemos ido a hacer la prueba de coronavirus porque no sabemos adónde ir. Si nos lo dan, iremos porque no sabemos adónde ir".
En cuanto a las vacunas, el estudio muestra que el mayor temor es miedo a efectos secundarios, mientras que un porcentaje menor de varones declaró no estar interesado en vacunarse por temen que se les implante un microchip. Mientras que mujeres se mostraron renuentes a vacunarse por temor a quedar infértiles. El 12% mostró una desconfianza hacia el gobierno.
La coalición de organizaciones comunitarias y universidades recomienda lo siguiente para crear una cultura de equidad para los trabajadores del campo.
- Como trabajadores esenciales de los sistemas alimentarios nacionales y mundiales, las políticas deben incluir alimentos y trabajadores agrícolas en todos los programas de asistencia económica y ayuda a nivel federal, estatal, condado y municipal, sin importar el estatus migratorio del trabajador.
- Durante los cierres de escuelas, debe haber asistencia económica continua para las familias con al menos un adulto que se queda en casa o que se han visto obligadas a quedarse en casa debido a la reducción de las horas, enfermedades, cierres temporales, reducción de personal o despidos.
- Creación de lugares de comunicación cultural y linguísticamente apropiados para los trabajadores de agrícolas, como las líneas telefónicas organizadas regionalmente, atendidas por personas de esa comunidad, durante las horas favorables a estos trabajadores, para informar sobre las violaciones del protocolo COVID-19 y otras violaciones del protocolo relacionadas con el trabajo en tiempos de pandemia.
- En las circunstancias pandémicas y ordinarias, los mensajes de salud pública y salud y seguridad en el trabajo deben seguir siendo claros, coherentes y al respecto. La mensajería debe ser relevante desde el lenguaje y la cultura, pero también debe provenir de fuentes de confianza en la comunidad.
- Ampliación de los esfuerzos de pruebas y vacunación en las comunidades rurales. Los trabajadores agrícolas se beneficiarán de sitios sin citas para pruebas gratuitas en lugares que están cerca de sus hogares o lugares de trabajo.
- Los trabajadores agrícolas deben ser incluidos y representados en el diseño y la difusión de todas y cada una de las campañas de salud pública orientadas a ellos. Los lugares de trabajo agrícolas deben designar a trabajadores del campo para que sirvan como embajadores de salud y seguridad, ofreciéndoles un salario más alto.