Investigadores de la UC confirman que las secoyas de la costa y los abetos de Douglas son susceptibles a la muerte repentina de los robles

Sep 4, 2002

BERKELEY- (UC) – Dos de los árboles más preciados en California – la secoya costera (coast redwoods) y el abeto de Douglas (Douglas   fir) – son susceptibles al patógeno Phytophthora ramorum que causa  la muerte repentina de los robles, según ha sido confirmado por investigadores de la Universidad de California. Durante los últimos siete años, la muerte repentina de los robles, una enfermedad muy contagiosas, ha destruido miles de robles a lo largo de la región costera en el norte del estado.

 

Investigadores de UC Berkeley y UC Davis han podido aislar el patógeno, que causa la muerte repentina de los robles. El patógeno fue aislado de ramas y agujas de secoyas y de abetos de Douglas jóvenes que mostraban síntomas de la infección. Los investigadores identificaron el constituyente genético esencial o ADN de este patógeno a comienzos del año, pero sólo lo pudieron confirmar cuando lograron aislar una cultura viviente del patógeno en las muestras recogidas.

 

No se sabe con certeza que tan serio puede ser el impacto de esta enfermedad en las secoyas costeras y los abetos de Douglas, ambos de vital importancia ecológica y económica para el estado, especialmente para la industria maderera, de viveros, de jardinería ornamental y de la construcción. 

 

Las secoyas jóvenes infectadas se hallaron en el Parque Estatal Jack London en el condado de Sonoma y en el Parque Estatal Henry Cowell, en el condado de Santa Cruz. Los abetos infectados se encontraron en otro lugar en el condado de Sonoma.

 

Los investigadores también realizaron pruebas de ADN en retoños enfermos que estaban creciendo alrededor de la base de secoyas adultas en los condados de Marín, Alameda y Monterey.

 

El número de especies de plantas susceptibles a la muerte repentina de los robles ha ido en aumento desde que se descubriera la enfermedad en el condado de Marín en 1995. Con la secoya y el abeto de Douglas, el número de especies de plantas que pueden verse afectadas por esta devastadora enfermedad a nivel mundial asciende a 17; 16 de estas plantas se encuentran en California. 

 

 “Parece que algunas especies pueden tolerar el patógeno mejor que otras”, indicó David Rizzo, profesor adjunto del Departamento de Patología Vegetal en UC Davis. La investigación fue unproyecto de colaboración entre los laboratorios de Rizzo y de Matteo Garbelotto, profesor adjunto de ciencias de ecosistemas y especialista de Extensión Cooperativa en el Colegio de Recursos Naturales de UC Berkeley.“Vemos una amplia variedad de síntomas: desde cancros severos en el tronco de robles hasta manchas pequeñas en las hojas del castaño de Indias (buckeye),” precisó Rizzo.   

 

Los investigadores no saben a ciencia cierta lo que los hallazgos recientes representan para el bienestar de las secoyas y los abetos de Douglas a largo plazo. “Puesto que no hemos visto evidencia de muerte o síntomas de esta enfermedad en secoyas o abetos maduros, no podemos saber cuáles serán los efectos de la infección a largo plazo”, indicó Garbelotto.

 

Garbelotto subrayó que los síntomas solamente han sido detectados en agujas y ramas muy pequeñas de secoyas. “Lo que nos sorprendió respecto a las secoyas fue haber encontrado el patógeno en todos los sitios donde hicimos pruebas”, preciso el investigador. “Por otra parte, sólo encontramos árboles jóvenes de abetos de Douglas infectados en un lugar en el condado de Sonoma, pero parecen mostrar una reacción más severa a la infección. Estos árboles se encontraban directamente debajo de árboles de laurel seriamente infectados. No sabemos si había algo en particular en ese sitio que contribuyera a que el abeto de Douglas fuera más susceptible a la infección que en otras zonas.”

 

Además de examinar árboles enfermos, los investigadores llevaron a cabo una serie de pruebas de laboratorio para determinar cómo afectaría el patógeno a árboles saludables y confirmar si el patógeno era la causa de los síntomas que habían observado.

 

Rizzo y Garbelotto  indicaron que no se ha podido determinar la causa de la muerte de un roble maduro en el Valle Mill, hallazgo que fuera dado a conocer ampliamente hace algunos meses, culpándose al patógeno de la muerte repentina de los robles. Los investigadores hallaron que además de contener el patógeno, el roble parecía haber sido afectado por otras tres infecciones micóticas. 

 

El hallazgo del patógeno Phytophthora ramorum en los robles, uno de los árboles más queridos y representativos de California, despierta muchas emociones para los residentes del estado. Estos árboles majestuosos alcanzan más de 350 pies de altura y viven de 600 a 2,000 años.

 

“Puede tomarnos años antes de que podamos determinar el impacto ecológico de esta enfermedad en las secoyas de la costa y en los abetos de Douglas,” indicó Rizzo. Los investigadores enfatizan la necesidad de continuar con las investigaciones, y apuntan que sólo han venido estudiando la biología del patógeno en las secoyas y los abetos durante posos meses.

 

Esta investigación fue financiada por el Centro de Experimentación del Sudoeste del Pacífico del Departamento de Bosques del USDA, el Centro de Manejo de la Salud de los Bosques del USDA y la Fundación Gordon y Betty Moore.

 

NOTA:  Hay fotografías de alta resolución de secoyas y abetos infectados en: http://www.berkeley.edu/news/media/download

 


By Myriam Grajales-Hall
Author - Communications Manager