- (Focus Area) Food
- Author: Katherine Lanca
- Editor: Monica Daniela Zuercher
- Editor: Lorrene Ritchie
During the pandemic, the United States Department of Agriculture temporarily offered free school meals every school day to all students at no charge, but this federal provision ended in June 2022. As a result, California became the first state to expand the universal meals program beginning in the 2022-2023 school year. Other states considering expansion of free school meals may be following current research on the impact of free school meals in California. The New York Times invited Monica Zuercher, a project scientist with the Nutrition Policy Institute, to share her knowledge of free school meals. Zuercher was featured in the New York Times for Kids article titled ‘What if every kid got a free lunch?' by Katherine Cusumano in which she spoke to research-proven benefits of free school meals, particularly better attendance rates and improved health outcomes. Research on states that operate a free school meal program illustrate benefits and feasibility of free school meals programs for other states to follow. The New York Times for Kids article ‘What if every kid got a free lunch?' was published in print on January 29, 2023. The Nutrition Policy Institute documents further resources, research, and publications on School Meals for All on the Nutrition Policy Institute website Resources tab.
- Author: Mike Hsu
Un riego ligero, antes de inundar, estimula a los microbios a cumplir su labor de extraer el nitrato del suelo
En California, tras lluvias y nevadas sin precedentes, el gobernador Gavin Newsom ha suavizado las restricciones para la recarga de los acuíferos. Sin embargo, el interés por reponer el agua subterránea, que se encuentra agotada en todo el estado, nunca ha sido mayor. Y el proceso para dirigir el agua de la crecida a lugares como los campos de cultivo para luego filtrarla a los acuíferos es muy prometedor.
Pero hay preocupación en el contexto agrícola ante la posibilidad que el agua pueda transportar nitratos de los fertilizante a los suministros de agua subterránea. Es importante porque el agua de pozos contaminados con nitratos se ha vinculado a un creciente riesgo de cánceres, defectos congénitos y otros problemas de salud.
“Muchos productores desean ofrecer su tierra agrícola para ayudar a reponer el agua subterránea, pero no quieren contribuir a la contaminación del agua subterránea con nitrato y necesitan saber cómo las prácticas de recarga en las granjas afectarían sus cultivos, manifestó Matthew Fidelibus, especialista de Extensión Cooperativa en el Departamento de Viticultura y Enología de la Universidad de Davis.
Un estudio recientemente publicado por científicos de UC proporciona nuevos datos sobre la forma en que se desplaza el nitrato hacia un sitio de recarga agrícola y qué pueden hacer los agricultores para reducir una posible lixiviación (filtración). Los investigadores analizaron información de dos viñedos en el centro de investigación, Kearney Agricultural Research and Extension Center en el condado de Fresno, uno de ellos estuvo inundado durante dos semanas y el otro durante cuatro.
Es crucial entender los niveles iniciales de nitrato
Un factor clave para reducir la contaminación es entender la cantidad de nitrato que hay en la tierra desde el principio, dijo Helen Dahlke, autora del estudio y jefe de la iniciativa estratégica del agua de la División de Agricultura y Recursos Naturales, UC ANR. En áreas en donde llueve poco y hay sistemas de cultivos que requieren cantidades mayores de fertilizante, la acumulación del nitrato residual puede ser bastante alto debido a que las plantas no absorben el nitrógeno en el fertilizante.
“A través del tiempo, el porcentaje de nitratos, en algunos suelos, puede aumentar, especialmente tras muchos años de sequía continua y en suelos en donde no hay acceso al agua de riego ni lluvias que ayuden a limpiar los nitratos en la tierra”, manifestó Dahlke.
Aun cuando las lluvias recientes han ayudado a diluir la concentración de nitrato de manera natural, los granjeros que deseen participar en la recarga, durante los próximos años de sequía, deberían considerar la posibilidad de inundar, con grandes volúmenes de agua, sus campos.
“Si usted hace esto por primera vez –recargar un campo de cultivo durante el invierno – revise el nivel residual de nitrato que hay en el suelo ya que si es muy alto, debería de aplicar mucha agua para asegurarse que el nitrato residual se diluya”, dijo Dahlke, quien también agregó que los agricultores deben verificar si las condiciones de sus suelos cumplen con los requisitos adecuados para participar en un proyecto de recarga.
La experta recomienda utilizar, como “primer acercamiento” la herramienta disponible en internet que es un mapa en línea Soil Agricultural Groundwater Banking Index , un proyecto dirigido por Toby O'Geen, especialista en recursos del suelo de Extensión Cooperativa de UC.
Los investigadores buscan otras formas para reducir los nitratos
Aun antes de inundar los campos para la recarga, existen varias prácticas que pueden ayudar a reducir los niveles iniciales de nitrato y el riesgo de lixiviación. Por ejemplo, los cultivos de cobertura como la alfalfa y triticale, un cereal resultado del cruce del trigo y el centeno, pueden ayudar a absorber los nitratos residuales que se acumulan durante la fertilización de un cultivo principal durante un tiempo.
Dahlke y Fidelibus – coautores de un estudio del viñedo del Valle de San Joaquín – mencionaron el riego pre inundación que promueve la desnitrificación, un proceso por el cual los microbios del suelo transforman los nitratos en formas gaseosas de nitrógeno.
“Se necesita estimular a los microbios que desnitrifican para que hagan su trabajo”, comentó Dahlke. “Lo que hemos visto es que, si se riega un poco antes de inundar, el aumento en la humedad del suelo puede hacer que esos microbios empiecen (a trabajar) y extraigan más nitrato del suelo”.
El momento y la cantidad de las aplicaciones de fertilizante son también factores importantes para reducir la lixiviación. Aunque cada vez son más los agricultores que siguen prácticas de alta frecuencia y baja concentración para maximizar la absorción por los cultivos, Dahlke señaló que es necesario poner más énfasis en el proceso de transformación del nitrógeno -tal como la desnitrificación- en las directrices para el manejo de nutrientes que siguen los agricultores.
“Una implementación, bien pensada, de los planes para el manejo de los nutrientes desempeñará un papel particularmente importante en la participación de las granjas” agregó Fidelibus.
Una visión más holística de la recarga de agua subterránea
En pocas palabras, lo que se hace durante la temporada de cultivo también pueden afectar en la temporada de recarga invernal y viceversa. Por ejemplo, la aplicación de composta u otras enmiendas orgánicas para la tierra, también proporciona a los microbios el “combustible” que necesitan para una desnitrificación sustentable.
“Lo que hemos encontrado es que nuestra bacteria que desnitrifica con frecuencia se agota porque no tienen suficiente carbono para hacer el trabajo”, señaló Dahlke. “Al igual que nosotros, los microbios necesitan energía para hacer el trabajo y la energía para los microbios proviene del carbono del suelo”.
Así que, añadiendo humedad mediante la recarga, a ese campo con alto contenido orgánico, eso puede estimular la mineralización y la nitrificación, procesos en los que los microbios transforman el nitrógeno orgánico en amonio -y posteriormente en nitratos- que las plantas pueden absorber. Esos nitratos de origen natural reducirían así la necesidad del agricultor de aplicar fertilizantes sintéticos.
“Los experimentos de recarga invernal en las granjas han mostrado que si se altera el régimen de humedad durante el invierno eso también tiene consecuencias en el balance de nitrógeno en la temporada de cultivo del verano”, explicó Dahlke. “Teóricamente, lo que necesitamos hacer es integrar mejor ambas temporadas, poniendo mayor atención en el balance: suelo-nitrógeno durante todo el año, y así podremos asegurarnos que al final de la temporada de cultivo el nitrato residual en el suelo se ha reducido”.
El estudio, publicado en el diario Science of The Total Environment, fue parte del trabajo de postdoctorado del exinvestigador Elad Levintal de UC Davis. Además de Fidelibus y Dahlke, otros de los autores son Laibin Huang, Cristina Prieto García, Adolfo Coyotl, William Horwath y Jorge Rodrigues, todos del Departamento de Recursos de la Tierra, Aire y Agua de UC Davis.
Adaptado al español por Leticia Irigoyen del artículo en inglés
Editado para su publicación por Norma De la Vega
- Author: Tiffany Dobbyn, UC Davis
Researchers identify key markers to help professional retail buyers choose authentic products
Avocado oil has become a popular choice for many people in recent years because of its heart-healthy benefits and versatility in cooking. However, not all avocado oil products on store shelves are created equal. Some products are labeled as “pure” avocado oil when they contain other oils or additives. No enforceable standards defining the chemical and physical characteristics of avocado oil exist yet.
Researchers at the University of California, Davis, analyzed samples of 36 private label avocado oil products and graded them based on quality and purity. Private label products are made by a third-party processor and sold under a grocery store or retailer brand label. Their findings, published in the journal Food Control, show that 31% of the samples tested were pure, and 36% were of advertised quality. Quality refers to whether the oil is fresh or has gone bad due to aging, heat or light exposure. For purity, researchers measured fatty acids, sterols and other components that differentiate avocado oil from other oils.
The study included oils purchased from 19 retailers in the U.S. and Canada with various price points. They found that lower-priced oils were more likely to be tainted with other oils.
“We found that low-cost products indicate a higher probability for adulteration, but high cost didn't guarantee purity or quality,” said Selina Wang, associate professor of Cooperative Extension in the Department of Food Science and Technology. She and Hilary Green, a postdoctoral researcher at UC Davis, co-authored the paper.
Researchers also identified certain chemical markers in avocado oil that professional retail buyers can use to make more informed decisions when it comes to choosing suppliers. This way, consumers can feel confident about the products they buy.
This is the second comprehensive study conducted by UC Davis researchers on the quality of avocado oil sold in the U.S. The first study released in 2020 found that many of the test samples were of poor quality, mislabeled or adulterated with other oils.
“This study demonstrates that although progress is being made in standard development since our first market study in 2020, there are still issues with purity in avocado oil and these issues extend significantly into private label oils,” Wang said.
Avocado oil standards
Since the release of the first UC Davis study, Wang said there's been a coordinated effort by researchers, industry leaders and government agencies to establish enforceable standards. The Avocado Oil Expert Group was formed in collaboration with the American Oil Chemists' Society to discuss potential standards and future research projects.
Wang's research group has been studying how natural factors like different types of avocados, harvest times, geographic origins and processing methods could affect the chemical composition of avocado oil. They want to create standards that will accommodate natural variations while detecting any adulterations.
Wang hopes that the study's findings will contribute to the establishment of standards that benefit both consumers and avocado oil producers who want to compete in a fair market.
“I'm very optimistic for the future of the avocado oil industry,” Wang said. “It's a high-value product with high consumer demand, similar to what I saw with olive oil 10 years ago. Olive oil quality and purity have improved significantly, which is where I see avocado oil going, if we can establish fair standards and eliminate fraudulent products.”
/h3>/h3>- Author: Pamela Kan-Rice
New food systems partnership to aid disaster response in Del Norte, Humboldt, Mendocino, Sonoma, Napa and Marin counties
To improve people's access to food during disasters, University of California Cooperative Extension advisors Dorina Espinoza and Julia Van Soelen Kim received a combined $1.5 million from the USDA Agricultural Marketing Service Regional Food Systems Partnership Program and crucial matching contributions from local government, nonprofits and foundations. Over a three-year period, they will create a California North Coast Emergency Food System Partnership across six counties – Del Norte, Humboldt, Mendocino, Sonoma, Napa and Marin – to strengthen local and regional food systems and build community resilience.
“We wouldn't have been able to access these funds without UC providing the backbone,” said project partner Suzi Grady of Petaluma Bounty, an urban farm and food security project. “The trusted relationship with UC allows us to broaden our reach and scope; the neutrality piece is also really important. It's a natural fit for UC to step in.”
Grady added, “I'm excited by this opportunity because UC can provide evaluation, reflect back to us what happens in disasters, and help build our collective capacity when those of us who are busy doing are too busy to step back and reflect. Having academic partners helps us retain institutional knowledge, learn from the past and strategize for the future."
Meredith Knowles with the Del Norte and Tribal Lands Food Security Project agreed, “I have seen so many times that the relationship building, coordinating and making space for sharing is so important and the momentum that comes from that is powerful. I'm excited for the space to share that.”
Learning from past disasters
Following earthquakes in Humboldt County last December, UC Cooperative Extension advisor Espinoza took part in the Community Organizations Active in Disaster or “COAD,” collaborating with local government, agencies and organizations to support a Local Assistance Center in Rio Dell, the town hit hardest by the quakes.
Espinoza and partners worked to connect impacted neighbors with local, state and national services, including ensuring community members could access food right in their community through the local food bank and local food trucks, which prepared meals for residents who were unable to use their kitchens.
In January, with storms in the forecast, Mimi Enright, UCCE Sonoma County community food systems program manager, activated the COAD's Emergency Food Group in Sonoma County. She discussed with Van Soelen Kim, UCCE North Bay food systems advisor, as well as local emergency food providers, how their network could respond to food needs that might arise if flooding occurred.
“Before the storm, we met and asked, ‘What populations might be most impacted? What organizations might be offline because of the storm? Who will be able to deliver groceries and meals to sites in the community?'” Enright explained.
Further north in Del Norte County along the Oregon border, there are limited entry points and no major highways, leaving the region vulnerable to natural disasters. Road access to and from the county is frequently blocked by landslides, wildfires and floods, resulting in disruptions to food deliveries.
The Del Norte and Tribal Lands Community Food Council – a group that works to build a more local food system by providing healthy, culturally appropriate food to families – learned from past closures and from the pandemic the importance of having local and regional systems in place to better respond to the emergencies that impact the isolated area of the state. Their Choice Pacific Pantry includes local products in its food distribution programs and their Pacific Fresh Mobile Market brings food directly to vulnerable rural communities with limited access to nutritious food.
Over the past five years, Northern California has experienced catastrophic wildfires, floods, landslides, drought, earthquakes and the pandemic, all of which have put increasing pressure on local producers, the local/regional food system and emergency food aid.
“Food is implicated in every disaster,” said Patti D'Angelo Juachon with the Marin Community Foundation.
Through the various challenges to their communities, Espinoza, Enright and Van Soelen Kim have extended their expertise related to emergency food systems. Collectively the UCCE team has gained firsthand knowledge about what works well and what doesn't in getting local food to food-insecure community members. They hope to share this knowledge with partners regionally and expand collaboration at a larger scale.
“Local food production is critical to the resilience of the North Coast,” said Lynda Hopkins, Sonoma County District 5 supervisor. “I'm thrilled that UCCE will be working with our farmers to ensure that we can feed our residents healthy, local food no matter what disaster we're facing – be it future flood, fire or pandemic. This is a huge step towards food security for Northern California!”
Collaborating across the North Coast
“The Regional Food Systems Partnership Program will help to build a more resilient and stable food system in times of disaster and in times of stability,” said Heather Irwin, founder of Sonoma Family Meal. “This is very important work for the future of Northern California disaster relief efforts, and we are excited to be part of it. During disasters, Sonoma Family Meal coordinates resources between the restaurant industry and emergency meal providers in order to provide quality emergency meals for those who have been impacted.”
One way the team hopes to strengthen local and regional food systems is by reducing the risk of lost income and creating additional market channels for local food producers in emergency food supply chains. The team also plans to create a network of partners, develop emergency feeding plans, and inventory local emergency food supply chain infrastructure. They also plan to create recommendations for policies and practices that support local/regional emergency food supply chains.
/h3>- Author: Saoimanu Sope
El programa REC ha llegado a más de 168 mil personas gracias al amplio apoyo comunitario
Las expresiones de “oohs” y “aahs” se escuchan por todo el salón de clases cuando Stacey Amparano directora del programa Farm Smart, en el Centro de Investigación y Extensión del Desierto de Holtville, arranca una mazorca de maíz, la sostiene en el aire y comienza a quitar las hojas hasta mostrar un grano amarillo brillante.
“¡Es maíz!” grita uno de los miembros de la audiencia. Amparano enseña a un grupo de estudiantes de kínder como desgranar una mazorca y les explica sus múltiples usos.
Farm Smart, es un programa que enseña, a través de actividades prácticas, a niños y familias enteras la importancia de la agricultura. En el Valle Imperial y áreas circunvecinas más de 168 mil personas han participado desde 2001. Es parte del programa comunitario del Desert Research and Extension Center– uno de nueve centros establecidos por la División de Agricultura y Recursos Naturales de la Universidad de California, UCANR.
Enclavado en la esquina sureste del estado, el Valle Imperial alberga más de 500 mil acres de tierras agrícolas con más de 65 cultivos. El sitio ideal para enseñar a los jóvenes la importancia agrícola y las contribuciones del Valle para California, los Estados Unidos y el mundo.
“Farm Smart es un recordatorio para los niños de que provienen de un lugar que alimenta a la mayor parte del país durante todo el año. Es algo para sentirse orgulloso”, dijo Amparano.
Aunque los niños podrían noentender bien, por ahora, la misión tan importante que cumple Farm Smart, la comunidad que sí lo entiende y lo apoya. Más del 60 por ciento del financiamiento del programa se recibe gracias a las contribuciones de la comunidad, incluyendo organizaciones, instituciones y familias locales.
“Creo que mucha gente no sabe que Farm Smart recibe de la comunidad la mayor parte de los fondos de operación. Eso es lo que hace que este programa sea tan especial, el hecho que la comunidad confía en nuestro trabajo y quiere que continuemos haciéndolo”, indicó Amparano.
Un ejemplo, el Distrito de Riego de Imperial ha apoyado y financiado el programa desde su inicio. Tan solo en el año 2022 donó 107,500 dólares.
“Este programa ha creado más conocimiento sobre cómo se cultivan cosechan y llegan los alimentos a nuestra mesa”, dijo Norma Galindo, exdirectora de la junta de IID. “Todos los estudiantes desde primaria hasta la preparatoria están invitados a participar y es un aprendizaje práctico invaluable”.
Durante su administración, Galindo, logró el incremento de los donativos para Farm Smart y solicitó que se permietiera participar a personas de más edad además de los estudiantes. Esto creó una oportunidad para que Farm Smart atrajera a segmentos de la población, que con frecuencia son ignorados, como es el grupo de los jubilados quienes actualmente también pueden participar y aprender sobre los temas de agricultura, como el sistema de riego, tipo de suelo, la cosecha de las verduras para llevar a casa y más.
Valeria Landeros, educadora comunitaria en el Desert REC, quien creció en el Valle Imperial, recordó que cuando era niña y estaba en la primaria también participó en Farm Smart. “Recuerdo qué aprendí a ordenar una vaca y a hacer mantequilla y yo pensaba que había viajado a algún lugar lejano”, señaló.
“La mayoría de las personas que crecieron en el Valle Imperial y el área metropolitana no saben nada sobre los campos que nos rodean”, expresó Clarissa Abarca, otra especialista en educación comunitaria del Desert REC.
Abarca también participó en viajes de estudios a Farm Smart durante la primaria y preparatoria y pudo percatarse que es un programa práctico que se adapta a los intereses de todas las edades. A ella, le entusiasma especialmente que el programa fomente aprecio por la agricultura; además, que enseña a los niños y adolescentes las numerosas oportunidades profesionales que hay en el sector agrícola en general.
Galindo dijo que espera que la Junta de IID siga apoyando al programa con el financiamiento que es crucial para su continuidad.
“Cualquier otro [condado]que emule este tipo de programa se beneficiará siempre y cuando se haga a largo plazo y de forma coherente. Enseñar agricultura a la gente de la ciudad es todo un proceso y no un acontecimiento”, manifestó Galindo.
Farm Smart recibió un premio estatal por su destacado servicio a la comunidad, California State Future Farmers of America Distinguished Service Award, y en marzo pasado también se reconoció su labor comunitaria durante la Conferencia Estatal FFA.
Para conocer más sobre Farm Smart, visite https://drec.ucanr.edu/Farm_Smart/
Adaptado al español por Leticia Irigoyen del artículo en inglés
Editado para su publicación por Norma De la Vega