Hace cincuenta años, la compañía Thomas J. Lipton Inc. financió un estudio realizado por el Centro Extension e Investigación Agrícola de UC Kearny en Parlier (UC Kearney Agricultural Research and Extension Center), el cual está despertando hoy en día el interés de los científicos. Durante 18 años, los investigadores mimaron y convencieron a 41 clones de té intentando determinar si las plantaciones de este producto podrían ser una alternativa lucrativa para los granjeros del Valle de San Joaquín.
Los científicos de aquellos tiempos predijeron un potencial económico, para las futuras plantaciones de té en California, de hasta 25 mil dólares. Hoy día, el té representa una industria de 3,800 millones de dólares en Estados Unidos y UC Davis lanzó recientemente la Iniciativa Global del Té (Global Tea Initiative). Kearney presentó los reportes de sus investigaciones, correspondencias y recortes de periódicos sobre el estudio que se hizo hace algún tiempo acerca del té a la colección de investigación y enseñanza y alcance agrícola que se extiende a las ciencias sociales, salud, cultura y economía del té en general.
Eso llamó la atención de Jacquelyn Gervay-Hague, profesora de química de UC Davis, quien estudia los microorganismos que crecen en la tierra donde se cultiva el té y su potencial impacto en los atributos saludables de este.
“Creo que existe un intercambio microbiano que termina en la taza”, señaló Gervay-Haague.
Cuando el programa para la investigación del té se abandonado en 1981, un investigador clarividente contaba ya con un puñado de los mejores clones de té plantados en el paisaje que rodea los edificios de Kearney, donde permanecen en forma de arbustos indescriptibles que florean durante el otoño.
Hague, juntamente con sus estudiantes con frecuencia viaja fuera del país para probar la tierra en plantaciones de té, supo sobre las plantas en Kearney y reconoció la oportunidad de conducir estudios en California.
“Es realmente increíble”, dijo la experta.
El director de Kearney, Jeff Dahlberg, cree que el renovado interés por el té del citado centro, las cada vez más reconocidas propiedades saludables del té y el creciente entusiasmo por los tés artesanales y cultivados localmente pueden convertir a este producto en un lucrativo cultivo especializado para los granjeros a pequeña escala del Valle de San Joaquín.
“Esto podría ser algo como los arándanos azules”, indicó Dahlberg. “Hace 20 años, la gente creía que no podían ser cultivados en California. Pero con la investigación realizada aquí en Kearney, ahora existe una próspera industria de arándanos en el Valle de San Joaquín y en la costa.
Esa fue la misma intención que impulsó a los predecesores de Dahlberg a apoyar los estudios sobre el té en las décadas de los 60 y 70.
En ese tiempo, se propagaron 41 clones de té en una casa de tablillas en Kearney y después fueron plantadas en una parcela de medio acre. En 1967, el investigador agrónomo de Extensión Cooperativa de la UC, Karl H. Ingebretsen, le contó al reportero de un periódico que las plantas provenían de clones que sobrevivió un estudio similar del USDA en la década de 1880.
“La mayoría de las plantas importadas fueron traídas de un cultivo en Carolina del Sur, donde la compañía Lipton las encontró 10 años antes creciendo de manera silvestre”, dijo Ingebretsen en 1967.
El superintendente de Kearney en ese entonces, Frank Coddington, manifestó que los científicos esperaban que una experimentación positiva los llevara a variedades de tés adecuadas para la cosecha mecánica y la producción de té instantáneo, un producto que en esos días se hacía cada vez más popular.
Los clones del té de Kearney crecen bien y aparentemente de manera saludable, indica el reporte. Las plantas de té toleran el clima seco de California y aguantan el calor cuando se les riega apropiadamente. Se reportó que cinco de los 41 clones demostraron ser “prometedores” pero cuando el proyecto del té llegó a su fin en 1981, solo algunas de las plantas representando dos de los clones fueron salvadas como arbustos para paisaje. Nueve plantas crecen ahora al oeste de una bodega de lámina corrugada y cuatro bajo la sombra de unos perales en flor justo al sur del edificio original del sitio.
Gervay-Hague planea apoyarse en los resultados de la investigación de Kearney usando las herramientas de producción agrícola del siglo 21.
“No voy a repetir el trabajo realizado en la década de los 60, pero ellos no sabían acerca de microbiomas o genética en ese entonces”, dijo la experta. “UC Davis cuenta con la capacidad de imágenes tridimensionales, la cual deseo usar para ver las plantas cambiar. Me gustaría hacer pruebas de ADN”.
La química de UC Davis está solicitando fondos para construir un repositorio de plantas que podría convertirse en la base para los jardines de té comerciales de California.