- Author: Myriam Grajales-Hall
DAVIS-(UC)— Un estudio con grupos de consumidores de bajos ingresos en California halló que este grupo se preocupa bastante acerca de cuestiones éticas y de seguridad alimentaria respecto a los alimentos modificados genéticamente, conocidos comúnmente en inglés como GMOs. Además, están muy interesados en que estos alimentos lleven una etiqueta detallada que los identifique como tales.
El grado de apoyo que sienten por tal tecnología depende de los posibles beneficios y beneficiarios. “Más de un participante aludió a un antiguo comercial de margarina que decía: «No es bueno meterse con la Madre Naturaleza»”, precisa Nicelma J. King, especialista de Extensión Cooperativa de la Universidad de California.
En general, quienes apoyan la modificación genética de los alimentos apuntan a la posible reducción de susceptibilidad de cultivos a plagas o enfermedades, aumento en el contenido nutritivo y mayor producción. Quienes se oponen tratan con cuestiones de seguridad alimentaria y de ética, especialmente en la mezcla de genes de especies diferentes.
Los consumidores que participaron en grupos de discusión, como parte del estudio llevado a cabo por Extensión Cooperativa de la Universidad de California, eran latinos, anglosajones, asiáticos y afroamericanos, todos padres de familia con hijos menores de 18 años de edad. Antes de participar, sólo el 15 ó 20% había escuchado el término «modificado genéticamente» o «biotecnología de los alimentos». Sin embargo, al explicarles el significado, aproximadamente entre 25 al 30% reportaron un nivel bastante alto de preocupación acerca de cuestiones éticas y de seguridad.
Los reglamentos actuales no exigen que estos alimentos muestren una etiqueta a menos que el proceso de modificación introduzca sustancias que se sabe producen alergias o si existe un cambio importante en su valor nutritivo. Sin embargo, cerca de 80% de los participantes expresaron su deseo de que los alimentos modificados genéticamente tengan una etiqueta que lo indique.
Apunta King que posiblemente este interés se deba a que los participantes asistían a clases de nutrición que enfatizan la lectura de etiquetas. Considera que también es posible que busquen más información para llegar a conocer un producto alimenticio nuevo.
En general, los participantes mostraron mayor apoyo por alimentos modificados genéticamente si brindaban algún beneficio directo a los consumidores, como reducción en el uso de pesticidas o aumento en nutrientes. Mostraron el mayor grado de apoyo por esta controvertida tecnología agrícola en respuesta a la propuesta de que alimentos modificados genéticamente podrían tener mayor nivel de nutrientes, especialmente si el producto se enviaba a países del tercer mundo. De interés también resultó la posibilidad de que pudiesen costar menos que los alimentos no modificados genéticamente. Se mostraron menos a favor de modificaciones cuyo beneficio principal lo recibirían los agricultores o productores, tales como genes que controlan la maduración del cultivo, facilitan la cosecha o aumentan características importantes para el mercadeo.
Algunos sencillamente consideran que “no es correcto” modificar alimentos genéticamente, proceso que consideran fundamentalmente diferente a la selección genética a travéz de la hibridización. Les preocupa el uso de genes de animales, especialmente si no se consumen hoy día.
En cuanto a los aspectos de seguridad, las preocupaciones más comunes tuvieron que ver con efectos no deseados en el cuerpo, la creación de productos nocivos al preparar tales alimentos y el acortamiento o alargamiento artificial de la vida útil del producto. Con menor frecuencia, se referían al consumo por parte de los niños, al riesgo de enfermedades resultantes del uso a largo plazo y el largo del período de prueba antes de que se permita poner a la venta esos productos.
En general, los participantes a quienes preocupa la seguridad alimentaria no tenían un nivel alto de confianza o conocimiento de reglamentos en existencia para mantener la seguridad de los alimentos, incluso el uso de pesticidas durante el cultivo, de aditivos durante el procesado o de la venta de alimentos modificados genéticamente para el consumo humano.
Quienes participaron en el estudio quieren que las etiquetas de alimentos modificados genéticamente identifiquen la razón de la modificación, fuente del ADN usado, comparación de nutrientes entre el alimento modificado genéticamente y su contraparte natural, así como cualquier diferencia en cuanto a manejo y tiempo de duración antes del deterioro. En el caso de frutas, verduras y alimentos a granel, quieren un folleto en un lugar muy visible que contenga esta información.
Indica King que los grupos de discusión fueron para propósitos exploratorios y los hallazgos debe interpretarse con cautela. Sin embargo, preocupa la falta de conocimientos en esta población acerca de los alimentos modificados genéticamente, especialmente porque reportan recibir información principalmente de noticieros en televisión, lo que podría causar que eviten ciertos alimentos en reacción a alguna noticia negativa o previsora.
La investigadora considera que sea baja la probabilidad de que consumidores con pocos ingresos obtengan información precisa acerca de la biotecnología. Especula que las etiquetas detalladas podría ayudar a la aceptación de los productos modificados genéticamente.
King concluye que los programas acerca de nutrición y asuntos del consumidor que se ofrecen a personas de bajos ingresos deben tratar con las nuevas tecnologías, incluyendo el proceso de modificación genética de los alimentos, la diferencia entre estos alimentos y los aditivos o suplementos, los reglamentos actuales en cuanto a las etiquetas y los alimentos a la venta que tienen una mayor probabilidad de contener ingredientes de alimentos modificados genéticamente.
NOTA: Este artículo se basa en el estudio, Low-income consumers, though less aware of genetically modified foods, are concerned and want labels,” publicado en la revista California Agriculture, Vol. 57, Number 3, edición de julio-septiembre 2003.
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DAVIS-(UC)— En octubre, los
productores se vieron obligados a retirar del mercado en el nordeste de los
Estados Unidos más de 27 millones de libras de productos de carne preparados
(deli) en respuesta a la inquietud
de que podrían estar contaminados con listeria, bacteria considerada responsable
de 23 muertes y 120 casos de intoxicación.
La
irradiación, un método seguro y efectivo de reducir enfermedades portadas por
los alimentos, podría haber evitado este desenlace, opina Christine Bruhn,
especialista en alimentos y directora del Centro de investigaciones para el
Consumidor de la Universidad de California en Davis.
Durante el
proceso de irradiación, los alimentos quedan expuestos a un campo de energía
generada por electricidad o rayos gamma. La irradiación no vuelve radioactivos a
los alimentos. Muchos productos de uso común, como bolitas de algodón, banditas
y biberones, son irradiados para destruir bacterias. Ninguno de estos productos
se vuelve radioactivo, de la misma manera que los rayos X, en uso en los
aeropuertos, no hacen que el equipaje quede radioactivo.
Algunos
consumidores se preocupan de que la irradiación destruye las vitaminas; sin
embargo, Bruhn aclara que los cambios nutritivos causados por la irradiación son
similares a los que causan el cocimiento y congelación de alimentos. La
irradiación destruye el 99.9% de las bacterias dañinas E. coli 0157:H7,
salmonela, campylobacter y listeria, entre
otras.
Actualmente,
el uso de la irradiación está aprobado por la Administración de Alimentos y
Drogas de EE.UU. (FDA) únicamente para carne fresca o congelada, aves de corral
y algunas frutas y verduras. Su uso no ha sido aprobado para embutidos, ostras,
camarones, cangrejos y otros mariscos. Todos los alimentos irradiados de venta
en los supermercados deben tener una etiqueta que así lo indique; este requisito
no es obligatorio para los
restaurantes.
“Estoy a favor
de que se identifique en las etiquetas que es un producto irradiado”, precisa
Bruhn. “Pago más por las carnes irradiadas. Creo que es un producto que ofrece
algo más”.
Una de las
principales ventajas de irradiar los alimentos es el hecho de que se eliminan
los patógenos antes de que el producto llegue a la cocina, lo cual reduce el
peligro de que los jugos de las carnes crudas contaminen alimentos frescos,
mesas o mostradores de cocina, cuchillos o tablas para picar. No obstante, los
expertos indican que los alimentos irradiados deben refrigerarse y cocinarse
adecuadamente.
Ahora hay más
oportunidades de comprar estos alimentos que presentan menos riesgos. En
Minnesota, la compañía Dairy Queen empezó a ofrecer hamburguesas
irradiadas en dos restaurantes en febrero del 2002. Los consumidores
reaccionaron de manera neutral o positiva. Al cabo de unos meses, casi 25% de
los restaurantes de la cadena Dairy Queen en el estado ya servían carne
de res irradiada; y en junio, todos los Dairy Queen en Minnesota
cambiaron al producto irradiado.
La carne de
res irradiada se ofrece cada vez más en otras regiones de los Estados Unidos.
Más de 30 estados producen carne molida de res irradiada y congelada, que los
consumidores pueden comprar por correo. En Illinois y Nueva York, los
supermercados han empezado a ofrecer carne de res molida fresca irradiada. En
California, una empacadora de carnes abrió en agosto unas instalaciones de
irradiación en Vernon, un suburbio de Los Angeles.
Bruhn anima a los consumidores a pedir a los gerentes de supermercados que ofrezcan productos irradiados. “Los consumidores deben tener la opción de selección”, opina.
El catálogo en la red de UC ANR Communication Services, http://anrcatalog.ucdavis.edu/ incluye una publicación que se puede imprimir gratuitamente, “Frequently Asked Questions About Food Irradiation”. Busque tecleando la palabra en inglés “irradiation”. También hay más información sobre este tema en el sitio en internet del Centro de investigaciones para el Consumidor de la Universidad de California, http://ccr.ucdavis.edu.
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- Author: Myriam Grajales-Hall
Tecnologías
nuevas para la elaboración de mapas y la transmisión de información por satélite
permiten determinar con precisión las características de tierras agrícolas,
incluso caminos, sistemas de riego, rejas y hasta zonas pequeñas de césped o
zacate reseco. Como resultado, los granjeros pueden aumentar o reducir de manera
selectiva el riego, la aplicación de pesticidas o la siembra de semillas. Estos
sistemas, que fueron desarrollados y están siendo usados por el ejército
norteamericano, se siguen refinando para facilitar su uso.
Conocidos por sus siglas en inglés, GPS,
Sistemas de Posicionamiento Global (Global Positioning Systems),
GIS, Sistemas de Información Geográfica (Geographic Information
Systems) y los Sensores Remotos (Remote Sensing), estos
sistemas están siendo usados actualmente por estudiantes universitarios, bajo la
tutela de asesores agrícolas de Extensión Cooperativa de la Universidad de
California.
“Hasta ahora, los agricultores han venido
aplicando herbicida a todos sus campos,” precisa Marc Horney, asesor de recursos
naturales y ganadería. “Pero con el uso de estos sistemas, podrán determinar
cuáles zonas lo necesitan y evitar desperdiciar herbicida al aplicarlo
únicamente a los lugares donde se requiere”.
“De igual manera, pueden aplicar de manera selectiva y más eficazmente fertilizantes o semilla nueva, o pueden aumentar o disminuir el riego. Son muchos los beneficios que se pueden obtener de esta tecnología en continuo desarrollo”.
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DAVIS-(UC)- Una nueva técnica permite la detección rápida de esporas invisibles de hongos en cultivos de fruta y nueces. Este avance representa para los agricultores la posibilidad de ahorrar millones de dólares al evitar aplicaciones innecesarias de fungicidas y reduce el potencial de daño ambiental por flujo de pesticidas a ríos y aguas subterráneas. "El objetivo a largo plazo es usar técnicas científicas para reducir la necesidad de aplicaciones costosas y posiblemente dañinas de pesticidas", precisa Themis Michailides, fitopatólogo del Centro de Agricultura Kearney de la Universidad de California. De esta manera los agricultores sólo tienen que aplicar fungicida cuando sea necesario. En los 400,000 acres de fruta de hueso y pistachos en el Valle de San Joaquín, evitar una sola aplicación innecesaria representa un ahorro de 8 millones de dólares. La nueva técnica, que fue desarrollada en este Centro Agrícola, permite que los agricultores se enteren con certeza en menos de un día si sus huertos están infectados por hongos. Anteriormente, era necesario esperar de una semana a 10 días para obtener los resultados del laboratorio. Estas investigaciones pueden, además, reducir de manera importante la cantidad de fungicida que podría llegar a ríos o minarse hasta las aguas subterráneas, evitándose así daños a animales y hongos beneficiosos.
- Author: Myriam Grajales-Hall
DAVIS
- (UC) -Granjeros, agricultores, investigadores, educadores y el público
interesado en la industria agropecuaria pueden ahora aclarar dudas y aumentar
sus conocimientos fácilmente gracias a la nueva Biblioteca de Recursos en la
Internet recién lanzada por la Universidad de California. Esta biblioteca cuenta
con resúmenes de más de mil artículos y publicaciones sobre temas relacionados a
la agricultura. El texto completo y copias de los mismos se pueden pedir
gratuitamente al Centro de Agricultura a Pequeña Escala, un programa de la UC
cuyo objetivo es apoyar el éxito de granjas de pequeña a mediana escala.
"La
biblioteca electrónica del centro representa un adelanto importante en la forma
en que se ofrece información al publico", señaló Desmond Jolly, director del
centro. Agregó que este programa ofrece "publicaciones innovadoras sobre
cultivos especializados, administración de granjas, seguridad en el uso de
pesticidas y temas relacionados", que se encuentran en la Biblioteca de
Recursos. El centro también ha patrocinado varias conferencias y talleres y
mantiene un sitio en la red que ha sido muy bien recibido.
Actualizada continuamente, la información se puede buscar por categoría o palabras clave. Se puede llenar un formulario computarizado para pedir una copia del artículo completo o publicación, que el Centro de Agricultura a Pequeña Escala envía gratis por correo o por fax. Para más información, visite la página http://www.sfc.ucdavis.edu/library o póngase en contacto con Birgit Hempel al 530-752-8136 o envíe un correo electrónico a: sfcenter@ucdavis.edu.
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