Familias de bajos recursos no reciben los beneficios que podrían beneficiarles

Oct 3, 2002

Muchas familias de bajos ingresos en áreas rurales no están aprovechando los programas de apoyo y ayuda que mejoran las condiciones económicas de las familias y el bienestar de los niños, según investigadores de Extensión Cooperativa de la Universidad de California. Las especialistas en ciencias del consumidor participan en un estudio que abarca 15 estados y cuyo objetivo es evaluar el impacto de las reformas hechas en años recientes a programas de beneficencia pública en zonas rurales en los Estados Unidos.

En California, participan 40 familias de bajos ingresos, en su mayoría latinos, en los condados de Madera y Kern. El seguimiento durará tres años.

“Concentramos nuestra atención en familias latinas en California para darles voz y representación”, comenta Nancy Lees, investigadora y administradora del proyecto en UC Riverside. “En la mayoría de los estudios en el ámbito nacional, los latinos no tienen la representación adecuada”.

El primer año, los investigadores encontraron que 75% de las familias californianas que cumplían los requisitos para el programa de estampillas para alimentos no estaban matriculadas en el mismo. Apenas 19% de las familias latinas elegibles las usan. Por otra parte, más de 36% de niños latinos no tienen seguro médico.

“Algunas familias tienen mucho amor propio y no quieren recibir beneficencia pública”, explica Martha López, especialista en nutrición, familia y asuntos del consumidor con Extensión Cooperativa de la UC en el condado de Ventura. “A veces, las familias simplemente no saben que reúnen los requisitos para programas gubernamentales de cuidados médicos, tarifas reducidas de teléfono y servicios públicos como gas, electricidad, agua, estampillas para alimentos o para el crédito por ingresos del trabajo”.

La desconfianza que le tienen a las entidades gubernamentales, el miedo a la deportación y reportes sobre experiencias desagradables en las agencias de servicios sociales pueden también contribuir a los bajos niveles de inscripción entre familias latinas en estos programas.

Como parte del estudio, se realiza una encuesta anual de los participantes sobre sus ingresos, condiciones laborales, administración del dinero, cuidados médicos, alimentación, seguridad alimentaria y transporte. Las respuestas se estudian de manera colectiva y toda la información que se obtiene es confidencial.

“He quedado muy sorprendida y complacida al ver que los participantes están tan dispuestos a compartir cosas personales”, precisa Lees, quien está llevando a cabo aproximadamente una tercera parte de las entrevistas.

López, quien está a cargo del resto de las entrevistas, dijo que los resultados del estudio están empezando a indicar algunos efectos sorprendentes de la pobreza.

“Algunas personas no tienen dinero suficiente a fin de mes para comprar comestibles. Sin embargo, el sobrepeso y la obesidad entre niños y adultos continúa en aumento”, apunta López. “No sabemos a ciencia cierta la relación, pero estamos empezado a creer que si las personas no siempre tienen alimentos disponibles, comen en exceso cuando sí lo tienen”, dijo.

En algunos casos, los investigadores han encontrado contradicciones en la manera en que las familias administran sus ingresos.

“Frecuentemente, las familias se dejan guiar por las emociones y no consultan con nadie para tomar las decisiones económicas”, observa López. “Tal vez una familia necesite transporte y compran un auto nuevo. Tendrán que hacer pagos elevados por el auto, pero viven tres familias en un apartamento”.

Cada año, las investigadoras brindan información práctica a las familias participantes como, por ejemplo, números gratuitos de teléfono para programas gubernamentales, manuales para hacer presupuestos, recomendaciones alimenticias, etc. En el condado de Madera, se ofreció un taller sobre nutrición y crianza de los hijos a los participantes en el estudio.

El simple hecho de participar en el estudio está teniendo un impacto positivo en la vida de algunos participantes. López relata el caso de una mujer quien, en el primer año de la investigación, digo que quería ir a la escuela pero no tenía licencia de conducir. Para el segundo año, había obtenido la licencia, entrenamiento laboral y trabajaba como asistente de enfermera certificada. Lo que hizo que esto pasara, según lo que la participante le contó a López, fue haber tenido que responder al final de la encuesta a la pregunta sobre lo que le gustaría que ocurriese en los próximos tres años.

“Me dejó tan buena impresión”, subrayó López. “Me dijo: ‘Si usted no me pregunta sobre mis anhelos, probablemente los hubiera descartado’.”

Lees está analizando los datos del segundo año del proyecto y haciendo, junto con López, las últimas entrevistas. Al terminar el proyecto, las estadísticas californianas se combinarán con datos de los otros estados para dar a los legisladores una idea sobre la manera en que las políticas y programas afectan la vida de estadounidenses de pocos recursos quienes residen en áreas rurales. 

Lees y López trabajan en este proyecto junto con Karen Varcoe, investigadora principal y líder de Programa de Recursos Humanos. En California, el estudio está patrocinado por la División de Agricultura y Recursos Naturales de la UC. Los fondos para el análisis de datos de los 15 estados provienen de USDA y del Programa de Subvenciones Competitivas de la Iniciativa Nacional de Investigación.

Artículo en inglés


By Myriam Grajales-Hall
Author - Communications Manager