Hay que rescatar la costumbre de cenar en familia

May 12, 2010

FRESNO – (UC) – Mayo es el mes del bienestar familiar, y el propósito es promover que padres e hijos pasen más tiempo juntos; una buena manera de empezar es rescatando las comidas en familia.

“La costumbre de cenar en  familia poco a poco se extingue casi como los dinosaurios”, nos dice Connie Schneider, nutricionista de Extensión Cooperativa de la Universidad de California.

“En la actualidad tenemos unos horarios tan ocupados entre el trabajo, la escuela y las actividades sociales o deportivas que interfieren con nuestro deseo de mantenernos comunicados para formar relaciones positivas”, indica Schneider y agrega, “incluso hay personas que piensan que las tradicionales comidas en familia deben ser únicamente durante los días de fiesta.”

Pero no sólo las actividades fuera del horario escolar y los extensos horarios de trabajo son responsables del cambio. También la tecnología ha impactado nuestras vidas. La computadora, el celular, la televisión y los videojuegos, ocupan una buena parte de la vida de padres e hijos.

“Históricamente, la cena ha sido el rato de familia para platicar qué es lo que sucede en la vida de cada uno; pero ahora, cada vez más, los padres tienen que recurrir al Facebook o al Twitter para mantenerse al tanto de lo qué está ocurriendo en la vida de sus hijos”, indica  Schneider.

Sin embargo, agrega la especialista, cenar en familia es algo más que un viejo ritual en el que insistían los abuelos; es una  práctica que deberíamos rescatar ya que genera grandes beneficios para la salud física y mental:

  • Los niños aprenden desde temprana edad a probar todo tipo de alimentos, comen más verduras, frutas y tienen una alimentación más sana.
  • La conversación con los adultos ayuda a los niños a ampliar su  vocabulario y obtener mejores resultados escolares.
  • Ayuda a mantener en los hijos un nivel alto de auto estima y, por ende, hay un riesgo menor que los adolescentes incurran en conductas riesgosas como son las drogas y pandillas.
  • En el caso de las niñas ayuda a disminuir las posibilidades de sufrir desórdenes alimenticios como bulimia y anorexia.
  • Ayuda a crear relaciones positivas y es más fácil que los hijos hablen con sus padres sobre los retos que enfrentan en la escuela o con los amigos.

Por lo tanto, agrega la experta, es  importante comer en familia más de tres veces a la semana, dedicándole mínimo unos 20 minutos para ayudar al cuerpo a digerir mejor los alimentos. Y no sólo tiene que ser durante la cena pues el desayuno, almuerzo o las comidas de fin de semana también cuentan.

Los padres son los encargados de decidir qué comen los hijos, cuándo y dónde. Empero, el acelerado ritmo de vida que tienen algunos adultos, con horarios extendidos o turnos dobles, les impide cumplir con esta labor, especialmente con los adolescentes.

“Los padres deben inculcar los hábitos alimenticios sanos, y hay que empezar con el desayuno que es sumamente importante; éste es el combustible del cuerpo y cerebro al inicio de la jornada. Sin embargo, mucha gente no desayuna. Un estudio realizado entre adolescentes, a quienes se les permitía tomar sus propias decisiones sobre qué desayunar, encontró que 25 por ciento de los encuestados no estaban desayunando”, enfatiza Schneider.

La especialista agrega que ha quedado demostrado que el no tomar los nutrientes necesarios durante el desayuno pone en peligro el crecimiento normal. “Además, el desayuno ha sido correlacionado con el mejoramiento en los resultados académicos, y a los adultos también los ayuda a pensar más  sensatamente. De hecho, quienes consumen entre 250 y 400 calorías en el desayuno suelen comer menos durante el día, y es probable que tengan una alimentación más nutritiva y un peso adecuado”, dice la especialista

Asimismo, es importante dedicar el tiempo que se pasa en familia para tratar temas agradables, y tener en mente que durante las comidas familiares se debe evitar tratar temas difíciles o delicados.

“No hay que usar el tiempo de la cena para discutir temas poco placenteros; lo mejor en esos casos, es decirle al hijo, '¿por qué no hablamos al respecto, una vez que hayamos terminado de lavar los platos?'“, concluye Schneider.


By Norma De la Vega
Author - Broadcast Communications Specialist III