No hacer cambios en la alimentación es muy arriesgado para EE. UU. y México
"Todavía más alarmante", continuó diciendo Crawford, "es el hecho poco conocido de que un 23 por ciento de los adolescentes en este país padecen en la actualidad de pre diabetes o diabetes, según las pruebas de sangre realizadas durante nuestro estudio nacional de salud más grande (NHANES, por sus siglas en inglés). Algo no está bien en una sociedad como la nuestra en la que muchos niños están creciendo con un alto riesgo de padecer una enfermedad que es prevenible”.
El UC Food Observer publicó una extensa entrevista con Crawford, quien, antes de unirse al Instituto de Políticas sobre Nutrición, fue cofundadora y directora, durante 15 años, del Centro para el Peso y la Salud de UC Berkeley. Ella es también especialista en nutrición de Extensión Cooperativa de UC ANR, así como profesora adjunta de la Facultad de Salud Pública de UC Berkeley.
Crawford dirigió el estudio longitudinal de 10 años denominado Crecimiento y Salud de NHLBI (NHLBI Growth & Health Study), un estudio epidemiológico sobre el desarrollo de la obesidad en niñas afroamericanas y la iniciativa FitWIC, para la prevención de la obesidad que el programa WIC lleva a cabo en cinco estados. En la actualidad, ella encabeza estudios para evaluar una amplia variedad de programas y políticas de nutrición a nivel estatal y nacional. Crawford, una investigadora con reputación internacional, sirvió en la Fuerza Especial de la Legislatura de California sobre Diabetes y Obesidad.
A continuación las preguntas y respuestas que el UC Observer le hizo a Pat Crawford:
P: Usted ha trabajado intensamente durante varias décadas para inspirar un cambio positivo en la salud humana. ¿Podría decirles a nuestros lectores un poco sobre las políticas de nutrición y lo que la motiva a hacer esto? ¿Qué le hace sentir pasión por su trabajo?
R: Desde la década de los 70 a los 90, participé en estudios de investigación midiendo los efectos en la salud de las dietas infantiles y los niveles de actividad física, con una atención particular en las disparidades raciales y étnicas. Durante este periodo vi una clara evidencia del deterioro de las dietas infantiles, con una alarmante y generalizada transición a alimentos precocinados y procesados de tipo botana. Estos alimentos se estaban vendiendo y distribuyendo en las mismas instituciones en las que los niños estaban aprendiendo o siendo cuidados. Los mismos estaban siendo objeto de una extensa publicidad y mercadeo a los niños y estaban reemplazando los alimentos más nutritivos. Los nuevos alimentos estaban con frecuencia fuertemente fortificados, haciéndolos parecer engañosamente como alternativas nutritivas. Mientras observaba estos cambios dietéticos, también empecé a ver el rápido y sorprendente incremento, sin precedentes en los casos de obesidad infantil, con sus implicaciones adherentes a la salud. Aprendimos que las dietas infantiles se caracterizaban por un exceso de calorías provenientes de alimentos con bajo contenido nutritivo que pueden causar efectos negativos a nivel general entre la población durante la niñez y edad adulta. Nuestra dieta rica en alimentos procesados y tipo botana se asoció con la triplicación de las tasas de obesidad infantil y una nueva propagación de diabetes tipo 2 como nunca antes se había visto entre niños. Supe que necesitaba dejar de observar las tendencias y empezar a tratar de revertirlas.
Lo que me mantiene motivada es saber que el cambio es posible cuando se lleva a cabo una investigación de políticas de alto nivel y se comunican sus resultados a quienes toman decisiones y a quienes trabajan con niños. Durante la última década hemos visto señales tempranas de reducción en las crecientes tasas de obesidad infantil. Si esta energía de mejorar la salud de los niños continúa durante 20 años más, puedo esperar que las tasas de obesidad infantil regresen a los niveles de los años previos a la década de los 80, eliminando, de esa manera, los factores de riesgo de sufrir diabetes tipo 2 y enfermedades del corazón durante la niñez.
R: Esta nueva unidad se encuentra dentro de la División de Agricultura y Recursos Naturales de todo el sistema de la UC, en lugar de localizarse en un campus específico. Esto nos ofrece mayores oportunidades para una colaboración entre varios planteles sobre asuntos de importancia estatal y nacional. Al localizarnos en UC ANR, también esperamos usar un enfoque más amplio de los sistemas alimentarios con una mayor diversidad de colegas y, por supuesto, utilizar el poder de investigación de Extensión Cooperativa de UC ANR para obtener un alcance a través de todo el estado.
P: La gente de color por lo general obtiene los resultados de salud más pobres en los Estados Unidos. ¿Qué tipo de políticas públicas nos pueden ayudar a cambiar eso? Usted dirigió un influyente estudio epidemiológico sobre el desarrollo de obesidad entre niñas afroamericanas. ¿De qué manera influyó este estudio en su forma de pensar respecto a los esfuerzos de educación sobre nutrición y las políticas públicas en esa arena?
R: El estudio de 10 años denominado Crecimiento y Salud NHLBI (NHLBI Growth and Health Study) fue uno de los primeros estudios en desenmarañar los efectos de la raza/etnicidad e ingreso y educación familiar en la obesidad infantil. Descubrimos que la pobreza es un determinante crítico de la obesidad. Este hallazgo guió mi trabajo subsecuente en la conducción de investigación sobre WIC (Women, Infants, and Children), el Programa de Almuerzos Escolares y SNAP-Ed (Supplemental Nutrition Assistance Program Education, conocido previamente como cupones de alimentos), todos los cuales nos ofrecen la oportunidad de abordar a los individuos con mayores riesgos, incluyendo los niños.
Hemos visto mejorar dramáticamente estos programas. Por ejemplo, el programa WIC, el cual sirve a mujeres embarazadas de bajos recursos y a sus hijos, cambió sus paquetes de alimentos para incluir más comidas sanas. De manera similar, las pautas para almuerzos escolares buscan asegurar que se sirvan más alimentos sanos a los niños. La mayoría de los niños que se benefician de esto son estudiantes de bajos recursos que califican para comidas gratis o a precios reducidos. Todavía hay mucho trabajo por hacer para mejorar los programas y asegurarnos que todos los que pueden beneficiarse tengan acceso a ellos y que los beneficios sean financiados adecuadamente. Lo que me anima a seguir adelante es lo mucho que se ha logrado.
P: La persona promedio conoce relativamente poco sobre cómo la investigación puede informar e influir en la política pública. ¿Hay algunas ideas que le gustaría ofrecernos?
R: Los cuerpos legislativos, tanto a nivel estatal como nacional, están ansiosos de recibir información con bases científicas para tomar las mejores decisiones posibles. Los legisladores desean impactar de manera positiva la salud de sus constituyentes. Y cada vez más legisladores están conscientes que nuestro país gasta demasiado en cuidado médico y no goza de la mejor salud. Esto hace que incrementemos nuestro enfoque en la prevención de enfermedades, siendo muy claro que debemos hacer más para promover la salud de la población y lograr que la gente no tenga que consumir servicios del cuidado de la salud. El consumo alimenticios es cada vez más reconocido como el principal factor en la prevención y reducción de las tasas de enfermedades crónicas en este país. Por lo tanto, el ofrecer a los responsables de tomar decisiones una buena evidencia sobre las formas en que se puede mejorar el consumo dietético y por consiguiente la salud de la población, ofrece oportunidades para hacer algo que ayude a los constituyentes — y en resumidas cuentas a mejorar a la nación completa.
P: La Academia de Nutrición y Dietética (Academy of Nutrition and Dietetics) recientemente recibió una gran cantidad de atención negativa cuando su nuevo logo de los Niños Comen Bien (Kids Eat Right) terminó en Kraft Singles. Tuvieron que retractarse de esta decisión, en parte, debido a la presión recibida de su grupo de constituyentes y personas como usted. ¿Tiene algún comentario o idea sobre esta situación? ¿Cree que se ha perjudicado el logo?
R: La Academia de Nutrición y Dietética se embarcó recientemente en una nueva sociedad con la industria alimentaria. Sin embargo, tengo entendido que la membresía de la academia cuestionó los términos de esta sociedad, poniendo de esa manera un signo de interrogación al grado de separación entre los profesionales en nutrición y la influencia de la industria. El patrocinio de oradores por parte de la industria alimentaria en las reuniones anuales de profesionales en dietética es otro ejemplo de las acciones que han empezado a empañar la reputación de la academia. Si la academia no cambia su enfoque, temo que pueda dañar su imagen.
R: El Comité Asesor de la Guía Alimenticia es un cuerpo científico independiente que evalua la evidencia detrás de las recomendaciones sobre alimentación de toda la nación. La evidencia actual sobre los lácteos apoya su inclusión en las recomendaciones. Sin embargo, en mi mente, el asunto aquí no es la necesidad de reemplazar la leche con el agua, sino reemplazar los refrescos gaseosos, bebidas energéticas y otras bebidas azucaradas, con el agua. Esperamos que el material educativo dirigido al público, incluyendo la guía MiPlato, empiecen a incluir el agua como la bebida número uno para mitigar la sed. Debería haber agua gratis en las escuelas, guarderías, lugares de trabajo, edificios públicos y otros sitios que sirven a niños y adultos.
Espero que la versión final de la Guía Alimenticia, cuando sea emitida, refleje las recomendaciones del Comité Asesor de la Guía Alimenticia de limitar el consumo de azúcares agregados a no más del 10 por ciento de las calorías de una dieta. Contamos con una fuerte evidencia sobre el efecto del azúcar en la diabetes, enfermedades del corazón, obesidad y caries dentales. Por lo tanto, para que los consumidores puedan calcular su consumo de azúcar agregada, sería necesario que la FDA modifique la información sobre nutrición en la etiqueta de los alimentos para incluir el azúcar agregada. Sin esta información, el público estadounidense no cuenta con recursos para determinar la cantidad de azúcar agregada en su alimentación.
También apoyo la recomendación del comité de considerar la sustentabilidad al hacer sus recomendaciones sobre alimentación y de motivar a que se consuma una alimentación a base de plantas. Apenas estamos empezando a entender todas las formas en la que nuestro sistema alimentario está conectado. Asegurar un suministro alimentario apropiado y nutrirlo adecuadamente para la población del futuro exige que sigamos moviéndonos en esta dirección.
P: Usted es una investigadora, pero también ejerce una profunda influencia en la política alimentaria. Una batalla se está gestando en el Congreso sobre la Ley de Comidas Escolares Saludables, la cual caducará a finales de septiembre. Además, el programa SNAP se encuentra amenazados por algunos políticos. ¿Nos podría hablar un poco sobre la dinámica de estas situaciones? Al fin de cuentas, ¿qué piensa que pudiera pasar?
R: Los programas que brindan redes de protección se encuentran amenazados por algunos que buscan reducir o cambiar las prioridades en el presupuesto federal, pero la información existente apoya de manera arrolladora la necesidad de estos programas para los estadounidenses de bajos recursos. Estamos gastando más dinero en programas de redes de seguridad ahora, porque mucha gente los necesita. En California, por ejemplo, más de la mitad de los estudiantes en escuelas públicas califican para comidas gratis o a bajo costo y la mayoría de los bebés recién nacidos, para el programa WIC. Por lo tanto, nuestros programas de alimentos no están sirviendo a un segmento pequeño de nuestra población, sino que son necesarios para sostener a la mayoría de nuestra población. Necesitamos solucionar nuestros retos económicos. Mientras tanto, recortar estos programas de asistencia alimentaria incrementaría el riesgo de dietas inadecuadas y los costos resultantes a largo término por enfermedades crónicas, las cuales, paradójicamente, actualmente representan un incremento en el gasto presupuestario. Así que, recortar estos programas sería un ejemplo de que lo barato cuesta caro.
P: ¿Podría contarles a nuestros lectores un poco sobre sus proyectos de investigación actuales?
P: Fomentar cambios es arriesgado. ¿Qué le hace seguir adelante cuando las cosas se tornan difíciles?
R: Lo que me hace seguir adelante es darme cuentan que nosotros, como adultos, no estamos protegiendo adecuadamente a nuestros niños. Durante mucho tiempo, nos creímos el mantra de que los niños tenían la culpa de no elegir opciones saludables a la hora de comer. Ahora contamos con una evidencia apabullante que muestra que los niños hacen elecciones poco saludables solo si se les dan opciones poco saludables; en cambio, los niños hacen elecciones saludables si se les ofrecen opciones saludables de alimentos. Los adultos son responsables por la salud, bienestar y protección de sus hijos, y esto significa darles opciones saludables de alimentos y limitar el acceso a alimentos no saludables. El consumo de alimentos saludables es el principal factor para la prevención del riesgo de sufrir enfermedades crónicas en los niños. Los alimentos saludables para los niños son una inversión en el futuro de nuestra nación, al igual que lo es la educación.
P: Muchos están usando tecnologías sociales para crear movimiento en su profesión (el trabajo del equipo the SugarScience es solo un ejemplo).
P: Su trabajo cuenta con un fuerte aspecto ético. ¿Existen retos únicos a los que los profesionales en nutrición se enfrentan en el entorno del mercado libre?
R: Los profesionales en nutrición tienen que competir con el enorme poder de las corporaciones multinacionales de la industria alimentaria. El poder de las compañías de alimentos para influir en los legisladores no puede ser subestimado, particularmente en lo que se refiere a cambios en las políticas sobre nutrición para los programas alimentarios de nuestra nación o al tratar de establecer nuevas políticas para limitar el consumo de productos que sabemos que están contribuyendo a empeorar la salud. Además, la industria alimentaria cuenta con enormes recursos disponibles para vender y promocionar sus productos y bebidas con poco o cero valor nutritivo para los niños. Esto abruma y mina los esfuerzos de la limitada información sobre nutrición que está disponible para educarlos. El mercado libre falla aquí: los consumidores no pueden obtener la información que necesitan para tomar buenas decisiones y quienes obtienen ganancias al vender una mala salud no son los mismos que pagan por las consecuencias. Es así que, depende de nosotros, los que trabajamos en este campo, compartir una buena información y trabajar para cambiar los sistemas que permiten, en la actualidad, que vender una mala salud sea tan rentable.
P: Muchos consumidores se sienten confundidos con la proliferación de etiquetas. ¿Ayudan las etiquetas a alguien con dudas sobre los aspectos relacionados con la ética y el medioambiente en el campo de la alimentación?
R: Las compañías de alimentos hacen declaraciones que son falsas y engañosas sobre sus productos, tanto en su publicidad como en las etiquetas en sus paquetes. Por ejemplo, un producto puede asegurar que no contiene gluten o colesterol, a pesar de que ese tipo de producto nunca en realidad tuvo ese tipo de componentes. Los productos que dicen “bajo en sal” con frecuencia siguen conteniendo un alto nivel de sodio. Algunos productos aseguran que proveen energía cuando en realidad solo están indicando que el producto aporta calorías. La confusión es algo habitual.
El acceso a información sobre el impacto en el medioambiente de la producción de alimentos está sumamente limitado. Solo hasta hace poco, la selección de una buena dieta tanto para el individuo como para el planeta se ha convertido en parte de nuestro discurso. Para la gente que puede costear el costo de comprar en tiendas de alimentos especializadas o puestos de granjas, existen algunos proveedores en el mercado que tratan de vender mejores opciones en términos del impacto ambiental. Pero estamos apenas empezando a hacer lo que se necesita para apoyar una disponibilidad más amplia de opciones alimenticias que sean óptimas para la salud humana o el medioambiente.
P: ¡Todo mundo está al tanto de la sequía! La sequía de California afecta al mundo y a la nación. ¿Qué cambios podrían surgir de esta situación a nivel nacional en términos de pensar en qué y dónde producimos? ¿Qué es lo que el futuro podría deparar para California y la producción agrícola del estado?
R: Hay mucho que no sabemos. Los científicos en climatología y agricultura están trabajando para identificar y predecir el impacto de varios factores en los cambios climáticos, incluyendo un incremento en las emisiones de CO2, calentamiento global y la sequía, en la producción de cultivos y la composición nutritiva de varios productos básicos. Lo que puedo mencionar es que si la producción de frutas y verduras frescas se reduce considerablemente, como puede suceder, nos enfrentaremos a una grave situación. El consumo de frutas y verduras entre los estadounidenses es ya de por si inadecuada. Comer suficientes frutas y verduras a bajo precio será más difícil que nunca, particularmente para los estadounidenses de bajos recursos. Por eso, esta es otra razón por la que reducir los programas de asistencia alimenticia federales en este momento, como lo están proponiendo algunos, no es algo sensato.
P: ¿Qué le quita el sueño en las noches?
R: Lo que más me preocupa es que parte del progreso que hemos hecho en políticas para mejorar las comidas escolares pueda ser revertido debido a las presiones políticas basadas en el costo de alimentos saludables, comparado con los costos más bajos de alimentos menos saludables y la resistencia de algunos a aceptar el cambio en el mejor interés de los niños, particularmente cuando afecta las ganancias de los adultos. También me preocupa que haya enormes esfuerzos de cabildeo a favor de alimentos menos saludables que han sido excluidos de las nuevas regulaciones. Las comidas escolares deben recibir un mayor apoyo para poder ofrecer a los niños los alimentos que necesitan para estar sanos.
P: ¿Qué se necesita para inspirar a la próxima generación a interesarse sobre políticas de nutrición y alimentos?
R: Realmente me complace que estos asuntos continúen en la mira de la opinión pública y los medios de comunicación. Espero que la educación sobre alimentos y nutrición se vuelva a ofrecer en las escuelas, tomando en cuenta que los conocimientos sobre este tipo de educación pueden ser impartidos de forma en la que no impacte de manera negativa las calificaciones en las principales materias. Actualmente los niños en los Estados Unidos reciben un promedio de cuatro horas al año en educación sobre nutrición, una cantidad similar al tiempo que los estudiantes son expuestos a comerciales sobre comida chatarra en una semana. Aún con incrementos modestos en horas anuales de educación sobre alimentos y nutrición, creo que la nueva generación estará más consciente e interesada en la relación que existe entre la nutrición, enfermedades y políticas alimentarias. Estamos viendo que la generación milenaria está más interesada en temas de alimentos, que las generaciones anteriores, y eso para mi es muy alentador.
P: ¿Qué deben hacer las instituciones y grupos para efectuar un cambio en el sistema alimentario?
R: Me siento muy animada por la creciente atención que se ha venido enfocando en el medioambiente, política y sistemas alimentarios. Un asunto complejo como el sistema alimentario requiere de aportaciones por parte de los interesados en muchos niveles. Un ejemplo del tipo de esfuerzo que se necesita está ya en camino en los plateles de la Universidad de California. El año pasado, la presidenta Janet Napolitano lanzó la Iniciativa Alimentaria Global para aprovechar la experiencia y recursos a lo largo de disciplinas múltiples del sistema de la UC para abordar los sistemas de salud y sistemas alimentarios sustentables.
P: Nos enfrentamos a una serie de retos en una variedad de frentes que cuentan con fuertes factores éticos, como los cambios climáticos, limitaciones medioambientales, inequidad en ingresos y acceso a alimentos. ¿Cómo podemos lograr que grupos actúen en conjunto? ¿Cómo encaja el trabajo de profesionales en nutrición en el movimiento alimentario en general?
P: Le estoy concediendo un súper poder. Usted puede cambiar una cosa acerca del sistema alimentario con ese súper poder. ¿Qué cambiaría?
R: Crearía igualdad de oportunidades reduciendo la influencia que ejerce el dinero en la reducción del contenido saludable de la alimentación infanti, tanto en la mercadotecnia de la alimentos poco sanos para niños, como en el cabildeo de la industria alimentaria entre los legisladores.