Panorama para trabajadores agrícolas poco prometedor

Jan 19, 2001

DAVIS-(UC)-La agricultura en California, por lo general, ha dependido de trabajadores inmigrantes. El siglo pasado, inmigrantes chinos trabajaban en las granjas hasta que el gobierno puso fin a su inmigración en 1883. Les siguieron trabajadores japoneses. Al igual que ahora, muchos inmigrantes no habían recibido educación formal. La preocupación general que causaba su presencia en las ciudades hizo que el gobierno norteamericano llegara a prohibir la entrada a los mayores de 16 años que no pudiesen leer en por lo menos un idioma. Los agricultores en California lograron que se excluyera a los mexicanos, dominando pronto éstos la fuerza laboral en muchas zonas.

 

En la actualidad, en California han desaparecido casi por completo los trabajadores agrícolas nacidos en EE.UU. Según la Encuesta Nacional de Trabajadores Agrícolas, el 95% son inmigrantes hispanos y 91% provienen de México. En la década de los 80, los trabajadores agrícolas indocumentados representaban entre el 20 y 25%; actualmente esta cifra se calcula en un 42%.

 

En un artículo publicado en la edición de enero-febrero de la revista California Agriculture, Philip L. Martin y J. Edward Taylor, profesores del Departamento de Agricultura y Recursos Económicos de la Universidad de California, precisan que la agricultura en el estado siempre se ha caracterizado por olas de recién llegados que trabajan por temporada y reciben salarios bajos; más adelante, salen del campo para realizar otra clase de labores o regresan a su país de origen.

 

La demanda de trabajadores cambia de un lugar a otro del estado, reflejando los diferentes tiempos de maduración de las cosechas. Al terminarse las cosechas hacia el final del otoño y principio de invierno, algunos trabajadores regresan a México. Otros emigran nuevamente al sur de California y a Arizona para la cosecha de verduras invernales. La mayoría se quedan en las zonas donde realizaron labores agrícolas, sin trabajo y en espera del inicio de una nueva temporada de cosecha en ese lugar. La encuesta encontró que entre el 20 al 40% de los trabajadores están dispuestos a seguir la demanda, logrando así trabajar de 8 a 10 meses al año.

 

El número de empleos agrícolas se ha mantenido sorprendentemente estable desde la década de los 60 gracias a la continua disponibilidad de trabajadores de temporada. Esto se ha debido al incremento en consumo de frutas y verduras en Estados Unidos, la mayor producción de cultivos que requieren una intensa labor, la transferencia de parte de la labor de empaque al campo y mejoras tecnológicas. Hoy día, 35,000 empleadores agrícolas contratan entre 800,000 a 900,000 trabajadores del campo anualmente.

 

Según encuestas del Departamento del Trabajo, a mediados de los 90, casi 60% de los trabajadores agrícolas vivían con sus familias, la mayoría con un promedio de tres hijos. Del total entrevistado, 40% tenían a sus familias fuera del país, 53% contaban con menos de cinco años en EE.UU. y 26% menos de dos.

           

Lo reciente de su llegada refleja, irónicamente, el aumento inesperado en inmigrantes durante los años 90 tras la firma en 1986 de la Ley de Reforma y Control Migratorio (IRCA) que otorgara estatus legal a un total de 2.8 millones de residentes y trabajadores indocumentados con el propósito de dar a la industria agrícola una fuerza laboral legal. Esta ley estableció además dos programas legales para que los empleadores pudiesen contratar inmigrantes si les faltaran trabajadores.

 

Seis años después, la Comisión Federal de Trabajadores Agrícolas (CAW) pidió el fin de leyes de inmigración especiales para la agricultura, la renovación de esfuerzos para reducir la inmigración ilegal y el cumplimiento de leyes laborales. Sorprendiendo a muchos, recomendó también mayores servicios federales y estatales para los trabajadores, incluyendo vivienda y servicios que asegurasen igualdad de oportunidades para sus hijos.

 

Apuntan Martin y Taylor que el salario que devenga un trabajador agrícola es apenas la mitad del salario promedio anual en la manufacturación. Puesto que los trabajadores agrícolas trabajan la mitad de las horas que quienes laboran en fábrica, ganan en realidad aproximadamente una cuarta parte de ese salario. Esta diferencia ha ido en aumento, ya que pocos trabajadores agrícolas reciben beneficios adicionales, como seguro médico.

 

El aumento en indocumentados durante la década de los 90 fue tal que incrementó también el riesgo de sanciones a empleadores por violar leyes migratorias y laborales. Surgieron entonces los contratistas, numerando en California 1,300 registrados en 1995. Su función consiste en proporcionar a las granjas equipos de 20 a 40 trabajadores para trabajos que duran generalmente unas cuantas semanas. Esfuerzos en 1998 de hacer cumplir las leyes laborales encontraron que 90% de los contratistas inspeccionados habían cometido violaciones mayores, inclusive no pagar el salario mínimo. Por otra parte, continúa la preocupación de los agricultores sobre la disponibilidad de trabajadores, su uso de personas bilingües para contratarlos y sus incursiones en la política migratoria gubernamental para asegurar su fuerza laboral.

 

En la década de los70, los sindicatos jugaron un papel importante en el futuro de la agricultura; el más conocido, el United Farm Workers, llegó a tener 67,000 miembros en 1973. Sin embargo, para 1999 existían menos de 300 contratos sindicales y cerca de 200 cubrían a menos de 10 trabajadores cada uno en granjas lecheras. Han surgido, por otra parte, organizaciones étnicas de trabajadores agrícolas cuyo propósito es ayudarse mutuamente. La Mesa de Relaciones Laborales Agrícolas, que ha certificado a 10 sindicatos desde mediados de los 70, ha reconocido a algunas como tales. Un ejemplo de estos grupos son los "comités cívicos" formados por indios mixtecos y zapotecas provenientes del estado de Oaxaca en México.

 

Señalan Martin y Taylor que si la principal fuente de trabajadores agrícolas continúa siendo los inmigrantes, las características de los mismos determinarán el grado de presión que se ejerza a favor de incrementos salariales y mejoras en beneficios. Apunta Martin que los campesinos que crían a sus hijos en California encuentran que generalmente rehusan ingresar a la agricultura, por lo que la mayoría de los trabajadores que lo hacen por primera vez son de fuera del país o del estado.

 

Taylor y Martin opinan que, en realidad, la política migratoria federal es el factor más importante que delineará el futuro de la fuerza laboral agrícola en el estado.

 

Señalan que la necesidad de programas de trabajadores inmigrantes se ve contradecida actualmente ya que en muchas ciudades en California donde viven trabajadores agrícolas, el índice de desempleo es del 20 al 35% aún en septiembre, mes de mayor demanda de trabajadores en esa industria. Queda por verse si el futuro de la agricultura en California continuará haciendo eco a su historia.

 

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By Myriam Grajales-Hall
Author - Communications Manager