Cada mes de agosto, empaco mi silla de montar, mi petate de vaquero, un cuchillo de cocina y hago uso de mis vacaciones para dirigirme a un campamento en la parte oriental de la Sierra Nevada, entre Mammoth y Bishop. Y dos días más tarde, me encuentro tras un grupo de mulas de carga, montada también en una mula y en una nueva ruta que me lleva usualmente a algún sitio dentro de los parques nacionales de Kings Canyon, Sequoia o Mt. Whitney.
La autora lista para iniciar la jornada.
Los vaqueros encargados de la carga y el manejo de las mulas y yo llevamos a excursionistas, que pagan los gastos del viaje, y los suministros necesarios para adentrarnos en las montañas por varios días, incluso semanas. Los excursionistas andan a pie o en mulas con nosotros para llegar a cada campamento donde los vaqueros descargan a las pacientes mulas, y yo armo mi cocina. Es entonces cuando empieza mi verdadero trabajo.
Mulas con su carga ascendiendo un trecho muy pendiente
La comida necesaria para el viaje se mantiene en cajas con cerraduras a prueba de osos y con correas gruesas de cuero que se enganchan en las sillas de montar. Los alimentos perecederos se conservan en hieleras portátiles, que se colocan dentro de las cajas, mientras que las latas y botellas se echan con otros artículos en cajas de cartón para que no se quiebren ni hagan ruidos que pongan nerviosas a las mulas. Y por las noches cubro las cajas con una lona, y luego instalo el sistema de alarma contra osos que consiste en un montón de ollas apiladas.
Durante el día, cuando estamos en el campo, mantenemos las cajas a la sombra de pinos o rocas de granito. Nuestro menú de vaqueros es práctico y se enfoca en los alimentos que deben consumirse lo más pronto posible: la primera cena consiste siempre de hamburguesas; la segunda de pollo. Yo suelo sacar los alimentos de las bolsas de plástico, las cuales causan que los alimentos se descompongan más rápidamente, y los pongo en bolsas de papel de estraza o los envuelvo en toallas limpias. 
Una cocina bien organizada al mediodía. La caja a prueba de osos que está bajos los rayos del sol contiene desechos y basura; el cajón de madera contiene los utensilios de cocina.
Después de 6 años, he descubierto algunos secretos de cocina en áreas remotas: las personas están siempre muy, muy hambrientas después de ejercicio a grandes altitudes, a menudo a más de 10,00 pies de altura. Pero a pesar del hambre, continúan valorando alimentos bien preparados y sazonados. La diferencia entre un pudín instantáneo y un postre de manzanas crujientes, cocido lentamente al vapor con la en la estufa, es muy obvia. Los panqués preparados con capas delgadas de duraznos maduros son mucho más sabrosos que los panqués simples. Y bajo ninguna circunstancia se deben dejar quemar los filetes aun cuando se tenga que lidiar con leña mojada y un fuego que no ayuda.
El proveedor del campamento suministra una carne deliciosa; de hecho, bien vale la pena realizar el viaje para probar el delicioso tocino. A mi me gusta asar chuletas a la parrilla, cocer a fuego lento un guisado, y asar cortes gruesos de carne que han estado congelados por varios días, Los platillos abundantes a base de carne no son sólo una tradición; los vaqueros se levantan antes del amanecer a preparar los animales y consumen alimentos ricos en proteína para tener energía para la larga jornada. Pero nuestros excursionistas son muy conscientes de la salud y también les gustan las frutas y verduras.
La lechuga común, conocida también como iceberg, es la que mejor sobrevive el traslado y empujones dentro de las cajas a prueba de osos, pero la ensalada de lechuga, tomates y pepinos con aderezo envasado es francamente muy poco apetitosa. En cambio, servimos una ensalada de brócoli o de col que es muy aceptada y que varía en cada viaje dependiendo de los alimentos disponibles. Y si quedan algunas sobras, las pongo en la mesa para que los excursionistas que están preparando sus sándwiches para el almuerzo las consuman. A pesar de que la ensalada de col en un sándwich es difícil de comer – créanme que lo es, yo lo he hecho recargada sobre el crin de mi caballo – su textura crujiente y sabor hacen al emparedado delicioso.
Excursionistas japoneses se sirven cordero asado y ensalada de col.
Ensalada de brócoli
Rinde 6 a 8 porciones
1 cabeza de brócoli
1 cebolla morada pequeña
½ taza de semillas de girasol secas
Corte el brócoli en pequeños floretes. Póngale los ingredientes del aderezo en un plato hondo y mézclelos. El aderezo debe ser ligero para cubrir el brócoli bien, pero no deje que se acumule en el fondo del platón. Añada el aderezo a la ensalada. Eche por encima las semillas de girasol.
Ensalada de col
Rinde 8 - 10 porciones.
Col o repollo verde
Col o repollo rojo, si está disponible
2 calabacines, de piel verde si están disponibles
3 zanahorias
Almendras tostadas y en rebanadas muy finas
Árandanos secos
Pimiento morrón verde o rojo
Cebolla morada
Opcional: una lata de castañas de agua o piña en trocitos
Aderezo: Mayonesa, vinagre de manzana y vinagre de vino blanco (Yo uso ambos), semillas de apio (importantes), sal y pimienta al gusto. Agregue la mayonesa y vinagre de tal manera que el aderezo quede cremoso y no grumoso.
Con un cuchillo bien afilado corte la col en rebanadas muy delgadas. Retire los trocitos blancos; luego pique la col tan finamente como sea posible. Ralle las zanahorias y las calabacitas con todo y piel. (La parte blanda de los calabacines que está en el centro se las doy a las mulas). Pique finamente los pimientos y la cebolla morada. Mezcle todas las verduras y agréguele los arándanos y casi todas las almendras. Lo ideal es que al comer la ensalada, se disfrute de un arándano y almendras en casi cada bocado. Bata el aderezo y agregue a la ensalada, mezclando hasta cubrirla toda. Póngala a un lado en un algún sitio fresco y, poco antes de servirla, esparza el resto de las almendras.
Preparado por Ann Senuta
Adaptado al español por Norma De la Vega