- Posted By: Lisa M. Rawleigh
- Written by: Pam Devine. Adaptado al español por Leticia Irigoyen
Escribo sobre el desperdicio de comida, específicamente frutas y verduras. Primero, veamos la información. Un reporte del 2011, comisionado por la Organización de Alimentos y Agricultura, reveló que “aproximadamente una tercera parte de los alimentos producidos anualmente para consumo humano a nivel mundial — aproximadamente 1,300 millones de toneladas — se pierde o desperdicia”.
El reporte hace una distinción entre pérdida y desperdicio, destacando que las pérdidas, que ocurren en la producción, cosecha, postcosecha y procesamiento son más prevalecientes en países en vías de desarrollo mientras que el desperdicio, que ocurre al final de la fase de procesamiento, se debe a la mala distribución y hábitos de consumo que se dan en los países industrializados. Un 40 por ciento de las pérdidas en los países en vías de desarrollo ocurren en los niveles de postcosecha y procesamiento mientras que, un 40 por ciento de las pérdidas en los países industrializados sucede en los niveles de venta al público y a manos del consumidor. El reporte también destaca que el desperdicio per cápita por parte de los consumidores es de aproximadamente diez veces mayor en Europa y Norteamérica que en África Negra y Asia del Sur y Sureste Asiático. No es algo que sorprende, pero es difícil de escuchar.
No sólo estamos desperdiciando comida cuando tiramos a la basura nuestras frutas y verduras. Se toma tiempo, dinero, energía, agua y petróleo para generar nuevos productos. De hecho, un artículo escrito para The Economist menciona que “producir estas calorías que se desperdician representa más de una cuarta parte del agua fresca que se consume en Estados Unidos y también utiliza alrededor de 300 millones de barriles de petróleo al año”.
Y, si esto no fuera suficiente, ¿qué tal con el tiempo y la gasolina que se requieren para llevar los productos de la granja a la planta de empaquetamiento, de allí al lugar de envíos, la tienda, la casa y el basurero? Y una vez en el basurero, las frutas y verduras podridas producen gases metano y de efecto invernadero que son 20 veces más potentes que el dióxido de carbono.?
Bueno, ya basta de sermones. ¿Qué podemos hacer?
- Crear más conciencia sobre el desperdicio
- Saber qué productos se tienen a la mano antes de comprar más
- Planear las comidas y hacer las compras usando una lista para reducir la compras excesivas (¡y vaya a la tienda con el estómago lleno!)
- Organizar el refrigerador y alacena para saber con qué productos se cuentan
- Cocinar en cantidades que no dejen muchas sobras
- Usar el congelador
- Usar la creatividad para usar las frutas y verduras que sobren; las recetas abundan en la Internet
- Convertir las sobras en abono y usarlo para cultivar nuestras propias frutas y verduras.