- Author: Myriam Grajales-Hall
(UC)--
La explosión demográfica experimentada en todo el mundo a lo largo del siglo 20
y el aumento de población que se proyecta para el siglo 21 requieren un estudio
a fondo para lograr un balance entre la urbanización y la producción de
alimentos.
Esta
problemática es el enfoque de un artículo reciente de la revista bimensual
California Agriculture, publicada por la División de Agricultura y Recursos
Naturales, de la Universidad de California. Según un experto, el debate entre la
continua urbanización y el uso de tierras dedicadas a la producción de alimentos
requiere atención inmediata.
"¿Podremos
reunir los datos necesarios para tomar decisiones críticas acerca de los
sistemas de alimentación, antes de que ocurran daños irreparables que impidan
usar los recursos adecuados para la producción de alimentos?", cuestiona Jerry
R. Guillespie, director ejecutivo del Instituto para la Investigación de
Seguridad de Alimentos, del Departamento de Agricultura de Estados
Unidos.
"Hay
una necesidad cada vez más grande de contar con fuentes de alimentos saludables
y variados para garantizar la seguridad de alimentación en todo el mundo",
apunta Guillespie. "Al mismo tiempo, el uso de tierras y recursos naturales está
aumentando de tal manera que contamina los recursos que se necesitan para la
producción de alimentos."
Guillespie
señala que otros estudios reconocen el impacto causado por la globalización y el
aumento de población en el uso excesivo y la destrucción de ecosistemas, a tal
punto que "ya no pueden sustentar muchas de las especies de plantas y
animales".
Mediante
los avances tecnológicos se ha logrado expandir la producción agrícola para
satisfacer las necesidades alimentarias. Sin embargo, el hambre es aún un grave
problema para aproximadamente 800 millones de personas en todo el mundo. Y esto
puede atribuirse a corrupción política, políticas de manejo de tierras
inadecuadas, conflictos bélicos internos o regionales, y falta de educación para
lograr el mejor aprovechamiento de
recursos, se expone en la edición septiembre/octubre de California
Agriculture.
En
lo que se refiere al daño a ecosistemas, Guillespie indica que los científicos
calculan pérdidas colosales a lo largo de los dos últimos siglos, debido a la
intrusión humana en bióesferas de la fauna y la flora en todo el
mundo.
El
experto sostiene que, además de asegurar el abastecimiento de alimentos, debe
darse atención a la preservación de selvas tropicales y la inmensa variedad de
especies que sobreviven únicamente en ese medioambiente. De no hacerlo,
advierte, "contribuiremos a cambios climatológicos indeseables, complicando así
más aun la producción agrícola y la biodiversidad.
El
artículo señala que la extinción de especies de la fauna y la flora representan
pérdidas irreparables en el acervo genético mundial, que incluye posibles
fuentes para aumentar no sólo la producción de alimentos sino también de
medicamentos.
A
diferencia del siglo pasado, anota Guillespie, la gran mayoría de la población
en muchos países -particularmente la urbana- se ha desconectado del proceso que
involucra la producción de alimentos y no se interesa en asuntos que son
importantes en el medio rural, que cada vez se ve más reducido a causa de la
urbanización.
"En
las áreas rurales en todo el mundo, el desarrollo cultural no-urbano está
ocurriendo rápidamente", apunta Guillespie. El crecimiento urbano no sólo
incluye viviendas, sino también planteles educativos, lotes de estacionamiento,
parques y áreas de recreo, parques industriales, vías de transportación,
terminales aéreas y ferroviarias, sistemas de distribución de agua y otro tipo
de edificaciones que compiten con terrenos que antes se usaban en la
agricultura.
Aunque
esta pugna sobre el uso de la tierra puede ser tan aguda como en cualquier otra
parte del mundo, en California tiene un significado
especial.
"El
conflicto en California es particularmente notable", enfatiza Guillespie,
"debido a la alta productividad agrícola de varias de sus regiones; el
extraordinario crecimiento de población; la continua urbanización; la intensa
competitividad por recursos, como capital, agua, terrenos, desecho de
desperdicios, productos químicos, productos derivados del petróleo y
electricidad; y la diversidad de ecosistemas que incluyen la costa marina,
montañas y fértiles valles agrícolas."
Guillespie,
quien fue profesor de las facultades de medicina y medicina veterinaria de la
Universidad de California en Davis, entre 1966 y 1985, sostiene que es imperante
el diseñar y llevar a cabo estudios científicos que produzcan datos fidedignos
para encontrar soluciones a estos conflictos.
Según
él, tales estudios serían multidisciplinarios "en los que puedan medirse una
multitud de variantes y se defina sus interrelaciones". Los estudios, explica,
serían a largo plazo, costosos y requerirán el apoyo de la mayoría de los grupos
políticos importantes. "Existe la oportunidad de pasar de un nivel de gran
incertidumbre acerca del futuro de los sistemas alimentarios y el medioambiente,
a uno de mayor certeza y habilidad para predecir los riesgos e
interacciones".
El
experto afirma que Estados Unidos tiene amplios recursos científicos. Pero el
futuro de su propuesta es más incierto en lo que se refiere a voluntad política.
El no tomar acción, advierte, privaría a la sociedad de los conocimientos para
evitar el fracaso de los sistemas alimentarios y de los recursos necesarios para
su recuperación.
"Realizados
bien y oportunamente, los estudios a fondo propuestos proveerían modelos
valiosos para lograr la armonía entre los sistemas de producción de alimentos y
el medioambiente y establecería un modelo que otras regiones y naciones puedan
emular", concluyó el experto.
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