La peruana, Nelly Camacho estudio en su país natal leyes pues desde pequeña soñaba con tener la ley en mano para combatir injusticias; pero una decepción amorosa cambio el rumbo de su vida.
“Nunca te cases con un peruano,” dijo Camacho soltando una risita que dio principio a una historia muy diferente.
A los 22 años, se tituló como abogada, por la Universidad Católica de San Martín de Porres y tres años más tarde viajó casi cinco mil millas de Lima Perú a San Francisco, California, para conocer nuevas personas, culturas y probar nuevas comidas exóticas del puerto cosmopolita.
Fueron unas vacaciones de alivio espiritual que se prolongaron por seis meses, y en donde el destino le tenía un regalo, pues ahí encontró un amor, un cambio de vida y la oportunidad de contribuir en un programa social contra el hambre y el cuidado de la salud.
English Summary: Nelly Camacho studied law in her native country of Peru because since she was a child she dreamed of fighting injustice and disparities. But life had different plans for her and brought her to California where she became a nutrition educator for the EFNEP program teaching low-income families how to prepare nutritious foods to prevent malnutrition and obesity. |
Camacho es una de una de 268 educadores del programa EFNEP de la División de Agricultura y Recursos Naturales, UC ANR que enseñan a familias de bajos ingresos a preparar alimentos nutritivos y prevenir la desnutrición y obesidad. Una labor crucial para el bienestar familiar y el presupuesto público ya que por $1 dólar que se invierte en este programa se ahorra $8.34 en el cuidado de la salud.
En 1989, Camacho conoció a su esposo, arregló su estatus migratorio, se inscribió en un colegio comunitario y cambió de profesión, pero no su idea de ayudar a la gente. Se inscribió en la Universidad Estatal de San José, obtuvo una credencial de maestra para enseñar nutrición, educación para padres y adultos mayores y planeación para el retiro. Empezó como voluntaria en un distrito escolar como asistente de padres y poco después en un programa piloto para la salud dental y la nutrición y en donde dio los primeros pasos para gestarse como maestra de nutrición.
En el segundo lustro de los 1990s, cuando Camacho llegó a California, el presidente Bill Clinton sacudió el sistema de asistencia pública en los Estados Unidos con una reforma al Welfare que prácticamente eliminó la ayuda en efectivo. A cambio se promovieron otros servicios como cuidado infantil para las familias pobres y apoyos temporales para el entrenamiento para el trabajo. MarketPlace indica que mientras en 1996, 68 de cada 100 familias pobres recibían dinero en efectivo, en 2016 solo 23 familias de cada 100.
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Mientras tanto, Camacho venía de un país con sus propios problemas, Perú ha asombrado al mundo por la disminución de la pobreza, pero esta no ha desaparecido. A los 25 años, salió de su país que enfrentaba problemas de terrorismo con Sendero Luminoso, y sufría una turbulencia económica con inflación extrema y en donde era fácil encontrar caras de hambre en las calles.
“En mi país el pobre es pobre y no hay ayuda,” dijo Camacho “La diferencia es que aquí hay recursos, pero hay que saber buscarlos.”
El hambre y desnutrición impiden llevar una vida saludable y activa, pero la pobreza no la única que genera los problemas de salud. También contribuyen los malos hábitos alimenticios. No comer los alimentos que necesita el cuerpo para mantenerse sano como son las verduras, frutas, proteína, granos y lácteos tiene serias consecuencias. Aprender a comer alimentos nutritivos a temprana edad es crucial, pues es en la infancia es cuando se desarrollan las células que más tarde, en la vida adulta, ayudarán al cuerpo a combatir enfermedades como cáncer, diabetes y problemas del corazón.
EFNEP, el Programa Ampliado de Educación sobre Alimentos y Nutrición, donde Camacho tiene 23 años colaborando, cumplirá el próximo año su 50 Aniversario y es uno de los recursos más importantes en la lucha contra la pobreza, desnutrición, obesidad y las enfermedades asociadas. Este está disponible a través de Extensión Cooperativa de la Universidad de California en 24 de los 58 condados de California.
Camacho enseña en las comunidades de Hayward y San Lorenzo, entre otras. Hayward, es la tercera ciudad más grande en el condado de Alameda, y San Lorenzo está localizada al este de la Bahía de San Francisco, en ambas áreas viven predominantemente inmigrantes latinos y asiáticos. ”Alrededor del 70 por ciento de las personas en mi clases son inmigrantes,” sostiene Camacho.
La participación en los programas comunitarios es el primer paso al conocimiento y la independencia porque hay una red de programas de apoyo que ayuda a los inmigrantes a navegar por la sofisticada red de apoyo: clases de inglés, servicios de salud a bajo costo, alimentos gratis y servicios escolares. De ahí que es importante que no vivan aislados sino que se integren en sus comunidades.
Camacho cita un ejemplo de lo que significa vencer el miedo a participar. Un día llegó al saloncito del taller de nutrición una mujer indígena, hablaba poco español, no sabía leer, ni escribir y buscaba alimentos gratis. Tras darle la información sobre un banco de alimentos, Camacho invitó a la mujer a su clase. Ella dijo que no, pues no se aprende cuando no se puede leer. La educadora la animó “Aquí no vas a leer, vas a escuchar y opinar.” La mujer aceptó, terminó el curso y cuando recibió su certificado de participación, se emocionó hasta las lágrimas. “Era el único certificado que había obtenido en toda su vida,” dijo Camacho, parafraseando las palabras de esa mujer.
Los talleres de nutrición son gratis y se realizan en lugares públicos, escuelas, centros comunitarios, bibliotecas. Se enseña distintas maneras de preparar alimentos saludables con muchas verduras y promoviendo frutas y verduras como bocadillo. Incuso se preparan los platillos étnicos que tanto gustan con modificaciones para hacerlos más saludables. Otros temas son: la planificacio´n de las comidas, ahorro de dinero, actividad fi´sica, la inocuidad de los alimentos, y mucho ma´s.
“Me gusta enseñar, pero el número de personas en clase ha bajado increíblemente” sostiene Camacho. Agregó que en 2015, se graduaron cerca de 380 personas, pero este año 2018 apenas 280 y en los cursos de verano, donde siempre ha bajado la participación por las vacaciones escolares, solo se registraron 11 personas.
Es una situación que podría resultar inexplicable para otras personas, pues el alto costo de la rentas está absorbiendo casi todo el ingreso familiar y este programa es indispensable pues los trabajadores tienen menos dinero para comprar alimentos.
Las disparidades sociales se han acentuado pero también el miedo que sienten los inmigrantes que temen recurrir a los programas de alimentos gratuitos y clases de nutrición.
LLenar una solicitud en donde hay que poner información personal, es motivo suficiente para aterrar a millones, en esta era de tremenda movilización de agentes de ICE por doquier y separación de familias. Pero esto no solo está afectando a quienes no tienen documentos migratorios. A los residentes legales también. Los periódicos informan que vienen cambios en la ley y quizás todo tipo de ayuda social se podría convertir en “carga para el erario” y por ende podría haber el riesgo de perder la “green card” y un impedimento para obtener la ciudadanía. Es un cambio que no ha sucedido, pero el ambiente en sí mismo antinmigrante es suficiente para paralizar a millones.
“La gente está viviendo ese terror y es bien difícil,” indica Camacho “No tener papeles (documentos migratorios) siempre ha sido estresante, pero ahora es muy distinto por el temor hasta por los hijos.” No es raro, leer historia de horror en internet que hablan de padres deportados y separados de sus hijos.
Con 23 años como educadora, a Camacho le ha tocado escuchar todo tipo de historias. Sus talleres de nutrición también son una especie de terapia colectiva en donde hay tiempo para que los participantes hablen de sus retos y sus penas y en grupo se busquen soluciones y alivio. Sin embargo; hay incertidumbre y el Otoño empezará con tremenda incógnita, ¿será que en su 50 aniversario EFNEP y otros programas como WIC y CalFresh continúen bajando en la participación? ¿Será que los padres no inscriban a sus hijos en los programas de almuerzos escolares gratuitos por temor y quizás mala información? O quizás los inmigrantes que han probado tener nervios de acero continuarán sus vidas participando como siempre en los programas de bienestar social?