A principios de noviembre, cuando empieza a disminuir la temporada de las frutas de semilla grande y las uvas en California, llega el kiwi al rescate. Es una belleza de pulpa verde, de sabor ácido y con un excelente perfil de nutrientes que ofrece bastantes opciones para comer en botana y añadirlo a ensaladas de frutas, especialmente ahora que las celebraciones de fin de año se acercan.
El kiwi es originario de la China, pero por lo común se le asocia con Nueva Zelanda. Fue bautizado como la grosella china pero más tarde se le denominó como kiwi - nombre de un ave nativa de Nueva Zelanda que no vuela – para lanzarlo en la década de los 50 al mercado de la exportación.
Un estudio de 1997 que examinó las 27 frutas que más se comen encontró que el kiwi es la cuarta fruta en cuanto a densidad de nutrientes, después de la papaya, los mangos y las naranjas, esto de acuerdo al Network for a Healthy California's Harvest of the Month (el sitio en Internet de la Cosecha del Mes de la Red por una California Saludable). El kiwi es una fruta rica en vitamina C y vitamina K, ambas buena fuente de fibra y contienen potasio, folato, betacaroteno y luteína.
Los admiradores del kiwi recomiendan que se coma con todo y cáscara, la cual contiene una cantidad elevada de fibra y provee acceso a nutrientes que se acumulan precisamente debajo de la cáscara. Yo personalmente no puedo comer esa textura vellosa de color marrón y apariencia correosa. Pero una manera muy conveniente de comer un kiwi maduro es cortándolo por la mitad y sacándole la pulpa con una cuchara.
Casi todos los kiwis que se venden en los Estados Unidos son producidos en California. Botánicamente pertenece a la familia de las bayas, y crecen en plantas trepadoras que pueden alcanzar una altura de 15 a 30 pies. Las parras florecen en mayo y, por lo general, la mayoría de la fruta se cosecha a finales de octubre y principios de noviembre.
Foto: Wikimedia Commons
Preparado por Jeannette E. Warnert
Adaptado al español por Norma De la Vega