BERKELEY-(UC)—Estudios
recientes en los últimos cinco años indican un gran aumento por todo el país en
niños diagnosticados con diabetes tipo II, enfermedad que por lo regular se
encuentra entre adultos. El riesgo principal lo corren los niños corpulentos,
particularmente si su estilo de vida es inactivo. La falta de cura para esta
enfermedad requiere el control médico y, con frecuencia, cambios importantes en
la alimentación.
“Si
usted tiene un niño cuyo tamaño corporal es grande, debe asegurarse de pedir a
su médico que le haga una prueba del nivel de azúcar en la sangre”, recomienda
Joanne Ikeda, especialista en nutrición con Extensión Cooperativa de la
Universidad de California.
Aparte
del sobrepeso, existen otras indicaciones de que se ha iniciado el desarrollo de
la diabetes tipo II. “En ocasiones, los niños presentan en la piel del cuello un
oscurecimiento conocido como acantosis nigracans, y esa es una seña
definitiva de que se debe evaluar al niño”, precisa esta
especialista.
La
inactividad también contribuye al riesgo de desarrollar la diabetes tipo II.
Actualmente, muchos niños ya no caminan a la escuela. Estan sentados en el aula
y a la hora del recreo, es común encontrar a los niños con sobrepeso sentados,
observando, en vez de estar jugando activamente.
“Es
realmente muy importante que los niños corpulentos cuyo padre, madre u otro
familiar tiene diabetes tipo II aumenten su nivel de actividad física”, apunta
Ikeda.
La
vigilancia médica puede mantener bajo control esta enfermedad, que requiere de
cambios importantes en la alimentación. Por ejemplo, se deben eliminar los
azúcares líquidos, como las sodas y refrescos, así como reducir drásticamente
los alimentos altos en grasa y calorías.
“De vez en cuando, el niño tendrá que pincharse el dedo para medirse el nivel de glucosa de la sangre y asegurarse que lo tiene controlado. Ciertamente, todo esto puede lograse pero va a significar algunos cambios tanto para el niño como para su familia”, concluye Ikeda.