BERKELEY (UC)- La presunta escasez de mano de obra agrícola en California es tal que los productores esperan ansiosamente que la Administración Bush y el Congreso pronto lleguen a un acuerdo que les permita contratar a más trabajadores extranjeros que cumplan con los requisitos para trabajar legalmente.
“Sin trabajadores disponibles para realizar tareas de temporada, pueden haber campos sin sembrarse o con plantas que no se cultivan en el momento crítico; y aun frutos maduros en campos y huertas sin cosecharse”, señala Howard Rosenberg, especialista en administración laboral agrícola de Extensión Cooperativa de la Universidad de California.
Un mayor número de intercepciones de ingreso ilegal a lo largo de la frontera con México y otros operativos de la Patrulla Fronteriza para contener la inmigración ilegal probablemente han contribuido a que haya menos trabajadores en busca de trabajo agrícola, según el especialista. Pero la oferta de mejores salarios y condiciones laborales en empleos no agrícolas, como la industria de la construcción, podría también ser una de las causas.
En el Valle Imperial, los cultivos de tomate han comenzado a podrirse en el campo y otras hortalizas de invierno corren la misma suerte porque hay un 40 por ciento menos de los trabajadores de temporada. Los productores de frutas del Valle Central no pueden encontrar suficientes trabajadores. Y el ritmo de la cosecha de uvas en el Valle de Joaquín ha disminuido peligrosamente, según un editorial reciente en Ag Alert, el periódico de la influyente agrupación de agricultores California Farm Bureau Federation.
Algo parecido reportan los agricultores de Arizona en los cultivos invernales. En el norte de California los cultivos de fresa están en peligro por la falta de pizcadores.
No contar con suficientes trabajadores, especialmente en las temporadas de cosecha, es un riesgo tradicional en la agricultura. Pero este año los agricultores parecen estar más preocupados y algunos han comenzado a sufrir los efectos de la falta de trabajadores, según Rosenberg.
Ningún agricultor quiere encontrarse sin trabajadores para las distintas tareas de producción. Aun algunas compañías que ya ofrecen buenos salarios y prestaciones laborales están implementando ajustes para asegurarse de poder atraer y retener empleados capaces.
“El gerente de recursos humanos de una importante compañía, a la que los trabajadores consideran como ‘empleador ideal’, recientemente me dijo que han incrementado su campaña publicitaria para reclutar trabajadores y mejorado su programa de prestaciones laborales”, comentó Rosenberg.
“Es lógico que los agricultores estén preocupados acerca del posible impacto que pudieran tener las maniobras políticas”, explicó el especialista aludiendo al debate que se lleva a cabo para reformar las leyes de inmigración.
El estudio, publicado en 1998, se basó en estadísticas arrojadas por la Encuesta Nacional de Trabajadores Agrícolas del Departamento del Trabajo de Estados Unidos, de entrevistas realizadas entre 1995 y 1997. Se encontró que el 91 por ciento de los trabajadores agrícolas de temporada eran nacidos en México, más del 42 por ciento trabajaban ilegalmente en Estados Unidos, y el 75 por ciento de ellos ganaban menos de $10,000 al año.
Desde entonces, poco a cambiado en la composición étnica de la fuerza laboral agrícola del estado. Se calcula que en la temporada de mayor actividad agrícola en los sembradíos, huertos, viñedos e invernaderos de California se emplean a cerca de 450 mil trabajadores, en su gran mayoría inmigrantes mexicanos. Algunos expertos piensan que entre 70 y 80 por ciento de estos trabajadores son indocumentados. Y que si de pronto se aplicaran estrictamente los requisitos para trabajar legalmente en Estados Unidos, la producción agrícola se paralizaría.
No obstante la supuesta escasez de mano de obra, cada vez más los trabajadores agrícolas encuentran empleo en industrias menos riesgosas, mejor remuneradas y con mayor estabilidad en el empleo. Por ejemplo, en Fresno, una área primordialmente agrícola del Valle Central de California donde la urbanización crece de manera acelerada, abundan las ofertas de empleo en construcción y otras industrias no agrícolas con salarios de 11 a 16 dólares por hora. En contraste, muchos empleos agrícolas no especializados pagan el salario minino, $6.75 por hora.
Por lo tanto, más que nunca se ha incrementado la competencia en el mercado laboral entre la agricultura y la construcción, hoteles y restaurantes, jardinería, manufactura y otras industrias de servicios, de acuerdo con Rosenberg.
Además de mejores salarios y condiciones de trabajo, el empleo no agrícola resulta más atractivo para trabajadores indocumentados que tratan de pasar desapercibidos. Muchos piensan que las autoridades de migración enfocan su atención en industrias y comunidades donde tradicionalmente se han encontrado grandes cantidades de inmigrantes indocumentados, como es el caso de la agricultura y las zonas rurales.
Como resultado, la disparidad entre el abastecimiento de mano de obra agrícola autorizada y el número real de trabajadores agrícolas que buscan otro tipo de empleo “ha llegado a un punto tal que algo tiene que hacerse”, señaló Rosenberg.
“Hay una situación en la agricultura que crea incertidumbre y resulta costosa para los agricultores, los trabajadores y el público en general”, remarcó el especialista. “Esta situación causa descontento tanto entre empleadores y organizaciones sindicales que están de acuerdo en que debe adoptarse un plan para aliviar estos problemas. Y ciertamente parece ser el momento oportuno para que el Congreso haga algo al respecto”.
Tanto los agricultores californianos como líderes sindicales de trabajadores agrícolas han estado urgiendo a los legisladores para que aprueben el Acta para el Empleo Agrícola, Beneficios, Oportunidades y Seguridad, también conocida como AgJOBS. Esta incluye normas que permitirían que personas indocumentadas que trabajan -o hayan trabajado recientemente- en la agricultura, obtengan estatus legal temporalmente. Y con ello el derecho a tramitar posteriormente el estatus de residencia permanente y aun la ciudadanía estadounidense.
La propuesta de ley también haría más flexibles algunos requisitos actuales, pocas veces aplicados, del programa de visa de empleo H-2 por el cual los trabajadores extranjeros pueden inmigrar sólo temporalmente como “trabajadores huéspedes” para laborar en la agricultura cuando no haya suficientes trabajadores residentes, explicó Rosenberg.
Sin embargo, hay una oposición considerable a cualquier legislación que pudiera otorgar estatus legal, y aún el derecho a participar en programas de visa migratoria, a cualquier persona que haya violado la ley al ingresar ilegalmente a Estados Unidos.
Algunos opositores argumentan que el aumentar la fuerza laboral de tal forma causaría estragos en el poder de negociación de prestaciones laborales, como salarios y otros beneficios para las personas que ya están legalmente dentro del mercado laboral, señala Rosenberg.
“Aun si llegara a aprobarse AgJOBS u otra legislación que provea legalización y visa de empleo”, aclara Rosenberg, “esto no garantizaría la estabilidad permanente en el mercado laboral agrícola”. Según él, más de un millón de trabajadores indocumentados obtuvieron el estatus legal bajo el programa “Trabajadores Agrícolas Especiales”, del Acta de Reforma y Control de Inmigración de 1986.
“Y, a la fecha, la mayoría de ellas o se han jubilado o han dejado de trabajar en la agricultura”, anotó el especialista en administración de mano de obra agrícola. “Casi todos los nuevos trabajadores que los han reemplazado son indocumentados, a pesar de que es contra la ley contratarlos a sabiendas”.
El Congreso está considerando varias iniciativas de ley enfocadas en la reforma de inmigración, la aplicación de las leyes migratorias y las visas de empleo para extranjeros. Rosenberg confía en que, a más tardar a principios del 2006, el Congreso se esfuerce en llegar a un acuerdo para la aprobación de reforma migratoria.