RIVERSIDE (UC) - ¿Así que, con los primeros días de enero usted se ha decidido a dejar los malos hábitos? ¿O quizás ha resuelto quitarse esas 20 libras de más? ¿O a llegado al punto en que finalmente ha decidido dejar de fumar? ¿O volverse más organizado? ¿O comenzar un programa de ejercicios? ¿O dejar la botella?
Los buenos propósitos de año nuevo son excelentes, especialmente cuando la meta es la autosuperación y la salud, dice Robin DiMatteo, sicóloga de la Universidad de California en Riverside. Pero tenga en mente, advierte ella, que las intenciones de año nuevo pueden ser o una bendición o una pesadilla: un buen empujón para el ego si el propósito tiene éxito; o un duro golpe para la autoestima si el sueño se desvanece.
Pero no lo tome tan a pecho, aconseja DiMatteo, puesto que no es tan difícil como parece. Un resbalón, y aun varias caídas no significan la derrota. "El mundo está lleno de tentaciones," señala la sicóloga, "y todos nos exponemos a caer en sus garras. Espere eso y no se dé por vencido si sucumbe."
Si ha tomado una determinación de año nuevo, con eso ya lleva la delantera: usted ha reconocido el paso que debe dar y se ha comprometido a lograr la meta trazada. Ahora, sólo necesita llevarla a cabo.
"El comprometerse a hacer algo es bueno. Sabemos, por investigaciones de sicología, que hacer un compromiso o tomar una determinación es un importante primer paso. Esto muestra que la persona se preocupa por el cambio y quiere hacerlo. La gente tiene que comprometerse para poder tratar," dice DiMatteo.
El problema radica en que tal vez la obligación o compromiso no sean suficiente. Si una persona decide hacer un cambio pero no tiene los recursos, probablemente no lo logrará. "Alguien que haya tratado de dejar de fumar muchas veces podría necesitar ayuda de alguien para lograrlo," sostiene la experta. "Así que el siguiente paso es buscar un programa de consejería para fumadores, o un programa de apoyo."
Las personas que juran que dejarán de beber y sufren por conseguirlo deben reconocer que quizás necesitan ayuda, como un programa de desintoxicación u otros tipos de consejería.
"Eso es lo que da resultado," afirma DiMatteo, "si realmente quiere dejar el vicio del alcohol."
Otro problema está en tener expectativas razonables. "A menudo la gente hace propósitos que son casi imposibles de cumplir, como 'nunca más voy a comer otro postre mientras viva'. Y, bien, esto es imposible porque se les presentarán muchas tentaciones," indica.
Sin embargo, hay un secreto, de acuerdo con DiMatteo. Se debe estar preparado para reconocer que puede haber una recaída, un regreso momentáneo al comportamiento que se está tratando de cambiar. Sólo la forma en que se haga frente al problema determinará el éxito o el fracaso.
Generalmente, la persona que ha jurado renunciar a los postres y caramelos sucumbe ante un postre tentador, se encoge de hombros y se abalanza sobre un pastel entero con la excusa de que es imposible cambiar. Lo que debería hacer, aconseja la sicóloga, es decir calmadamente:
"Me comí un pedazo de pastel. Lo disfruté, y ahora trataré de ser fiel a mi propósito." Todo mundo necesita reconocer que una recaída no es el fin del mundo.
Pero Di Matteo advierte un par de cosas: Aunque el Día de Año Nuevo es un momento lógico y oportuno para hacerse buenos propósitos, no es necesariamente el más práctico. En realidad, la temporada decembrina es una época muy difícil para hacerse propósitos. "Es mejor comenzar el 6 de enero, cuando todos regresamos al trabajo y ya no hay toda esa comida y bebida," dice DiMatteo.
Finalmente, todos debemos reconocer que siempre es difícil cambiar el comportamiento. Es un proceso lento que toma tiempo y compromiso. "Haga sus propósitos de año nuevo," recomienda DiMatteo, "Sea sincero consigo mismo y no se dé por vencido aunque tenga una recaída o dos".