Posiblemente, a las personas se les puede dividir en dos grupos: aquéllas que comen insectos intencionalmente y las que creen que nunca los han comido. Debido a que a mi me asalta todavía la extraña pesadilla en la que me llevo a los labios un insecto bien cocido que de pronto vuelve a la vida, decidí afrontar mi fobia contra los insectos comestibles visitando al entomólogo Douglas Yanega de UC Riverside, la semana pasada.
“Estos insectos, la verdad, no tienen muy buen sabor”, dijo Yanega, quien es el principal científico en el Museo de Investigación de Entomología de UC Riverside (Entomology Research Museum), donde estudia, identifica y cataloga a los insectos. “En Tailandia, sin embargo, yo comí hormigas tejedoras reinas — una comida gourmet en ese lugar, que saben a mantequilla de cacahuate o limón, dependiendo en cuál parte del cuerpo le claves los dientes — y grillos topo. Ambos estuvieron deliciosos!”
Comer insectos no es algo inusual en Tailandia, explicó Yanega. Los insectos, una buena fuente de proteína digerible, son también parte de la dieta en Corea, China y México.
“Usted obtiene más por su dinero cuando come insectos, en cuanto a proteína se refiere”, dijo Yanega. “Es verdad, la parte más dura de afuera es con frecuencia no digerible, pero los tejidos internos más suaves, sí. Por supuesto, se deben evitar insectos tóxicos. Hay algunos que pueden matarle si los come”.
¿Cómo se puede saber si un insecto es tóxico? En general, los insectos que son herbívoros tienden a ser más comestibles. Sin embargo, los insectos han evolucionado para alertar a otros bichos — y a ¡nosotros! — que no son apropiados para el consumo. Los colores brillantes como el rojo, naranja o amarillo yuxtapuestos con el negro en el cuerpo de los insectos son una advertencia clara de los insectos para que se mantenga alejado de ellos.
Debido a que poca gente experimenta con insectos comestibles, identificar los que son tanto comestibles como deliciosos es un gran reto.
“Usted cuenta, en la mitad de la curva de insectos, con muchos que son comestibles pero que saben horrible”, mencionó Yanega. “Y luego están otros al final de la curva que son tóxicos. Pero en la otra punta de esta curva se encuentran los preciados: son comestibles y saben bien”.
En los Estados Unidos, la mayor parte de las personas son culturalmente adversas a comer insectos. Sin embargo, si viaja a México, podría comer chinches apestosas, las cuales se usan algunas veces para darle sabor a la comida. Aún más lejos, en Japón, usted podría disfrutar de larvas de avispas y de gusanos de seda. En las partes centrales del sureste de Asia, puede saborear las chinches de agua gigantes y grillos topo.
De acuerdo con Yanega, una forma de iniciarse en una dieta entomológica es primero disecar los insectos y luego molerlos hasta pulverizarlos.
“Se puede usar este polvo como un suplemento”, dijo el experto. “Es la forma más fácil de comer insectos como alimento. Puede mezclar el polvo de insecto, digamos que con harina de trigo para obtener 'harina enriquecida con insectos'”.
Si se siente un poco de asco, podría casi garantizarle que la mayoría de nosotros ya hemos comido insectos de manera inadvertida. Muchos de los colorantes para comidas usan insectos. El color ceroso que recubre los dulces está con frecuencia hecho a base de insectos. Y muchas de las frutas y verduras cuentan con cierto nivel de “contaminación de insectos”.
“Mientras que no sea alérgico a un insecto comestible, es seguro comerlo”, indicó Yanega. “Si puede poner a un lado su fobia o estigma de poner insectos en su boca, no debe tener problema en agregarlos a su dieta”.
Esto es algo que la mayoría de nosotros tendría que hacer si nos encontramos perdidos en una isla y hambrientos.
“Si esto pasara, olvídese de los insectos de colores brillantes”, recordó Yanega. “En su lugar, opte por los que son de colores crípticos, los que pareciera que se esconden de algo. Son la mejor opción”.