Aug 20, 2009
DAVIS – (UC) – ¿Es un tomate mexicano cultivado en México más benigno para el medio ambiente que uno convencional que ha sido cultivado a 150 millas del consumidor en el área de la Bahía?
¿Resulta más sostenible manejar hasta una mega tienda y comprar grandes cantidades de alimentos para almacenar en el congelador u optar por comidas listas para servir o cocinar en casa?
Este tipo de preguntas son el enfoque de un proyecto del Agricultural Sustainable Institute (ASI) de la Universidad de California, que analiza el papel que juega el sistema alimentario en el cambio climático.
“Los cambios en la elección de alimentos por parte del consumidor, así como nuestro vasto sistema alimentario, pudieran contribuir substancialmente a cumplir con las metas de reducción de gases que causan el efecto de invernadero”, dice el director de ASI Thomas Tomich. “Los alimentos individuales varían tremendamente en sus huellas de carbono”.
El proyecto de la "dieta baja en carbono" utiliza metodologías de evaluación del ciclo de vida con las que se mide la energía usada para producir ciertos alimentos en particular, y luego crea modelos en computadora para calcular las emisiones de gases que causan el efecto de invernadero. Los investigadores identifican y recogen información sobre las prácticas de cultivo, control de plagas, irrigación, cosecha, procesamiento, transportación, refrigeración, almacenamiento y hasta la forma de preparar los alimentos.
“Estamos buscando todas las aportaciones posibles, desde la granja hasta la mesa”, señala Gail Freenstra, analista del sistema alimentario de ASI.
El proyecto ha recopilado información sobre el procesamiento de tomates, productos lácteos y arroz, y actualmente están evaluando las cifras para determinar el punto de equilibrio en el consumo de energía por parte del arroz. Un nuevo esfuerzo en conjunto con la Universidad Cornell, patrocinado por la Fundación Kellogg, examinará las huellas de carbono de los alimentos locales en California y otras partes de Estados Unidos. ASI también ha lanzado el proyecto Evaluación del Nitrógeno en California para extender la cuantificación del alcance de las emisiones de gas del efecto de invernadero en el estado.
Alrededor de un 15 por ciento del consumo de energía de Estados Unidos y la emisión de gases del efecto de invernadero están relacionados con el sistema alimentario. Los mayores contribuyentes son las emisiones de metano y óxido de nitrato relacionados con la ganadería, los fertilizantes de nitrógeno sintéticos y el transporte aéreo, entre otros.
“Estamos desarrollando toda esta información para que los mayores proveedores de alimentos, profesionales de servicios alimentarios y minoristas, así como los consumidores, puedan determinar en qué enfocar su atención para poder tener el mayor impacto en los cambios climáticos”, dice Feenstra.
Nota: Esta nota se basa en el artículo, "Low-carbon diet research looks at total energy usage of foods," publicado en la edición de abril-junio, 2009 de la revista California Agriculture, de la División de Agricultura y Recursos Naturales de la UC.