- Author: Kara Manke
Donde el ojo humano solo veía destrucción y desolación tras un incendio que consumió cientos de acres de árboles y maleza, grupos de animales silvestres vieron la oportunidad de regresar a su hábitat del que fueron expulsados por las llamas en el verano del 2018.
Solo habían pasado pocos meses después del incendio forestal de Mendocino Complex, que a su paso arrasó también con el Centro de Investigación y Extensión Hopland de UC (HREC, por sus siglas en inglés), cuando cámaras ocultas que sobrevivieron al siniestro, empezaron a captar la presencia de lobos, zorros grises y liebres de cola negra, entre otros.
El incendio forestal de Mendocino Complex calcinó las laderas cubiertas de hierba y robles de la propiedad del centro de investigación dejando detrás un terreno humeante y cubierto de cenizas.
“Se sintió como algo salido de Lord of the Rings (El señor de los anillos) — como Mordor. Era difícil imaginar que algo hubiera sobrevivido”, mencionó Justin Brashares, profesor de ciencias, política y manejo del medio ambiente, de la Universidad de California en Berkeley.
Los animales fueron avistados por una red de cámaras ocultas con sensor de movimiento que el laboratorio de Brashares ha operado desde el 2016 en el HREC, una instalación multidisciplinaria de investigación y educación situada a orillas del río Ruso a unas 13 millas al sur de Ukiah.
“Nos sorprendió que tantas especies parezcan ser resistentes [al impacto del incendio]”, manifestó Kendall Calhoun, estudiante de post grado de UC Berkeley y miembro del laboratorio de Brashares.
Las imágenes captadas son parte de un nuevo estudio que tiene como objetivo entender el impacto que el incendio citado tuvo en mamíferos pequeños y medianos que habitaban en la propiedad. Brashares, el autor principal y su equipo han analizado más de medio millón de fotografías logradas por la red de cámaras antes y después del incendio de Mendocino Complex.
El estudio, que fue publicado recientemente en el diario Ecosphere, es uno de los primeros en comparar las observaciones continuas antes y después de un mega incendio. Tambien es uno de los pocos estudios que se centran en el impacto de los mega incendios en los bosques de robles de California. Los sistemas en los bosques de robles comprenden una porción grande del estado y a pesar de ello, no están bien representados en las investigaciones sobre incendios forestales, en comparación con los bosques de coníferas de la Sierra Nevada.
“Para la mayoría de los californianos, estos bosques de robles y las sabanas de pastizales son lo que pensamos como el característico bioma o ecosistema en nuestro estado”, expresó Brashares. “Es principal tipo de ecosistema para el pastoreo de ganado y tambien el principal hábitat que se usa para el cultivo de uva para vino. Es un tipo de ecosistema crítico y vale la pena administrarlo bien”.
En el estudio se incluyeron ocho especies de animales, de las cuales seis demostraron poseer una “resistencia” al impacto del incendio, usando el área calcinada en la misma forma y aproximadamente con la misma frecuencia que lo hacían antes del incendio. Estas especies son el coyote, liebre de cola negra, zorro gris, mapache, zorro rayado y el gato montés. Por otra parte, especies como la ardilla gris y el venado cola negra parecen ser más vulnerables al impacto de los incendios.
Brashares y Calhoun creen que muchos de estos animales pudieron permanecer en el área gracias a pequeñas concentraciones de árboles que no fueron tocadas por el incendio. Fotos obtenidas de las cámaras ocultas muestran a muchos animales resguardándose en estas áreas, donde encontraron refugio y alimento, mientras que otras zonas más quemadas se recuperaban. A algunos animales se les observe usando estas áreas con mayor frecuencia que antes.
“Aun este increíblemente caliente y devastador incendio dejó sin quemar estos pequeños espacios y nos sorprendió lo rápido que muchas especies pudieron regresar a estas pequeñas zonas de hábitats y extenderse de nuevo a las áreas quemadas que se recuperaban”, dijo Brashares. “Estos hallazgos son invaluables para la administración de bosques porque podemos hacer cosas en estos espacios verdes para incrementar las posibilidades de que, si se presenta un incendio, deje sin tocar algunos de estos fragmentos”.
Un infierno amenazador
Calhoun se encontraba al otro lado del mundo en Nueva Zelanda, cuando recibió un mensaje de texto de la coautora del estudio, Kaitlyn Gaynor, en el que le informaba que el HREC se había quemado.
“Creo que mi respuesta inmediata por mensaje fue ‘¿están todos bien?'”, recuerda Calhoun.
Calhoun ha ayudado, durante dos años, a mantener las 36 cámaras ocultas distribuidas por toda la propiedad, las cuales fueron colocadas allí en colaboración con el Departamento de Pesca y Vida Silvestre de California con el objetivo de probar una nueva forma de monitorear la población de vida silvestre en todo el estado.
Calhoun se unió originalmente al laboratorio de Brashares con la idea de estudiar el impacto de los incendios forestales en la diversidad silvestre, pero la imprevisibilidad de los incendios forestales le ha dificultado encontrar un sitio para estudiar. Aunque aterrador y destructivo, el incendio de Mendocino Complex — le ofreció esa rara oportunidad de hacerlo.
“Según lo que escuché, fue aterrador ver que las llamas se aproximaban a la propiedad, pues hay personas que viven en el sitio, así que hubo una gran prisa por evacuar. El incendio terminó quemando más de la mitad del área”, expresó Calhoun. “Yo me encontraba a un continente de distancia cuando me enteré, pero tenía interés de regresar a trabajar y asegurarme de contar con toda la información que necesitábamos cuando regresara”.
Calhoun y el equipo regresaron al lugar dos meses después del incendio, cuando los árboles todavía humeaban y el HREC parecía un “paisaje lunar”. Lo primero que el equipo hizo fue revisar las cámaras, 13 de las cuales se encontraban parcialmente derretida por el fuego. Además de reemplazar las partes de las cámaras dañadas, tambien se aseguraron que las mismas se encontraban en la misma posición y orientación previas al incendio, con el fin de que su información se mantuviera tan consistente como fuera posible.
El equipo visita el sitio para revisar las 36 cámaras ocultas cada tres meses y descarga las fotografías para asegurarse que todas están trabajando correctamente. Pasan incontables horas revisando cada una de las tomas para separar las que contienen fotografías de animales, para luego identificar a los animales y registrar la información.
“Mucha de la información que obtenemos es solo (fotos) de pasto volando con el viento”, dijo Calhoun.
Además de animales de tamaño pequeño o mediano, las cámaras tambien captaron imágenes de animales más grandes, como osos negros y gatos monteses. Estos depredadores habitan en áreas enormes, muchas veces más grandes que los 5,300 acres de terreno del HREC, por lo que es imposible que los investigadores obtengan información correcta sobre como se distribuyen en el área bajo investigación.
Después de completar su doctorado este verano, Calhoun planea continuar su trabajo como becario Smith 2023, cubriendo como los amplios cambios en los regímenes de incendios están afectando las especies de animales silvestres en todo California. Como parte del trabajo, espera obtener una mayor escala de información sobre los super depredadores para tener un mejor entendimiento de lo que sucede a estos animales cuando se registran grandes incendios que destruyen sus vastos hábitats.
“En mi próximo proyecto, estoy muy interesado en echar un vistazo a los efectos a grande escala del fuego en esas especies de animales que habitan en amplios territorios, como los gatos monteses y osos y a la vez, cómo los incendios forestales están impactando su relación con la gente”, agregó Calhoun. “El conflicto entre osos y humanos, especialmente en Lake Tahoe, es una gran noticia en este momento y creo que es el cambio climático o los incendios, lo que podrían estar impulsando esas interacciones”.
Entre los coautores del estudio también se encuentran Benjamín R. Goldstein, Kaitlyn Gaynor, Alex McInturff y Leonel Solorio de UC Berkeley. Este trabajo fue financiado en parte por el Departamento de Pesca y Vida Silvestre (Subsidio CDFW # P1680002) y el Programa de Becas para Postgrado de NSF.
Adaptado al español por Leticia Irigoyen del artículo en inglés.
Editado para su publicación por Diana Cervantes