Cuando se trata de educar acerca de nutrición, una conversación es más útil que una lección.
¿Cómo podemos apoyar a las familias latinas de bajos ingresos con una educación apropiada acerca de nutrición que marque la diferencia en sus vidas? Esta fue la pregunta que el personal del Programa de Educación sobre Nutrición de la CalFresh de la UC, en los condados de San Luis Obispo y Santa Bárbara, nos hacíamos conforme nos preparábamos para una presentación mensual en la THRIVE Healthy School Pantry (Alacena Escolar Saludable) de Santa María, California.
Mientras muchos programas de educación sobre nutrición trabajan con bancos de alimentos locales para proveer demostraciones de información sobre alimentos y nutrición en los sitios de distribución de alimentos suplementarios, con frecuencia estas clases se llevan a cabo con un poco de prisa. Es probable que las personas se apuren en recoger sus alimentos y no hay mucho tiempo para más que una conversación uno a uno en la que el educador provee la información y los participantes escuchan. En otras ocasiones las familias pueden sentirse obligadas a quedarse para la lección de nutrición con el fin de obtener su bolsa de alimentos para sus familias.
Esta fue la experiencia de nuestros educadores de nutrición de CalFresh de la UC al hacer presentaciones y demostraciones de recetas durante la distribución de alimentos en Healthy School Pantry, el cual consiste en la distribución mensual de alimentos con un enfoque en el incremento de la seguridad alimentaria y en proveer una fuerte red social para proveer a las familias acceso a una amplia variedad de recursos comunitarios en inglés y español.
Cuando nuestro equipo de educadores sobre nutrición empezó a trabajar en Healthy School Pantry, se llevaba a cabo en un ambiente de un salón de clases formal donde había maestros y estudiantes. Los estudiantes (en este caso, padres y familias) se sentaban en líneas, mientras que el educador de nutrición se paraba frente al proyector y micrófono para proveerles los mensajes acerca de nutrición y una demostración de recetas con alimentos distribuidos en la alacena escolar. Les ensenábamos las destrezas para preparar una receta y ofrecíamos muestras y consejos prácticos relacionados con MiPlato de la USDA.
Después de algunas de estas presentaciones, empezamos a notar que muchos padres no interactuaban. Les hacíamos preguntas o sugerencias acerca de cómo los participantes podían usar esta información o receta y la mayoría respondía con silencio o de manera educada “todo está bien, gracias”. También notamos que otras familias cuando se retiraban pasaban por nuestra mesa sin hacer contacto visual. Nos dimos cuenta que las familias por varias razones personales o culturales no se sentían cómodas participando e interactuando en este ambiente de clase formal. Otros simplemente no querían sentarse y escuchar durante 15 a 30 minutos si no estaban seguros que la información era algo relevante para ellos.
Tomando esto en cuenta, decidimos modificar el enfoque. Primero, nos deshicimos del micrófono y proyector y movimos nuestra mesa a un área de mucho tráfico más integrada a otros recursos comunitarios. Luego, cambiamos nuestras presentaciones para que fueran más participativas y conversacionales. Preparamos nuestra mesa con una exhibición colorida y seguido ofrecemos una muestra de alimentos y caminamos hasta el frente de la mesa donde podemos saludar y acercarnos a las familias sin tener una barrera. Durante un evento reciente, llevamos una ruleta y equipo para actividades físicas básicas como brincar la cuerda y bandas de estiramiento. Los papás empezaron a acercarse y a girar la ruleta. Cuando paraba en un ejercicio tomaban el equipo y empezaban a hacerlo y a pedir consejos. Estábamos tan sorprendidos de que realmente quisieran hacer el ejercicio allí mismo y estuvieran muy interesados en hablar con nosotros acerca de cómo podían incluir más actividad física en sus ajetreadas vidas. Llegó un punto en el que teníamos una larga línea de padres esperando.
Con estos pequeños cambios, a los padres se les proporciona una atención más individualizada y la oportunidad de tener una conversación con el educador en lugar de sentirse que son como estudiantes en una clase. Ahora podemos sostener conversaciones más profundas y los padres son los que se acercan a nosotros para preguntar “¿cuál receta están preparando hoy?”. Los padres están iniciando las conversaciones y una vez que nos involucremos con ellos, es posible que tengan más preguntas sobre los ingredientes, dónde obtenerlos y el diálogo puede continuar en una forma natural, profunda y relevante para sus vidas. También podemos aclarar algunas ideas erróneas que tengan. Por ejemplo, hemos escuchado a muchos padres de familia decir que piensan que las frutas enlatadas o congeladas no son saludables. Una vez que nos ganamos su confianza podemos aclarar esas ideas erróneas e informarles que las frutas y verduras enlatadas o congeladas pueden ser una forma económica de incluirlas más en su alimentación y que mientras que no tengan azúcares o sal agregadas, pueden ser tan saludables como las frutas y verduras frescas.
Como parte de estas conversaciones tomamos la oportunidad de proveer mensajes y consejos acerca de nutrición pero también tenemos la oportunidad de escuchar las perspectivas y comentarios de los padres. Por ejemplo, un participante comentó acerca de una receta que estaban demostrando que “a mi realmente me gusta la ensalada de frijoles y garbanzos porque es nutritiva, tiene hierro, vitaminas y realmente fácil de preparar”.
En el caso de nuestro programa de nutrición más grande, este método ha traído beneficios adicionales, incluyendo la oportunidad de desarrollar relaciones más fuertes con los padres de familia de la comunidad y hablar con ellos acerca de lo que nuestro programa está haciendo con sus hijos durante las clases. Una mamá que se había acercado a nuestra mesa varias veces en el pasado, nos dijo que "yo y mi familia hemos cambiado mucho la forma en que comemos. Comemos más saludablemente y barato y gastamos menos en comida chatarra. A mis hijos les gusta lo que su programa les ha enseñado en sus clases. Por eso me gusta, porque a mis hijos ya no les gusta comer cosas que no son saludables”.
A través de estas conversaciones vemos que las familias se están alejando de nuestra mesa más informadas y dispuestas a buscar y acercarse a nuestra mesa el siguiente mes. El nivel y la calidad de la interacción han incrementado y podemos ver y escuchar sobre el impacto de nuestro trabajo y modificar o cambiar enfoques basados en las sugerencias que dan las familias.
Continuaremos usando este exitoso modelo porque hemos visto y oído la satisfacción por parte de las familias y recibido una cantidad grande de excelente retroalimentación. Estos pequeños éxitos que se nos han revelado a través de una conversación mutua y respetuosa, nos mantienen motivados a continuar proveyendo servicios y promover una comunidad más sana en una forma que respete y valore las experiencias y conocimientos que nuestras familias nos comparten.