DAVIS (UC) – Un estudio, enfocado en niños de origen mexicano en dos comunidades del condado de Fresno, encontró una relación entre la obesidad, el alto consumo de comida rápida y la falta de rutinas sanas. Señala además que el consumo elevado de bebidas endulzadas entre familias de inmigrantes mexicanos podría deberse a la mala calidad del agua potable en esas comunidades del Valle Central.
ENGLISH SUMMARY: High intake of fast food, lack of sleep, and poor quality in drinking water are linked to obesity among children of Mexican origin, according to findings in Niños Sanos, Familia Sana project, focused on Latino families living in Firebaugh and San Joaquín. |
“Observamos que el consumo de comida rápida está relacionado no solamente a la larga duración de residencia aquí en los Estados Unidos, pero también se debe a la falta de rutinas saludables en la casa”, indicó Lucía Kaiser, nutricionista de Extensión Cooperativa de la Universidad de California.
Kaiser codirige Niños Sanos, Familia Sana, un proyecto de intervención para mejorar la salud y estilo de vida entre familias de origen mexicano en las comunidades de Firebaugh y San Joaquín. El programa, de cinco años, se lleva a cabo por especialistas de Extensión Cooperativa de la UC, académicos y estudiantes del plantel de la UC en Davis y miembros de agencias de la comunidad.
El alto consumo de comida rápida y bebidas endulzadas resulta en obesidad, que afecta a más de cuatro de cada diez niños nacidos de padres de origen mexicano. Eso los predispone, a una edad más temprana, a un mayor riesgo de desarrollar enfermedades relacionadas con el exceso de peso, según la especialista en nutrición.
“Los niños que tienen exceso de peso tienen un riesgo más alto de desarrollar la diabetes, alta presión, alto colesterol”, indicó Kaiser. “Y una consecuencia es una prevalencia de enfermedades crónicas ¡entre niños muy jóvenes!”.
Todo eso resulta del consumo excesivo de grasas, azúcar y sodio que usualmente contienen en mayor cantidad los productos alimenticios procesados, entre ellos las comidas rápidas y bebidas endulzadas como las gaseosas, o sodas.
“En particular, los niños comen más comida rápida; por ejemplo: pizzas, hamburguesas, hot dogs, sopas instantáneas”, dijo Kaiser, en vez de comidas más sanas y consumidas a horarios regulares. “Al contrario, los niños que tienen un horario más regular de comidas y bocadillos y que comen con un adulto, esos niños consumen más verduras”, remarcó la investigadora acerca del estudio de 200 niños de dos a ocho años de edad.
Falta de sueño relacionado con el sobrepeso infantil
Kaiser señaló otro estudio que encontró que muchos niños no duermen el tiempo suficiente para mantenerse sanos.
“Entre diez a once horas es la recomendación del número de horas para dormir. Y menos de uno entre cada cinco alcanzan esta meta de diez a once horas de dormir”, informó Kaiser acerca del estudio que incluyó a 200 niños latinos de ocho a diez años de edad. “Los niños que no reciben el suficiente número de horas de sueño en la noche ganaron un exceso de peso durante dos años. Entonces, hay una relación entre los niños que les hace falta sueño y un peso no muy saludable”.
Ella piensa que los niños podrían estar pasando el tiempo despiertos jugando videojuegos, o con la computadora, o mirando televisión. “Es importante apagar las computadoras y la televisión, y ayudar a los niños a recibir suficientes horas de dormir. No solamente para el desarrollo cognitivo y para su habilidad de aprender en la escuela, sino también para mantener un peso más saludable”, afirmó Kaiser.
Kaiser tiene estos consejos para las familias: establecer rutinas saludables y horarios de comidas y bocadillos. Y planear la noche para que los niños puedan acostarse a una hora más temprano para que duerman el tiempo suficiente.
“Una familia que puede mantener horarios más saludables para sus niños, con un poco más de disciplina, puede ayudar a sus hijos a alcanzar la buena salud”, aseveró.
Barreras para incrementar el consumo de agua
Para reducir el consumo de azúcar, Kaiser y sus colegas aconsejan beber agua en vez de gaseosas. Pero, en entrevistas con 27 madres de familia, Kaiser encontró resistencia a esa recomendación, debido a la mala calidad del agua potable en sus comunidades.
“En las pláticas con la población, nadie tomaba agua directamente de la llave. Por el olor, color, exceso de hierro. Y todos nos han dicho que tienen que comprar agua para tomar. Compran agua embotellada”, explicó Kaiser acerca del gasto extra que los residentes enfrentan como alternativa al agua potable que se rehúsan a beber.
La población en estas comunidades es muy pobre, señala Kaiser. Más de la tercera parte reporta problemas para conseguir alimentos. O sea, enfrentan inseguridad alimentaria.
“Y, al mismo tiempo, el alto consumo de bebidas endulzadas es un problema”, apuntó. “Podría contribuir a la obesidad y aumentar aun el riesgo de diabetes”.
Investigadores de Niños Sanos, Familia Sana analizaron datos recabados por la Agencia de Protección Ambiental de las compañías que abastecen de agua potable a las comunidades incluidas en el estudio. En 13 de estas, en los últimos 12 años se reportaron casos de contaminación con altos niveles de bacterias coliformes, arsénico o productos secundarios de desinfección. Eso dificulta la campaña para promover el consumo de agua entre los residentes.
“Se requieren más fondos para mejorar la situación, o fondos para familias para comprar filtros. Y también requiere mejor comunicación con las familias directamente”, señaló Kaiser. “Muchas veces las compañías se están comunicando con los dueños de los apartamentos, pero no con las personas que están alquilando los apartamentos. Entonces, no saben bien la situación, si el agua es buena para tomar o no”.
Los investigadores piensan que la resistencia a beber el agua potable podría estar aumentando el consumo de gaseosas, como parece estar ocurriendo en Firebaugh y San Joaquín.
“No podemos decir exactamente”, aclaró la nutricionista. “Sabemos que en esta comunidad los niños pequeños consumen bebidas endulzadas muy seguidamente, varias veces a la semana. Aunque la recomendación de salud pública es tomar más agua y no tomar tantas bebidas endulzadas”.
Sin embargo, Kaiser confía en que los resultados arrojados por el estudio de Niños Sanos, Familia Sana, ahora en su cuarto año, ayuden a movilizar recursos para mejorar la calidad del agua potable y la salud de familias latinas en esas comunidades del Valle Central, y en todo el estado.
“Es importante entender que hay barreras para la gente en muchas comunidades pequeñas. Siempre estamos tratando de promover el agua. Y es importante porque necesitamos más agua para la salud”, enfatizó la nutricionista de la UC. “El agua es un nutriente para nuestro cuerpo. Pero hay que trabajar con otras partes del gobierno para mejorar la calidad de agua disponible para la gente en todas partes del estado”.
Encuentre más información acerca de otros temas relacionados con nutrición y obesidad en el sitio del Servicio de Información en Español de la Universidad de California (http://espanol.ucanr.edu).