Mientras se sirve un cucharón de esos frijoles pintos al estilo campirano para acompañar la parrillada o prepara una ensalada fría de tres frijoles, rojos, blancos y verdes para un día de campo, haga una pausa para recordar la historia que estas variedades de “frijoles comunes” comparten y los nuevos avances científicos que prometen aumentar su productividad a nivel mundial.
Esta semana, se ha reportado una nueva secuenciación de genomas para el frijol común, el cual se clasifica como el décimo alimento más cultivado en el mundo e incluye los favoritos culinarios mencionados anteriormente, cuyas variedades constituyen conjuntamente un cultivo de 1,200 millones de dólares en los Estados Unidos.
“La disponibilidad de esta nueva secuenciación de genoma entero para los frijoles ya está dando frutos”, dijo Paul Gepts, profesor del Departamento de Fitotecnia de la Universidad de California en Davis y coautor del nuevo estudio sobre secuenciación.
Gepts, quien encabeza el programa de producción de frijoles en UC Davis, enfatiza que la nueva secuenciación está siendo usada para confirmar muchos de los hallazgos hechos con anterioridad por su grupo de investigación de UC Davis, incluyendo la identificación de los dos puntos de origen del frijol común y su domesticación.
La secuenciación y orígenes del frijol
Se piensa que el frijol común se originó en México hace más de 100,000 años, pero, como descubrió el grupo de Gepts hace poco, fue cultivado por separado en dos diferentes ubicaciones geográficas en Mesoamérica y al sur de los Andes.
“Este hallazgo hace del frijol común un sistema experimental inusualmente interesante porque el proceso de domesticación ha sido replicado en este cultivo”, indicó Gepts.
El equipo de secuenciación comparó las secuencias del gene de poblaciones combinadas de plantas que representan estas dos regiones y encontraron que solo una pequeña fracción de los genes es compartida entre las especies de frijoles comunes de las dos ubicaciones. Esto apoya el hallazgo previo de que el frijol común fue domesticado en dos eventos separados, uno en cada ubicación, pero distintos genes participaron en cada evento.
La nueva secuenciación de genomas enteros está también ayudando a identificar los “marcadores” genéticos que pueden utilizarse para acelerar la producción de variedades nuevas y más productivas del frijol en los Estados Unidos, el este de África y en otras lugares, indicó Gepts.
La conexión del nitrógeno
Todas las variedades de frijoles que pertenecen al grupo de “frijol común” comparten con el frijol de soya la altamente valorada habilidad de formar relaciones simbióticas con bacterias “fijadores de nitrógeno” en el suelo.
Las plantas y las bacterias trabajan juntas para convertir el nitrógeno de la atmósfera en armoníaco, el cual incluye nitrógeno en una forma que enriquece la tierra y alimenta los cultivos. En realidad, las plantas fijadoras de nitrógeno pueden reducir o eliminar la necesidad de que los granjeros apliquen fertilizantes costosos.
Uno de los objetivos del nuevo proyecto de secuenciación fue entender mejor la base genética por la que las relaciones simbióticas entre plantas y bacterias fijadoras de nitrógeno se forman y se mantienen, con miras a aumentar la productividad de combustibles y cultivos de alimentos.
El equipo de investigación identificó con éxito un puñado de genes involucrados con el nitrógeno, lo cual puede ser provechoso para los granjeros que intercalan los cultivos de frijoles con otros que no fijan el nitrógeno.
Los descubrimientos de este estudio han sido reportados esta semana en línea en la publicación Nature Genetics (Genética de la Naturaleza). El proyecto de secuenciación fue dirigido por investigadores de la Universidad de Georgia, el Instituto Conjunto del Genoma del Departamento de Energía de EUA, el Instituto Hudson Alpha de Biotecnología y la Universidad Estatal de Dakota del Norte.