La próxima edición de julio-septiembre de la revista científica California Agriculture (que se publicará el 11 de julio) incluye artículos acerca de investigaciones de la UC sobre compuestos de plantas (fitoquímicos) que pueden ayudar a prevenir o tratar enfermedades. Los hallazgos son el resultado de proyectos pilotos realizados en el centro, así como otras investigaciones de la UC. El enfoque de los artículos son los micronutrientes, biofactores y fitoquímicos que pueden ayudar a reducir el riesgo de enfermedades crónicas.
Los biofactores son compuestos en nuestros alimentos que nos afectan a nivel bioquímico y que podrían a la larga beneficiar nuestra salud. Por ejemplo, los ácidos grasos omega-3 que se hallan en las nueces de castilla, semillas de linaza, col rizada y salmón podrían protegernos contra una gama de enfermedades asociadas con la inflamación, inclusive el asma y la hipertensión que pueden dañar los riñones. Las investigaciones del CHNR sugieren que los ácidos grasos omega-3 pueden reducir tanto los síntomas del asma como el daño a los riñones.
Los fitoquímicos y la salud. Estudios epidemiológicos vinculan dietas particulares con menos riesgos de sufrir de enfermedades crónicas. Es notable que a la tradicional dieta mediterránea — en su mayoría compuesta por verduras, frutas y granos enteros, con cantidades moderadas de nueces, aceite de oliva y vino tinto — se le asocie con menores tasas de enfermedades cardiacas, cáncer y mal de Parkinson y Alzheimer. Sin embargo, todavía falta que se establezca de manera concreta que ciertos fitoquímicos específicos que consumimos en nuestra alimentación pueden protegernos contra enfermedades. Por lo tanto, los nutricionistas aconsejan comer una amplia variedad de alimentos de origen vegetal en lugar de tomar suplementos.
Nutrientes mitocondriales y el envejecimiento. La dieta mediterránea es rica en compuestos de plantas que incrementan la mitocondria (organelos en nuestras células que convierten la glucosa y otros nutrientes en energía) o tienen defectos orgánicos y que por lo tanto se les conoce como nutrientes mitocondriales. Cuando la mitocondria escasea o presenta defectos genéticos que evitan que trabaje apropiadamente, esto puede generar metabolitos tóxicos y dañar a los radicales libres.
“La mitocondria es vital para el envejecimiento”, dice el experto en envejecimiento de UC Irvine, Edward Sharman. “Mejorar su función podría modular la aparición de enfermedades relacionadas con la vejez, como la diabetes tipo 2 y la degeneración macular relacionada con la edad”. La disfunción mitocondrial juega también un importante papel en las enfermedades crónicas como las cardiacas, diabetes tipo 2 y enfermedades inflamatorias como la artritis.
¿Un nuevo nutriente esencial? Otro prometedor nutriente mitocondrial es el pyrroloquinoline quinona (PQQ), el cual se encontró por primera vez en una bacteria del suelo fijadora de nitrógeno y que ahora se conoce como ubiquo.
“Estamos expuestos a bajos niveles de PQQ todo el tiempo”, dice Robert Rucker, co-director de CHNR y profesor de nutrición de UC Davis. “Puede ser derivado de aminoácidos que se encuentran en el polvo estelar y de polvo estelar es de lo que está hecha la tierra”.
Mientras que la Escherichia coli y otras bacterias comunes del intestino no producen PQQ, la bacteria de la tierra se lo provee a las plantas que forman parte de nuestra dieta. Varias fuentes buenas de PQQ incluyen la soya fermentada, vino, té y cocoa.
Estudios con animales muestran que el PQQ afecta marcadamente la salud. Rucker y sus colegas descubrieron que si se privaba a las ratas de PQQ esto ponía en peligro a sus sistemas inmunológicos y retardaba su crecimiento y tasas de reproducción. En contraste, si se restauraba el PQQ a sus dietas se revertían los citados efectos y les devolvía su buena salud. Además, el PQQ estimulaba el crecimiento de los nervios y contrarrestaba el envejecimiento en las células cultivadas.
Rucker y sus colegas descubrieron que, como el hidroxitirosol, el PQQ incrementa el número de mitocondria en las células. “Es también un antioxidante extremadamente bueno y agente anti inflamatorio”, menciona el experto.
Medicina personalizada. Si entendemos lo que los biofactores hacen en nuestros cuerpos ello puede, al final de cuentas, llevar a una medicina personalizada, en la que los tratamientos basados en la nutrición están hechos a la medida de la bioquímica de cada persona. Esta variación individual al nivel de la bioquímica podría explicar los resultados inconsistentes de las investigaciones sobre los ácidos grasos omega-3 y la inflamación.
“Los estudios ofrecen resultados mixtos”, señala el neumólogo de UC Davis Nicolas Kenyon. “Algunos han arrojado pocos efectos y otros que los ácidos grasos omega-3 pueden reducir la artritis y la inflamación de las arterias”.
Esta genotificación esta dirigida a las secuencias de DNA asociadas con el asma y por lo tanto no es integral.
“Algunas personas se sienten nerviosas sobre el análisis amplio del genoma, el cual causa temor porque ninguno de nosotros es perfecto”, dice Kenyon. “Pero las personas se muestran más interesadas cuando el enfoque es una prueba especifica que pudiera incrementar sus posibilidades de tratamiento”.